Mensaje de Maria Reina de la Paz en Medjugorje del 25 de julio de 2008
“¡Queridos hijos! En este tiempo, en que piensan en el descanso del cuerpo, yo los llamo a la conversión. Oren y trabajen de modo que su corazón anhele a Dios Creador, quien es el verdadero descanso de su alma y de su cuerpo. Que Él les muestre su rostro y les done su paz. Yo estoy con ustedes e intercedo ante Dios por cada uno de ustedes. ¡Gracias por haber respondido a mi llamada!”
El descanso es inherente en todas las creaturas. Hay tiempo para descansar cuando la tierra descansa. Las plantas tienen tiempo de descanso. El hombre tiene tiempo de descanso. El hombre por su naturaleza necesita trabajar. El hombre trabaja físicamente, mentalmente y con sus facultades intelectuales. El hombre tiene su biorritmo y actúa de acuerdo a él. Para tener una vida saludable en cuerpo, alma y en todas las emociones y regalos que Dios le ha conferido al hombre, se necesita el descanso. El hombre tiene sus límites, al igual que sus poderes, pero también tiene sus metas y trabajos. Para que todo esto pueda funcionar harmoniosamente y producir frutos, el hombre tiene que cuidar su salud. Este principio era también muy importante para los paganos. “Mens sana in corpore sano” – Mente sana en cuerpo sano.
Hoy en día, cuando la cultura del cuerpo ha pasado a ser un culto al cuerpo y a la corporeidad, muchos anteponen todo a sus cuerpos, a su apariencia, a su placer e instintos. Un individuo normal, con salario promedio, se une al flujo de turistas, la masa de gente que en el tiempo de verano se moviliza para buscar la paz y recuperar sus energías en el calor del mar y el reposo. Un descanso positivo une y fortalece a la familia. Los padres y sus hijos buscan un ambiente diferente en el cual puedan sanar las heridas y tensiones que han acumulado durante el curso de un año de trabajo diario, y así puedan fortalecer y refrescar sus relaciones familiares.
El descanso produce frutos muy positivos. Nos restaura con nosotros mismos y con nuestros semejantes, y nos ayuda a tener una actitud mas positiva hacia nuestro trabajo y esfuerzos. Al salir del ambiente diario, el hombre encuentra un nuevo ambiente, gente nueva, nueva cultura, diferentes ritmos y estilos de vida. Al conocer un nuevo pueblo, recibimos la influencia de su historia, su tesoro cultural. Recibimos la oportunidad de unir lo placentero con lo útil – los viajes, sus nuevos descubrimientos y entendimientos.
La Virgen puede ver también el otro lado de nuestro descanso. Ella ve nuestras fragilidades que se han metido en nuestro interior, como una droga o enfermedad no deseada, en el tiempo y las circunstancias en los que tomamos nuestro descanso hoy en día. Con su despiadado egoísmo y sus inmoralidades, el hombre ha puesto nuestro ambiente en peligro, nuestros lugares públicos de baño y nuestros centros turísticos. Alguna gente ha interpretado los días de fiesta como un tiempo de libertad sin límites, de escape a las reglas morales y a los mandamientos de Dios. Es por esto que el llamado a la conversión es tan sanador y le llega a cada corazón, cada familia y cada ambiente. El descanso no sucede en conflicto con Dios y contra la voluntad de Dios, sino en el conocimiento de Su voluntad y de Su amor.
El descanso para mi cuerpo y para mi alma está en mi Dios. Sólo Él, mi creador, puede satisfacer y llenar mi corazón con paz y gozo. Nuestro Dios conoce nuestros corazones. Él nunca ha hecho un diagnóstico errado, ni ha recetado la medicina equivocada para nuestras debilidades. Por el contrario, como Creador que es, no quiere quitarme mi libertad, sino protegerme de la esclavitud. Él no quiere ponerme en peligro con Su programa, que es lo mismo que Su voluntad, sino ayudarme a realizarlo para que mi corazón y mi cuerpo puedan descansar en Él y con Él.
Nuestra Madre nos invita a orar y trabajar. Muy a menudo perdemos este regalo. Regularmente, cuando salimos en días de fiesta, dejamos atrás nuestras costumbres Cristianas, en nuestra casa o en nuestra parroquia. Durante las vacaciones, en el nuevo entorno, muchas veces dejamos a un lado nuestras costumbres Cristianas. Vivimos las vacaciones como si no hubiera un Dios. Como si le diéramos la espalda y lo excluimos de nuestras vacaciones. Esto no es bueno. Esto mata, bloquea, corroe nuestra vida espiritual.
Los sabios dicen que un pájaro necesita sus dos alas para volar, que usamos dos remos para remar, que trabajamos con dos manos… Así también nuestra vida debe incluir este principio que San Benito resumió en un llamado simple pero poderoso: ¡Oren y trabajen!
¿Cómo vamos a orar y trabajar? Esta pregunta requiere nuestra corrección diaria, nuestra participación, nuestra perseverancia para construir nuestra espiritualidad y santidad.
La oración y el trabajo me hacen anhelar a Dios. La oración y el trabajo, permeado de bendiciones e inspirado por la gracia, me aproxima y me sumerge en el amor de Dios, el cual yo comparo con un mar inmenso. Este océano de amor y bondad divina, de paz y de gozo, se convierte en mi descanso. En este sacramento inmenso del amor, todo corazón y toda maldad se sanan. Todo residuo de inseguridad se derrite y se purifica en este amor inmenso de Dios. Él no me da de comer migajas, ni me sana fugazmente, parcialmente—sino por completo. Él –nuestro Padre Bueno – nos mostró su faz en su Hijo Jesucristo. Él mostró Su corazón en Jesucristo y en todas Sus creaturas. Que maravilloso es oír su llamado: “Vengan a mí todos ustedes que están cansados y agobiados, y yo les daré descanso.” El asunto es descansar. Yo, que estoy cansado, necesito descanso. Yo, que estoy preocupado, necesito despreocuparme. Solo Él, mi Salvador, me ofrece esta clase de descanso y seguridad para mi alma y para mi cuerpo. De esta manera nos muestra su rostro de Padre bueno y misericordioso. No se comporta como un gerente de hotel que promueve y atrae a sus huéspedes, sus clientes. Lo que Él nos ofrece, otros no lo pueden tener ni lo pueden dar, porque no lo tienen. Él sana por completo mi corazón agitado, desesperado y herido. Él sana. Él consuela. Él da reposo. Él es mi paz y mi bienestar.
Así como el profeta Elías en el monte Horeb encontró a Dios en un suspiro después de un viento fuerte, un terremoto y un fuego – así yo también puedo reconocer el rostro de mi Dios en la oración diaria, la Misa y la lectura de la Biblia. No debo dejar ni olvidar ninguno de estos en casa. Estas son las herramientas principales que tengo para equipar a mi familia en las vacaciones.
Nos llena de alegría nuevamente escuchar las palabras tiernas y amables al final del mensaje. Yo estoy con ustedes e intercedo por ustedes ante Dios. ¿Cómo podría un niñito comenzar a gatear o a hablar si no hubiera una madre comprometida con ese niño? Si no hubiera una madre que despertara los dones y cultivara las virtudes de su querido hijo?!
¡Querida Madre! Te hemos comprendido muy bien. Gracias por tus enseñanzas y por tu ayuda. No tenemos nada de miedo porque sabemos que estás con nosotros.
En este mes oremos por las siguientes intenciones:
1. Que nuestra vida cristiana sea un símbolo para toda la gente, especialmente en nuestras vacaciones. Que nuestra gente joven no sea víctima de los falsos ídolos y de aquéllos que ofrecen falsas libertades y falso éxito; que ofrecen el placer en cosas viciadas como las drogas, el alcohol y la lujuria.
2. Por todos los jóvenes que han escuchado la voz de su Pastor, el Papa, para que puedan responder a Cristo y a la Iglesia. Por todos aquellos que están buscando un modelo y un ideal, para que puedan encontrarlo en Jesús; y por los que sienten el llamado al orden sacerdotal, para que puedan responder con entusiasmo y amor.
3. Por todos los peregrinos que en estos meses van al mundo por medio de sus peregrinajes a Lourdes y Medjugorje. Para que puedan ser la voz y el signo de Dios que todo el mundo busca y necesita. Por nuestros videntes y sacerdotes que administran los sacramentos en Medjugorje y otros lugares santos, para que puedan mostrarle a los peregrinos el rostro del Padre Bueno y Misericordioso.
¡Queridos hermanos y hermanas! Recibamos este mensaje llenos de gratitud y pongamoslo en práctica con entusiasmo. Querida Madre, bendice nuestra familia de oración y que podamos perseverar en vivir los mensajes. Con todo mi corazón los saludo y oro por cada uno de ustedes.
Suyos en la fe,
Fr. Jozo Zovko, o.f.m.