“Queridos hijos, mientras mis ojos os miran, mi alma busca almas con las cuales desea ser una sola cosa, almas que hayan comprendido la importancia de la oración por aquellos hijos míos que no han conocido el Amor del Padre Celestial. Os llamo porque tengo necesidad de vosotros. Aceptad la misión y no temáis: os haré fuertes. Os llenaré de mis gracias. Con mi amor os protegeré del espíritu del mal. Estaré con vosotros. Con mi presencia os consolaré en los momentos difíciles. Os gradezco por vuestros corazones abiertos. ¡Orad por los sacerdotes! Orad para que la unión entre Mi Hijo y ellos sea lo más fuerte posible, para que sean una sola cosa. ¡Os doy las gracias!”
1. Desposorio espiritual mariano
Todos los mensajes que la Virgen María transmite al mundo son importantes porque vienen del cielo y ayudan a profundizar la fe. Sin embargo, el mensaje de este 2 de mes es del todo singular, toda vez que la Madre propone a los fieles vivir la unión de voluntades con Ella por medio de una expresión inusual. Ha dicho: “Queridos hijos, mientras mis ojos los miran, mi alma busca almas con las cuales desea ser una sola cosa.”
La expresión “una sola cosa” la ha usado la teología espiritual para describir el último grado de la oración contemplativa vinculada a la conversión personal. Según los grandes maestros de la espiritualidad, la conversión es vía de ascenso continuo a Dios —desde los grados incipientes de la oración vocal y la meditación—, hasta el desposorio espiritual. En los últimos estados de la contemplación se compenetra el alma tanto en Dios, que llega a ser con Él “una sola cosa”. Y subráyese que en el mensaje de este 2 de mes, la propuesta de la Virgen es: encontrar almas que quieran ser con Ella “una sola cosa”. O sea, busca almas que deseen habitar en forma de desposorio espiritual con Ella.
El “desposorio mariano” —del que hoy poco se habla—, es un tema desconocido en muchos, y por lo tanto, no se comprendería su vinculación con el aprovechamiento espiritual de las almas. Sin embargo, numerosos autores en el pasado, no economizaron tinta al exponer a los fieles, que el recurso continuo y confiado a la Virgen María, es un medio irrefutablemente seguro y eficaz, para la transformación y santificación del alma. Así por ejemplo: San Odilón que gustaba hablar de “hacerse siervo perpetuo de María” (1409), los Siervos de María plantearon vivir la “Deditio a la Virgen (1260), san Ignacio de Loyola (1522) el “amor caballeresco a María”, Juan Luenis (1553) “la oblación a María”, Juan de los Ángeles (1608) “la santa esclavitud mariana”, san Juan Eudes (1680) y san Antonio María Claret, “vivir en alianza con la Madre de Dios”, San Luis María G. de Montfort la “consagración a Jesucristo por medio de María”, san Maximiliano María Kolbe (1941) “ser cosa o propiedad de María”, y reciente el Beato Juan Pablo II no dejó de proclamar “Totus Tuus”.
Destáquese entonces, que la invitación de la Madre este mes es diferente porque ha dicho: “mi alma busca almas con las cuales desea ser una sola cosa.” Es decir, invita a los fieles a vivir voluntariamente el desposorio espiritual para de esta manera poderlos conducir a la santidad y al paraíso.
Para comprender mejor la llamada, convendría observar algunos ejemplos. Una madre que da a luz un hijo —después de llevarlo 9 meses en el seno, de nutrirlo con sus pechos y, acariciarlo algunos años—, logra cierta dependencia emocional positiva con él, porque se ha logrado un intercambio incesante de amor. Con el tiempo llega a sentir que con su hijo es “una sola cosa”. Lo mismo ocurre en una relación intensa de noviazgo, y sobre todo, en el matrimonio, porque cuando se vive el amor, la dependencia emocional de los seres que se aman, les hace sentir que son “una sola cosa.” En modo análogo, la Madre de Dios busca almas que lleguen a ser “una sola cosa”, que puedan intercambiar su amor, su voluntad, sus pensamientos y sentimientos con Ella. En suma, que pueda crear una “dependencia emocional” con Su Corazón Inmaculado.
Este nivel de espiritualidad que la Virgen propone, no debe ser imposible para quien ha aprendido a amarla y vive con el corazón sus mensajes. Sin embargo, se puede presentar el inconveniente para quien aún no la conoce o vive una relación superficial con Ella. Toda vez, que el vivir en santa alianza con María conlleva un acto de amor puro que se hace donación después de haber experimentado Su amor, porque “amor con amor se paga”.
El desposorio mariano además, es un recurso seguro para alcanzar la santidad, porque se toma a la Virgen como Madre, Maestra y Esposa del alma, y de esta manera: se llega a ser perfecto discípulo de Cristo y morada eximia y viviente de la Santísima Trinidad. Todo conyugue, antes de entregarse a su pareja en el altar, vive 9 meses primero en el seno de su madre, experimenta su ternura en sus brazos y permanece de por vida en su corazón; ya sea que se case, se consagre a Dios o muera en un accidente. Del mismo modo, María lleva permanentemente en Su Corazón Inmaculado todas las almas que se consagran a Ella: a estas las acompaña, las protege, las cuida, las educa y les hace experimentar Su ternura maternal.
Pero adviértase, que en el mensaje de este 2 de mes, la Madre sugiere que ese proceso del desposorio espiritual inicie con Su mirada maternal. Lo que indica, que bastaría percibir una sola mirada de María, para dar un giro definitivo a la vida y llegar a ser “propiedad incondicionalmente de María” para agradar a Jesús y ser enteramente discípulo suyo.
2. El desposorio mariano hace suyo los sentimientos del Corazón Inmaculado de María.
Cuando los esposos viven su unión estable y fecunda les es fácil intercambiar placenteramente su sentir. Lo mismo ocurre en el desposorio mariano, toda vez que se da una especie de simbiosis con María, a tal grado que el sentir de Ella, la preocupación de Ella, el interés de Ella vienen a ser los mismos del alma que se le ha entregado. Obsérvese por consiguiente, lo que dice en el mensaje de este 2 de mes, cuando especifica que su alma busca almas —que por su unión con Ella— hayan “comprendido su preocupación por quienes no han experimentado el amor de Dios.” ¡Está exponiendo una preocupación concreta! Porque una madre que ve que un hijo se encuentra en peligro por no saber nadar —después de haber caído en un río profundo, aunque ella no sepa hacerlo—, salta a la corriente para tratar de salvar la creatura. Del mismo modo la Virgen María procede en estos tiempos en Medjugorje: salta cada día del cielo a la tierra para salvar a sus hijos que han caído en la corriente del pecado. Especialmente el día 2 de cada mes: salta “por quienes no han experimentado el amor de Dios”. Y por eso busca corazones que salten con Ella y vivan el desposorio espiritual. Porque de esta manera las almas pueden hacer suyos sus sentimientos y la misión de rescate de las almas será exitosa.
¿En qué consiste la misión de interceder por las almas que no han conocido el amor de Dios?
Básicamente engloba 3 cosas:
-a) Experimentar cada día el amor de Dios en el propio corazón.
Para poder cumplir con el encargo de interceder por estas almas, hay que experimentar primero el Amor de Dios en el corazón. De otra manera, se estaría orando por algo que se desconoce y la acción será ineficaz. Consecuentemente, nace la tarea prioritaria de abrirle a Dios las puertas del corazón de par en par. El apostolado comienza en uno mismo. La Madre quiere, que los corazones que intercedan por las almas incrédulas, infundan con el ejemplo de sus vidas el mismo amor de Dios: que sean eucaristías vivientes, carbones encendidos de amor. Así, en humildad y mansedumbre, es posible aplacar la ira de la incredulidad. Y téngase en cuenta que ese objetivo se alcanza sólo —como destaca la Madre— “consumiéndose” en el sagrario o en la habitación a los pies de Jesús. Con la Biblia y el crucifijo entre las manos.
-b) Aferrar en el corazón el sentimiento materno de María por la salvación de las almas que no experimentan el amor de Dios.
Por medio del desposorio espiritual mariano se logra la fusión del Corazón Inmaculado de María con el corazón del alma justa. Si se busca imprimir en la conciencia la opción pastoral de interceder “por quienes no experimentan el amor de Dios” sin haber entregado primero el corazón a la Virgen, la tarea de intercesión terminará desechándose. Porque lo primero es la donación del ser a María. Una madre creyente que tiene un hijo gravemente enfermo no necesita acudir al sacerdote para que este le aconseje rezar por su curación. Del mismo modo, el hijo que se entrega a María, es consciente de la responsabilidad que asume de orar continuamente por quienes “no experimentan el amor de Dios” —sin que la Madre lo advierta reiteradamente. Cuando el corazón vive el desposorio espiritual obedece y no se necesitan argumentos racionalistas que justifiquen la necesidad de inmolación por las almas. El problema persiste cuando las almas se resisten a ser propiedad de María.
-c) Oración y penitencia por quienes no experimenten el amor de Dios.
La Virgen María no viene a la tierra para confundir a los fieles. Considérese que la intención prioritaria de orar y hacer penitencia “por las almas que no experimentan el amor de Dios”, no excluye las demás peticiones que la Virgen ha presentado. Efectivamente, ha pedido “orar por la paz”, o bien ha dicho: “que la mitad de las oraciones deben ser hechas a Dios por las autoridades de la Iglesia”, que “el demonio está más agresivo que nunca y destruye los matrimonios, crea obsesiones y asesinatos”, y para detener esta agresividad “hay que orar en familia y por las familias”, como también “orar por los jóvenes que en este momento se encuentran en una situación muy, muy difícil”. Pero si se examina el fondo de todo este mosaico de intenciones que la Madre presenta, emerge un sólo problema que origina lo demás: las almas no experimentan como deben el amor de Dios. Por eso, cuando la Virgen pide que con prioridad se acoja esta tarea, va a la raíz de todo. Por lo tanto hay rezar y ayunar frecuentemente por esta intención.
3. Intercesión especial de María por las almas que se consagran a Ella.
La tercera parte del mensaje destaca el rol específico que María desempeña hacia las almas que viven en alianza íntima con Ella. Asegura 5 gracias: a) los hace más fuertes en la fe, b) los colma de gracias, c) los protege con amor del espíritu del mal, d) permanece en ellos, e) y los consuela en los momentos difíciles. ¡Y de esta forma no puede haber recompensa mayor! Téngase en cuenta, por lo demás, que no son palabras estimulantes sino efectivas que denotan una particular protección materna que brota de Su Corazón. No hay madre en la tierra que pague mejor con excesos, como María lo hace con las almas que se consagran a Ella.
4. Orar por la unión esponsal de los sacerdotes con Jesús.
La última parte del mensaje no debe verse como una petición añadida, toda vez que la Madre en los mensajes del día 2, por lo general, solicita también la oración por los pastores de la Iglesia. A tal punto, que se puede afirmar que también el día 2 de mes es día de intercesión por los sacerdotes. ¿Qué relación puede haber entre ambas peticiones? La Virgen no lo ha mencionado pero seguramente existe. Recuérdese que los sacerdotes somos los que más podemos hacer algo “por quienes no experimentar el amor de Dios”. Se podría sostener que somos quienes pueden presentar con mayor convicción a los no creyentes —con nuestras vidas y palabras— quien es Dios. Así, debemos comenzar, cuando ofrecemos el sacrificio de la eucaristía el 2 de cada mes, por tener presente en el corazón dicha intención y luego esforzarnos por anunciar con nuestro ejemplo y palabras que Dios está vivo y que, fundamentalmente, es Amor. María urge de los sacerdotes esta tarea y que en medio de nuestras ocupaciones ministeriales, jamás dejemos de vivir el desposorio espiritual con Jesús.
Oremos:
Señor, te pido en este momento por quienes no experimentan Tu amor en sus vidas. Tú sabes que en muchos es difícil descubrir Tu inmenso amor por las heridas que llevan en sus corazones: entre más herido un corazón está, más le cuesta descubrir Tu amor. Por eso Te pido hoy: para que con Tu Sangre redentora cierres esas heridas y las cicatricen que aún quedan por la falta de amor de un padre, de una madre… por las decepciones amorosas, los divorcios, las muertes repentinas de los familiares. El corazón también se hiere por todo pecado grave, por los vicios, los rencores, los odios y las faltas contra la dignidad del ser humano. Jesús sana mi corazón de todas las heridas que el pecado ha dejado en mí: para que también yo pueda experimentar el amor de Tu Padre y pueda interceder por los no creyentes. ¡Quizá, en algunos momentos de mi vida, también yo he ocupado ese lugar, debido a que mi corazón se ha cerrado a Tu amor. Por eso ahora, delante de Ti, te suplico que me cures. Te entrego, en este momento, todas las barreras que en el pasado he puesto entre Tú y yo. Finalmente, entra a mi corazón y sáname, dame, por medio de este acto de amor hacia Ti, un nuevo corazón similar al Tuyo.
Ahora te pido por todos aquellos con quienes me relaciono en mi trabajo, en mi familia, en el barrio. Hay muchos que no experimentan Tu amor por culpa mía. Quiero ser, para ellos, de ahora en adelante, un faro que pueda iluminar sus vidas para que lleguen hasta Ti. Te pido en este momento por cada uno de ellos (menciona aquí nombres específicos).
También te pido Señor, en este momento, por todos los sacerdotes del mundo, especialmente por aquellos de quien recibo tus gracias: por mi párroco, mi confesor, mi padre espiritual. Por los sacerdotes jóvenes, los enfermos y los ancianos. Y particularmente, por quienes atraviesan dificultades en su ministerio y en su vocación: ¡Señor, consérvalos puros y que continúen cultivando generosamente su deseo de servir a la Iglesia como hasta ahora lo han hecho! Jesús, no te separes de ellos, por mis oraciones y sacrificios, úngelos en la verdad y en la belleza del testimonio sacerdotal, del servicio litúrgico, pastoral y docente. Jesús, que todos ellos puedan vivir en plenitud la unión total de voluntades contigo por medio del desposorio espiritual. Atráelos cada vez más a las delicias que sólo se encuentran en Tu Sagrado Corazón y en el Dulce Corazón Inmaculado de María, Madre de todos los sacerdotes. Amén
P. Francisco Ángel Verar