Mensaje del 25 de Abril de 2000

“¡Queridos hijos! También hoy los invito a la conversión. Se preocupan demasiado de las cosas materiales y poco de las espirituales. Abran vuestros corazones y de nuevo trabajen más en la conversión personal. Decidan cada día dedicar tiempo a Dios y a la oración hasta que la oración se convierta para ustedes en un encuentro gozoso con Dios. Sólo así vuestra vida tendrá sentido y con gozo meditarán sobre la vida eterna. ¡Gracias por haber respondido a mi llamado!”

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