“¡Queridos hijos! Con gran alegría les traigo al Rey de la Paz para que El los bendiga con su bendición. Adórenlo y dediquen tiempo al Creador, quien su corazón anhela. No olviden que están de paso en esta tierra y que las cosas les pueden dar pequeñas alegrías, en cambio, por medio de Mi Hijo se les regala la vida eterna. Por eso estoy con ustedes, para conducirlos hacia lo que su corazón anhela. ¡Gracias por haber respondido a mi llamado!”
Mis queridos hermanos y hermanas,
Este es un mensaje de Navidad y también es el último mensaje de este año. En el tiempo previo a la Navidad, fuimos testigos de nuestra preparación y de nuestro máximo esfuerzo y tareas para preparar el camino del Señor que estaba por venir. A todos los que han abierto sus corazones, la Santa Madre y Virgen quiere decirnos: “Con gran alegría les traigo al Rey de la Paz para que Él los bendiga con su bendición.” ¡Cuántos corazones han recibido este regalo precioso del Rey de la Paz en el Sacramento de Reconciliación y en la Santa Comunión!. Han recibido esto en completa unión con la Iglesia, que los ha preparado para abrir sus corazones a éste regalo – el Rey de la Paz – mediante oraciones, ayunos, las Misas Vespertinas y los sacramentos. Esta Paz y Alegría de Navidad brilla a través de los corazones que se regocijan.
Dichos creyentes son completamente diferentes a aquellos motivados por la compra de regalos para llevar alegría a sus corazones y los corazones de los demás. Dado que esto no es posible, una vez más, estos individuos se engañan y se desilusionan. Después de la fiesta, permanecen aún más vacíos y cansados. Esto no es la navidad. Les falta Jesús, el Rey de la Paz. Les falta Su Paz y Su Alegría, la que Él otorga para preparar los corazones, las familias y a la Iglesia.
La vida y corrida frenética inspirada y movida por la inclinación y el deseo que la meta es poseer y disfrutar, no ha sido jamás bendecida. De hecho, esto es en vano. Es muy triste reconocer y vivir cerca de alguien que sólo vive para las cosas. Nuestro corazón y nuestra naturaleza anhela algo superior, mayor que las cosas del placer. Nuestro corazones sólo pueden ser satisfechos y llenados plenamente por nuestro Creador, por Dios que vino como el Cristo, el Rey de la Paz.
Por esta razón, esta enseñanza tan cálida y Maternal es para cada uno de nosotros: “Adórenlo y dedíquenle tiempo al Creador a quién anhelan nuestros corazones”. Nuestras escenas de pesebres en las Iglesias y en nuestras casas no son decoración o folklore. Éstos son un lugar de oración y adoración al Rey y al Señor. Es tan importante para nosotros que encontremos el tiempo para orar y para agradecer Su nacimiento y nuestra salvación. Un pesebre que no reúne a la familia a orar es un signo vacío para nosotros y para nuestros hijos. Estaría al nivel de las falsas vidrieras y las ciudades iluminadas, que es una manera externa de mostrar su tradición pero no su fe, agradecimiento y amor hacia la Madre y el Niño que nos ha sido dado.
Nuestra Señora nos llama a adorar a Jesús, Nuestro Rey. Desde el comienzo, Ella nos ha pedido esto en Sus Mensajes. Es por esto que nuestra comunidad orante en su programa vive de la Eucaristía y adora la real presencia de Jesús en el Santísimo Sacramento. Desafortunadamente, algunos miembros se excusan fácilmente y se liberan ellos mismos de la Adoración de los jueves o del ayuno de los miércoles y los viernes. En la Adoración estamos tan cerca de Él. Estamos a Sus pies, escuchando Su enseñanza de gracia y recibiendo Su Bendición y Paz. Nuestra vida y nuestro corazón anhelan a Dios. Cada vez que nos reunimos para orar, como reflejo del mensaje de la Reina de la Paz y en Adoración al santísimo Sacramento, le estamos dando un tiempo importante a Aquel a quién anhelamos.
Mis queridos, una vez más, Nuestra madre bondadosa nos previene para que no nos olvidemos que estamos de paso en este mundo. Es muy doloroso escuchar o hablar con una persona que actúa y vive como si jamás se fuese a morir o a rendir cuentas de su vida a Dios. Es muy difícil cuando nos encontramos con personas que, sumidas en su egoísmo, no sienten ninguna responsabilidad por los demás con quienes comparten sus vidas y dones y que no piensan en lo más mínimo en aquellos que vendrán después de ellos. Es por todo esto que hemos contaminado el aire que respiramos, que hemos envenenado la comida que comemos, y también envenenado la familia en la que nacimos y fuimos criados. Hemos envenenado la tierra, los corazones y todo lo que hemos tomado con nuestro egoísmo como si sólo fuese nuestro. Si no tomamos conciencia de que solamente estamos de paso es este mundo, y que las cosas de esta tierra no son nuestra meta más valiosa, ciertamente nos hemos olvidado de la vida eterna y de la felicidad que no pasa que nuestro Rey de la Paz y Señor no ha traído y no ha dado mediante Su Nacimiento. Esto se refiere especialmente a la tecnología y al ofrecimiento de placer y de ocio. La Navidad no es un tiempo de placer y entretenimiento, es en realidad, un descubrimiento de lo que perdura y es eterno. Todo esto es un regalo para nosotros por el cuál deberíamos estar muy agradecidos. Deberíamos dedicar tiempo a los cantos, a la oración y a escuchar la Palabra de Dios para darle gracias al Señor.
De la manera más bella, la Madre nos explica que Ella está con nosotros para guiarnos hacia eso que nuestros corazones anhelan. Somos como un niño frente a una vidriera que se detiene delante de su juguete, su deseo soñado, tratando de forzar a su madre para que entre al negocio y se lo compre. Si no cumple su deseo, llora y hace un berrinche poniendo usualmente a su madre en una posición incómoda terminando así por ceder. ¿Cómo podemos pasar por este mundo de consumismo y de grandes ofertas cuando nos parece que de algún modo necesitamos de todo esto? Todos los demás tienen ese o aquel producto nuevo, entonces ¿porque yo no lo debería tener?
Déjenme compartir una historia con ustedes. Un ermitaño atravesó una ciudad. Pasó delante de todas las vidrieras y de todos los negocios. Disfrutó mirando todas las cosas lindas que la gente se compraba y se llevaba a sus casas. Se sentía agradecido con todo su corazón por todas estas cosas: por las hermosas ropas, los zapatos caros, por todos los productos alimenticios y por el abundante mercado de frutas y vegetales de todo tipo. Al finalizar el día oró diciendo: “Qué grandioso y bondadoso eres señor. Gracias por todas las cosas lindas que mis hermanos y hermanas están comprando. Gracias por todo pero especialmente por el regalo de sentir que yo no necesito de ninguna de esas cosas. Gracias porque yo soy perfectamente feliz y libre porque no necesito nada de lo que acabo de ver”. Esta es la libertad que necesitamos. Nos hemos hecho adictos a la tecnología y todas esas cosas onerosas convenciéndonos que no podemos estar sin ellas. Como consecuencia de ello, no somos libres.
El mismo día que Nuestra Señora dio este mensaje a través de Marija, Ella explicó a través del vidente Jacov, que no deberíamos buscar la felicidad en las cosas de este mundo pero sí deberíamos abrir nuestros corazones y aceptar a Dios.
En todo lo que tocamos dejamos nuestras huellas y un simple experto revelaría la identidad de la persona que ha tocado ese artículo. Sucede lo mismo con nuestros corazones cuando miramos los anuncios de la televisión, los diarios u otro medio de comunicación. Queda un sello bien definido de nuestra adicción o nuestra libertad. Dios quiere que seamos libres. Él no quiere que vivamos para las cosas sino que vivamos para Él; que es nuestra paz y lo es todo para nosotros. Perseveremos en la Maternal escuela de Nuestra Señora, no la rechacemos o llevemos al corazón superficialmente. Este mensaje se basa completamente en los Evangelios: “Jesús le dijo, si quieres ser perfecto, ve y vende todo lo que tienes y dáselo a los pobres, y tendrás un tesoro en el cielo, y sígueme”. (Mt. 19, 21 – 22)
Este mes oraremos por las siguientes intenciones:
1 Por todos los Cristianos que celebran la Navidad, para que no hagan de ella un comercio, o la tomen como días de visitas y borracheras. Para que nuestras debilidades no transformen a Dios y a Su Gracia en una sombra de placer y celebraciones falsas.
2 Para que todas las familias cristianas puedan mantener y transmitir a sus hijos la verdadera educación Cristiana y la tradición de celebrar la Navidad durante este tiempo.
3 Por nuestra Comunidad Orante y por todos los peregrinos para que seamos un buen ejemplo en la fe para todos, y que digna y humildemente podamos mostrar el camino correcto en el mundo actual. Para que vivamos decididamente los mensajes que darán el fruto tan necesario para la Iglesia de hoy en día y para todo el mundo.
Mis queridos, les ruego e imploro que no sean como este mundo con su mentalidad tan pagana, que trata de sacar a Cristo, Nuestro Señor y a Su Madre fuera de este mundo y de este tiempo. Respondamos al llamado al que fuimos invitados.
A todos ustedes les deseo un Año 2008 lleno de gracia y bendiciones.
Sinceramente suyo en cada oración y en cada bendición,
Fr. Jozo Zovko o.f.m.
27 dic 2007 – Siroki Brijeg