Mensaje de Maria Reina de la Paz en Medjugorje del 25 de agosto de 2008
“¡Queridos hijos! También hoy los invito a la conversión personal. Sean ustedes quienes se conviertan y con su vida testimonien, amen, perdonen y lleven la alegría del Resucitado a este mundo en que mi Hijo murió y en que la gente no siente la necesidad de buscarlo ni descubrirlo en su vida. Adórenlo y que vuestra esperanza sea la esperanza de aquellos corazones que no tienen a Jesús. ¡Gracias por haber respondido a mi llamado! ”
¡Queridos hermanos y hermanas!
Después de la Novena por la Asunción de la Virgen María y de la celebración de su Fiesta – cuando verdaderamente se puede reconocer al pueblo de Dios, las personas íntimamente conectadas, tan unidas a través de las devociones y promesas a la Madre, cuando nuestros corazones rebozan de felicidad y agradecimiento por las gracias recibidas – la Reina de la Paz se dirige ahora a nosotros con un semblante serio y con mensajes profundos y significativos. Luego del Festival de la Juventud, después del retiro para sacerdotes, después de toda esa multitud de personas reunidas alrededor de la Madre, nuestros corazones quedaron asombrados al escuchar las palabras: “También hoy los invito a la conversión personal.” Esto significa que todos están llamados a la conversión personal. La conversión pertenece al pueblo de Dios – la Iglesia, como único camino al Señor. Es una máxima angelical para todos, que el hombre en su libertad puede ofrecer al Señor. Es decir, nunca podré amar ni imitar al Señor suficientemente. Nunca podré armonizar mi voluntad a la voluntad de Dios. Siempre tenemos dificultades y caídas que tienen su raíz en nuestro egoísmo, nuestra soberbia, y nuestra desobediencia a las inspiraciones del Espíritu Santo. Es por eso que la parábola del sembrador y la semilla es siempre aplicable. Todas las semillas que cayeron en tierra buena produjeron su fruto: el cien, el sesenta o el treinta por ciento. El treinta y el cien por ciento no son lo mismo. Si hacemos un esfuerzo, es decir, si cultivamos nuestros corazones y los alimentamos con la gracias a través de la oración y los sacramentos, nuestros frutos aumentarán. Por lo tanto, yo soy responsable por mi falta de frutos. Siempre podemos vivir con mayor gracia y por lo tanto con mayores frutos. Es por ello que agradecemos a los santos quienes en su humildad y con su sacrificio nos mostraron como dar mucho fruto. La conversión personal es la respuesta de cada uno a la vida concreta mediante la cual damos testimonio de los valores evangélicos, cristianos y humanos. Nuestra Madre nos pide que demos testimonio de amor y de perdón. Dios es amor. Este es su nombre y su esencia. El creó todo por amor. El dotó al hombre de sus dones: la libertad y el amor. Aquel que no ama, no puede llamarse cristiano, o hijo de Dios. Aquel que no ama ha negado su propia naturaleza y su misión; ha destruido, aniquilado la imagen de su Dios en su interior. Carece de amor, es malo e infiel. Es un árbol estéril, un árbol muerto. Jesús nos manifiesta la plenitud del amor, la imagen divina del Padre amoroso y misericordioso. Este Padre perdona y nos invita a la reconciliación. El amor de Cristo, mostrado especialmente en la Cruz y en los Sacramentos, nos enseña que debemos perdonar, que una gracia especial habita en los corazones del cristiano cuando perdona: como lo hace Jesús, como lo hace el Padre. En toda la revelación emerge una maravillosa imagen de la misericordia divina. Hoy las personas van a los tribunales buscando justicia porque han sufrido la injusticia. Hoy encontramos familias arruinadas por el egoísmo, carcomidas por el orgullo, almas infelices que se acusan mutuamente porque no saben como perdonar. Es por eso que desde el principio la Reina de la Paz nos lleva delante de la Cruz del Señor para aprender de El. Ella nos asegura que en la oración ante la Cruz vamos a encontrar grandes gracias. “Los he redimido; ustedes me pertenecen. Son preciosos a mis ojos y los amo. Una madre puede olvidarse de sus hijos pero yo no puedo olvidarme de ustedes” – así dice el Señor a través del profeta Isaías.
En la Cruz, el Señor con su oración nos enseña: “Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen”.
El mundo de hoy no sabe lo que es perdonar, por el contrario se acusan y odian mutuamente. La Iglesia está en crisis, porque no sabe como perdonar, porque no aprecia el amor y la paz. Nuestra Madre nos invita a contemplar la Pasión y la Muerte de su Hijo y su gloriosa Resurrección, que el hombre de hoy ha olvidado. De hecho, el hombre hoy vive como si Dios no existiera. Muchos cristianos no se diferencian de aquellos que viven sin fe y sin oración. Entonces, ¿dónde está el problema? ¿Acaso radica en Dios y sus mandamientos, revelación o sacramentos? No, el problema está en nosotros. Existen cristianos y sacerdotes como pastores que han leído, han estudiado y que conocen, pero que no dan testimonio con sus vidas. En sus homilías solamente polemizan y predican lo que ellos mismos no viven.
En nuestra comunidad de oración, reconocemos una disposición, que también es un punto de vista: “Yo hago oración pero no me preocupo por los demás.” Recordemos esto: el conocimiento no implica una virtud. Conocer no es lo mismo que creer, es decir, vivir. Nos hemos comprometido a vivir los mensajes de Nuestra Madre. En la festividad de la Asunción de la Virgen María, nuestra Madre dijo al vidente Iván: “Los invito a vivir responsablemente los mensaje. Renueven la oración en la familia, y de esta manera ayudarán a los que están alejados de Dios”
La Reina de la Paz ve tantas personas indiferentes que no han hecho nada por sus vecinos, por aquellos que no conocen a Jesús, por aquellos que no han tenido la gracia de haber nacido en una familia cristiana y haber crecido en un ambiente cristiano. Hoy también, la única prueba de la fe es vivir en la fe y morir por la fe. Medjugorje es un lugar de encuentro de aquellos que están buscando a Dios y que dan testimonio de El con sus vidas… Medjugorje es una escuela viva y práctica de fe. Es por ello que produce los frutos de la conversión. El llamado a la adoración y honor del Santísimo Sacramento es muy importante. Esta oración y adoración de Dios humilde y bueno en el Santísimo Sacramento nos llena de paz y esperanza, de la que carecen aquellos que no lo conocen. La alegría, la fe, la esperanza y la paz, no se compra. No son el resultado de una propaganda sino el fruto de una oración profunda y en unión con Jesús.
Es tiempo de preguntarse uno mismo: ¿a cuántas personas he acercado a la Eucaristía, a la oración, a la vida sacramental con mi apostolado? Recordemos que ninguno de nosotros vive para si solamente. Es tiempo de despertarnos y reconocer que Medjugorje incluye el llamado a la conversión personal, que quiere decir morir a nosotros mismos y a nuestro egoísmo. Medjugorje es exigente y es por ello que muchos lo rechazan eligiendo un camino más fácil y confortable, escondiendo lo que dice la Iglesia.
Hermanos y hermanas, la Reina de la Paz nos habla de aquellos que no tienen a Jesús en sus vidas, en sus corazones, en sus matrimonios…
¿Quién me va a ayudar?
Tomen la imagen del manantial. Todas la las casas obtiene su agua del manantial. El manantial no viene a la casa, sino que el agua del manantial es conducido a las casas, a las familias. Dios es nuestro manantial, y necesita de aquellos que lo lleven a todos los corazones. Dios nos necesita. Nuestra Madre nos necesita y necesita de los peregrinos. Con simplemente venir, nos estamos comprometiendo a llevar al Señor a aquellos que no lo tienen, y que no lo conocen. No existe un llamado mas sublime que éste.
Mis queridos hermanos y hermanas, todo comienza de rodillas con la oración. Vuelvan al llamado y a su compromiso.
Este mes vamos a orar por las siguientes intenciones:
Por nuestro grupo de oración, para que despierte y comience la conversión personal. Medjugorje no es una teoría, o un cuento de niños para niños, sino que es una lucha fuerte mediante la oración y la penitencia por cada alma.
Por los videntes que sufren tantas injusticias, para que sigan dando testimonio de Nuestra Madre con humildad, perdonando y amando a todos. Su llamado es el llamado de un profeta, para que puedan cumplirlo por la voluntad de Dios. Oremos por todos los miembros de la Comisión para que puedan reconocer las gracias que se han manifestado en Medjugorje de manera especial durante veintisiete años y dos meses, y para que puedan protegerlo con la intercesión las la Reina de la Paz.
Por todos los sacerdotes, obispos, peregrinos, para que no hagan de Medjugorje un lugar de turismo sino que preserven cuidadosamente la misión del testimonio. Oremos por todos los enfermos que buscan ayuda y consuelo, para que el Señor derrame generosamente sobre ellos todas las gracias a través de la Reina de la Paz.
Queridos hermanos y hermanas, mientras escribo esto para ustedes, estoy orando desde lo más profundo de mi corazón por cada uno de ustedes, para que perseveren en este llamado tan sublime: dar testimonio de amor y de perdón, llevar la paz y la esperanza a todos aquellos que no la tienen.
Con amor,
Fra Jozo
27.08.2008., Široki Brijeg