La Virgen María en Medjugorje
Son muchos los que conocen cómo, desde la aldea de Medjugorje, está corriendo desde hace años un verdadero río de gracias para la Iglesia y para el mundo: verdadero manantial de espiritualidad, manantial de esperanza, ya que la Madre de Dios – según el testimonio de seis jóvenes dignos de crédito- está conduciendo personalmente a sus hijos hasta el inicio de un nuevo milenio, por el camino de la santidad y de la paz mundial.
Podríamos hablar, por tanto, según denominación del gran pontífice mariano Pío XII -de ser auténticas las apariciones más largas de la historia- de una especial “Hora de María”. También Montfort se atrevió a afirmar en otra ocasión que: “Si la salvación del mundo comenzó por medio de María, también por Ella debe alcanzar su plenitud”. TDV 49 ¿Por qué no pensar entonces que, en esta especie de “noche oscura” por la que atraviesa la humanidad con tantos desaciertos, Dios Padre ha enviado a su Madre, para que prepare Ella misma el Triunfo definitivo de Su Corazón Inmaculado, anunciado en Fátima, y la conversión del mundo se logre, en lugar de un futuro devastador, como fruto de una intervención prodigiosa del amor de Dios?
Cuando hablamos de Medjugorje -y hay que subrayarlo- no nos referimos a una nueva advocación mariana o a una aparición más de María, tampoco se trata de un nuevo movimiento eclesial; pues, en tal caso, convendría hablar: “de la Iglesia en movimiento”; pero, eso sí, “por medio de María”, ¡Así es! Debemos darnos cuenta, que en este momento, una poderosa corriente de espiritualidad está fluyendo, que genera fe y despierta el corazón, ¡hasta del alma más endurecida! Es una especie de nuevo Pentecostés, presidido, por Quien animó y dirigió la oración de los discípulos de Jesús en el Cenáculo de Jerusalén (Cf. Hch 1.14). Con justa razón, Medjugorje, ha sido bautizada hoy como “El Gran Cenáculo viviente de María”, donde por la poderosa intercesión de la Reina de la Paz los huesos secos se revisten de carne, piel, nervios y espíritu (Cf. Ez 37).
Ante una humanidad hecha pedazos, y en continuo peligro devastador, ¡también resplandece una aurora de esperanza!: La Mujer vestida de sol coronada de doce estrellas, lucha mano a mano frente al imperante “misterio de iniquidad” 2.7, “quien sabe que le queda poco tiempo” (Ap 12,12).
Un mensaje universal.
La presencia de la Virgen en Medjugorje en el marco de la nueva evangelización, tiene como fin: transformar por el Espíritu los corazones de los hombres, a través de una eficaz pedagogía materna de santidad, contribuyendo de esta manera al bien y la paz de la humanidad. Por consiguiente, es un mensaje actual y urgente, que incultura el evangelio frente a los “signos de los tiempos” presentes y los retos pastorales de la Iglesia universal y local; ya que la Virgen no aparece sólo por los Balcanes sino por las necesidades de la Iglesia universal y de cada comunidad particular. Sería un error, por tanto, que no consideremos con seriedad las llamadas de María, simplemente, porque se dan en una cultura distinta. O bien, porque cada diócesis, parroquia, congregación religiosa o comunidad cristiana, tienen ya encausada su prioridad pastoral. Tengamos presente entonces, que, desde Medjugorje, la Virgen habla a toda la humanidad y todos seremos responsables de lo que pueda ocurrir en el futuro, si desatendemos esta invitación.
Cuando su Santidad Juan Pablo II consagró el tercer milenio al Corazón Inmaculado de María el 8 de octubre en el marco del año jubilar, entregó el futuro en manos de la Virgen, rogándole que nos acompañara “en nuestro camino”. (Porque) somos hombres y mujeres de una época extraordinaria, tan apasionante como rica en contradicciones. La humanidad posee hoy instrumentos de potencia inaudita. Puede hacer de este mundo un jardín o reducirlo a un cúmulo de escombros…, y hoy como nunca en el pasado, la humanidad está en una encrucijada…” ¿¡Porqué no ver la presencia de María en Medjugorje como signo de esperanza cierta en esta encrucijada!? Ante tantos errores y desventura de la sociedad contemporánea ¿No será acaso que Ella misma prepara el Triunfo final de su Corazón Inmaculado?
El mensaje profético
En cuanto al mensaje profético de María en Medjugorje, después de estos años de apariciones diarias, podríamos dividirlo en tres relevantes fases.
La primera comprende el tiempo transcurrido desde la Primera aparición -24 de junio de 1981- hasta el día antes a la realización del primer “secreto” que la Virgen confía a los muchachos. Este será advertido al mundo por un sacerdote tres días antes de su verificación; de esta manera, quienes sigan de cerca el acontecimiento, podrán interceder con sus oraciones y ayunos, a fin de pedir por la conversión de los hombres. La realización del secreto anunciado previamente, servirá, como una confirmación de la autenticidad del Mensaje de Medjugorje.
La segunda fase es el período de la realización de los “10 secretos”; es decir, de los 10 acontecimientos que están por ocurrir en el mundo y de los que, los videntes, serán testigos. Según los videntes el 7º “secreto” es un castigo por los pecados del mundo, pero por las oraciones y ayunos que se han hecho, ha sido mitigado; no cancelado.
El tercero se refiere a un signo visible y permanente que la Virgen dejará al final de las apariciones diarias en la Colina de la Paz en Medjugorje. De modo, que los dos primeros, a modo de advertencia, son una preparación al gran signo visible y una invitación a la conversión y la paz.
La tercera fase del Mensaje será la transformación del mundo; a modo de una nueva primavera de vida cristiana; después de la realización de los diez secretos.
Especial mención, también hay que hacer, además, de la gracia extraordinaria que recibió la vidente, Mirjana Dragicevic, a quien la “Gospa” eligió para dar a conocer el desarrollo de los “10 secretos’. Según Mirjana, desde el 25 de diciembre de 1982, no tuvo más apariciones diarias. Sin embargo, años más tarde, la Madre de Dios, le pidió encontrarse con Ella el 2 de cada mes para orar especialmente por los ateos, a quienes la Virgen llama: “quienes no han experimentado el amor de Dios en sus corazones”. La Virgen quiere, que el día 2 de cada mes, se ore especialmente por ellos.
Los mensajes principales
Cada mensaje que la Virgen da es importante, porque viene del cielo. No obstante, lo esencial de este gran episodio mariano que vivimos, se puede resumir en los siguientes puntos: La paz del mundo está siendo amenazada, y el camino para lograrla no es otro, que LA CONVERSION INMEDIATA DE LOS HOMBRES, CUYO PEOR PECADO ES LA CRECIENTE INDIFERENCIA ANTE DIOS. La Virgen aparece durante tanto tiempo evangelizándonos y enseñándonos con sus mensajes, a vivir la vida cristiana para que triunfe la paz. Sus mensajes aparecen como una especie de catecismo mariano que invitan a la paz, la conversión y la santidad de los fieles. Si se desatiende esta llamada y este “tiempo de gracia”, será inevitable la “purificación dolorosa” de la humanidad. Por tal razón, la Virgen continúa apareciéndose, invitándonos a todos a la conversión. El mensaje, pues, es urgente y es de esperanza.
Los mensajes principales que la Virgen enfatiza en estos años, y alrededor de los cuales giran siempre todos los demás, se resumen en cinco:
- La Oración con el corazón que debe abarcar: tres partes del rosario diariamente, la lectura y meditación de la Biblia y la participación semanal en un Grupo de Oración.
- La participación diaria -si es posible- en la Santa Misa y la Adoración a Jesús Sacramentado.
- La Confesión mensual, y siempre que se tenga conciencia de haber pecado gravemente.
- El ayuno a pan y agua todos los miércoles y viernes del año que no coincidan en solemnidades.
- La Bendición anual de las familias y portar siempre objetos religiosos benditos.
¿Por qué Reina de la Paz?
El titulo de “Reina” es atribuido a la santísima Virgen María por la tradición cristiana desde inicios del s. IV. Sin embargo, no fue hasta 1917 cuando el calificativo “de la Paz” se hizo popular y universal, debido a las circunstancias generadas en Europa a razón de la primera guerra mundial: el sumo pontífice Benedicto XV sintiéndose impotente frente a los estragos de la guerra europea, mandó añadir a las letanías del santo rosario, la advocación: “María Reina de la Paz, ruega por nosotros”.
En los años que sucedieron al Concilio Vaticano II, también el Papa Pablo VI, en la Exhortación Apostólica Marialis Cultus de 1974 -para la recta ordenación del Culto a la Virgen- propuso a la Iglesia dirigirse cada año a “María Reina de la Paz” con ocasión de la “Jornada Mundial de la Paz”. Menciona: “En la nueva ordenación del período natalicio…” al celebrarse “la solemnidad de la Maternidad de María, ésta, fijada en el día primero de enero… está destinada a celebrar la parte que tuvo María en el misterio de la salvación… y es asimismo, ocasión propicia para renovar la adoración del recién nacido Príncipe de la Paz, para escuchar de nuevo el jubiloso anuncio angélico (Cf. Lc 2,14) y para implorar de Dios por mediación de la Reina de la Paz, el don supremo de la paz” MC 5.
Desde tiempos remotos la advocación a “María Reina de la Paz” también ha formado parte del patrimonio espiritual de algunos institutos de vida consagrada y ha sido patrona de algunas naciones, como el caso de El Salvador. Con todo, la extensa difusión de dicha advocación en estos tiempos, obedece al testimonio de la Parroquia de Santiago Apóstol de Medjugorje (Bosnia Herzegovina), donde seis jóvenes, aseguran recibir de la Virgen tal advocación, para ser invocada como recurso seguro frente a los peligros que nos amenazan.
Reflexión teológica
La profunda razón sobre la que se fundamenta la dignidad de María como “Reina de la Paz”, radica esencialmente, en tres principios teológicos: su maternidad divina, por ser colaboradora estrecha de la redención y por su participación en el nacimiento de la Iglesia.
1. En la Sagrada Escritura cuando el Ángel Gabriel le anuncia a María el nacimiento de su Hijo se afirma: “Se le llamará hijo del Altísimo y el Señor Dios le dará el trono de David, su padre, reinará sobre la casa de Jacob por los siglos y su reino no tendrá fin” Lc 1, 32-33. María, entonces, es madre de un rey de quien se dice que su reinado es eterno, y por consiguiente, de paz; “el Príncipe de la Paz, cuyo señorío es grande y su paz no tendrá fin sobre el trono de David y sobre su reino, para restaurarlo y consolidarlo por la equidad y la justicia” ls 9,5-6.
María participa de ese reinado porque le da la vida a Cristo, y Cristo, desde el primer instante de su concepción, es “el Rey y Señor de la Paz”; incluso como hombre, debido a la unión hipostática de la naturaleza humana con el Verbo de Dios. El misterio de su reinado de paz se confirma en su nacimiento por la multitud del ejército celestial que alaba a Dios diciendo: “Gloria a Dios en las alturas y en la tierra paz a los hombres en quienes El se complace” Lc 2, 4.
2. María también es Reina de la Paz, porque por voluntad del mismo Dios participó, como ninguna otra criatura, en el misterio de nuestra redención: “mientras su hijo pacificaba con su sangre el universo entero, se mantenía intrépida junto a la cruz” asociando sus dolores y sufrimientos a los del Hijo; momento cumbre de la reconciliación y de la paz de la humanidad. Escribe San Pablo de ese instante: “Porque Él es nuestra paz: el que de los dos pueblos hizo uno, derribando el muro divisorio, la enemistad… para crear en sí mismo, de los dos un sólo Hombre Nuevo, haciendo las paces, y reconciliar con Dios a ambos en sólo cuerpo, por medio de la cruz, dando en sí mismo muerte a la Enemistad” Ef 2, 14-16.
3. María además, es Reina de la Paz, porque estuvo en el Cenáculo con los Apóstoles reunida en oración en la espera del Espíritu de la paz, de la unidad, de la caridad, y del gozo. Su Hijo había prometido que, por medio del Espíritu, les enseñaría todo y les recordaría todo lo que ya les había dicho (Cf Jn 14, 26). Por tal razón, les dejaba su paz: “Mi paz os doy; no os la doy como la da el mundo. No se turbe vuestro corazón ni se acobarde” (Jn 14,27). La Virgen junto a los discípulos ha recibido el Espíritu de la paz y queda constituida como Reina de la Paz por su desposorio singular con la tercera persona de la Santísima Trinidad, el cual recibe en su Concepción Inmaculada y al momento de la Encarnación del Hijo de Dios. En el nacimiento de la Iglesia está presente María participando por el Espíritu de la paz del reinado nuevo de su Hijo Jesucristo.
María Reina de la Paz en Medjugorje
Según el testimonio de los videntes de Medjugorje, la primera vez que la Virgen pidió ser invocada como “Reina de la Paz”, fue el 6 de agosto de 1981. Dos meses después de la primera aparición. Ese día la Iglesia celebraba la memoria litúrgica de la Transfiguración de Jesucristo, coincidiendo, además, con la nefasta fecha de la explosión de la primera bomba atómica en Hiroshima (en 1945).
La segunda vez fue el 12 de octubre de 1981; memoria litúrgica de La Virgen del Pilar para Hispanoamérica y mes del Rosario. Ese día mencionó: “Yo soy la Madre de Dios y la Reina de la Paz”. Cabe destacar, por otra parte, que desde el principio, la aludió como la verdadera razón de su visita, en favor de la paz, cuando mencionó el 26 de junio de 1981 con lágrimas en sus ojos: “Paz, paz, paz, reconciliaos, la paz debe reinar entre Dios y los hombres, y en los hombres entre sí. Para esto se necesita tener fe, orar, ayunar y confesarse…, si me escucháis a mí os salvaréis, de lo contrario, os autodestruiréis”.
La fecha que la Madre de Dios eligió para la conmemoración anual de su fiesta Reina de la Paz, fue: El 25 DE JUNIO.
En otros mensajes, a lo largo de todos estos años, la “Gospa” ha enfatizado el propósito de su venida. Veamos algunos:
“¡Queridos hijos!: Hoy os invito al abandono total en Dios. Todo lo que hacéis y todo lo que poseéis entregádselo a Dios, para que Él pueda reinar en vuestra vida como Rey de todo. No tengáis miedo porque yo estoy con vosotros, aún cuando creéis que no hay camino de salida y que Satanás reina. Yo os traigo la paz. Yo soy vuestra madre y la Reina de la Paz. Os bendigo con la bendición de la alegría para que Dios sea todo en vosotros en la vida. Sólo así el Señor podrá guiaros a través de mí en la profundidad de la vida espiritual. ¡Gracias por haber respondido a mi llamada!” 25-7-88.
“¡Queridos hijos!: Os llamo a la paz. Vivid la paz en vuestro corazón y en vuestro ambiente para que todos puedan conocer la paz que no viene de vosotros, sino de Dios. Hijos míos, hoy es un gran día, regocijaos conmigo. Celebrad el nacimiento de Jesús con mi paz, la paz con la cual he venido como vuestra madre Reina de la Paz. Hoy os doy mi bendición especial: llevadlo a cada criatura para que tengan paz. ¡Gracias por haber respondido a mi llamada! Navidad 88.
“¡Queridos hijos!: Hoy os invito a la paz. He venido aquí como Reina de la Paz y deseo enriqueceos de mi paz materna. Queridos hijos, yo os amo y deseo guiaros a todos hacia la paz que sólo Dios os puede dar y que enriquece cada corazón. Os invito a que os hagáis los portadores y testigos de mi paz en este mundo sin paz. Que la paz reine en el mundo que está sin paz y, sin embargo, la desea ardientemente. Os bendigo con mi bendición materna. ¡Gracias por haber respondido a mi llamada!” 25- 7-90.
“¡Queridos hijos!: Hoy os invito, en modo especial, a orar y a ofrecer sacrificios y buenas obras por la paz del mundo. Satanás es fuerte y con todas sus fuerzas desea destruir la paz que viene de Dios. Por lo tanto, queridos hijos, orad conmigo en modo especial por la paz. Yo estoy con vosotros y deseo ayudaos con mis oraciones para conduciros por el camino de la paz. Yo os bendigo con mi bendición materna. No olvidéis vivir los mensajes de la paz. ¡Gracias por haber respondido a mi llamada!” 25-10-90.
“¡Queridos hijos!: Hoy os invito, en modo especial, a orar por lo paz. Queridos hijos, sin la paz no podéis experimentar el nacimiento del Niño Jesús: ni hoy ni en vuestra vida diaria. Por eso orad al Señor de la Paz para que os proteja bajo su manto y os ayude a comprender la grandeza y la importancia de la paz en vuestros corazones, de manera, que, desde vuestros corazones, la podáis difundir al mundo entero.
Yo estoy con vosotros e intercedo por vosotros junto a Dios. Orad, porque Satanás quiere destruir mis proyectos de paz. Reconciliaos los unos con los otros y ofreced vuestra vida para que la paz reine en toda la tierra. (Gracias por haber respondido a mi llamada!” Navidad 90.
“¡Queridos hijos!: Hoy como nunca antes os invito a la oración. Que vuestra oración sea oración por la paz. Satanás es fuerte y desea destruir, no sólo la vida humana sino la naturaleza y el planeta en el que vivís. Por eso, queridos hijos, orad para que puedan ser protegidos, por medio de la oración, con la bendición de la paz de Dios. Dios me ha enviado en medio de vosotros para ayudaos. Si queréis, aferraos al rosario; ya sólo con el rosario podéis hacer milagros en el mundo y en vuestra vida. Yo os bendigo y permanezco con vosotros hasta que Dios lo desee. ¡Gracias porque vosotros no traicionareis mi presencia aquí! ¡Gracias porque vuestra respuesta sirve al bien y a la paz! ¡Gracias por haber respondido a mi llamada!” 1-1-91. (Con ocasión de las guerras del Golfo Pérsico y los Balcanes, y frente a los cambios de la antigua Unión Soviética).
¿Cuándo y cómo hacer la Novena?
La Novena a María la Reina de la Paz comienza el 16 de junio y termina el 24, Solemnidad del Nacimiento de San Juan Bautista. Recordamos que una Novena es siempre un tiempo de oración, penitencia y conversión como preparación para una gran fiesta. Las Novenas en la Iglesia Católica se popularizaron, encontrando eco en el tiempo de oración que vivió María y los Apóstoles en el Cenáculo de Jerusalén, en la espera pentecostal del Espíritu. Por tanto, cada Novena tiene como fin: introducir a los fieles con María en el Cenáculo para actualizar la gracia de Pentecostés y, por ésta, la renovación de la fe bautismal y crismal.
Concluido el período de oración, penitencia y conversión, celebramos con gozo, cada 25 de junio, la gran fiesta de María Reina de la Paz. Cabe señalar, además, que la Novena que a continuación presentamos, puede rezarse cualquier mes del año, comenzando siempre el día 16 del mes hasta el 24. De esta manera podrá servir de intercesión por la paz y podrá preparar al devoto de María para recibir el próximo mensaje que aún nos trae el 25 de cada mes.
La Virgen espera que durante su Novena, los fieles acudan a la Confesión y recen cada día el santo Rosario. Que además dediquen algún tiempo a la Adoración a Jesús Sacramentado y, de ser posible, asistan a Misa diariamente.
La oración inicial de la Novena, para todos los días, según indicación de la Virgen, es la Oración al Espíritu Santo (véase pág. 52) y la conclusiva: el MAGNIFICAT (pág. 53). Téngase en cuenta que ella misma cada año reza esta oración durante la Novena en Medjugorje.
Mensaje de preparación a la Novena:
“¡Queridos hijos!: También hoy os invito a la oración. Ahora, como nunca antes, cuando mi plan ha comenzado a realizarse, Satanás es fuerte y quiere destruir mis proyectos de paz y de gozo, y haceos pensar que mi Hijo no es poderoso en sus decisiones. Por lo tanto os invito, queridos hijos, a orar, y a ayunar aún más intensamente. Os invito a alguna renuncia en los próximos nueve días, para que, con la ayuda de vosotros, se cumpla todo lo que quiero realizar según los secretos que comencé en Fátima. Os invito, queridos hijos, a comprender la importancia de mi venida y la seriedad de la situación. Quiero salvar todas las almas para presentarlas a Dios. Por lo tanto, oremos, para que cuanto ya he comenzado se realice plenamente. ¡Gracias por haber respondido a mi llamada!” 25-8-91.
Para bajar la Novena:
NOVENA_A_MARIA_REINA_DE_LA_PAZ