“Queridos hijos, hoy el buen Padre os invita a través de mí para que, con el alma rebosante de amor, emprendáis un camino espiritual. Queridos hijos, llenaros de gracia, arrepentíos sinceramente de vuestros pecados y anhelad el bien. Anhelad también a nombre de aquellos que no han conocido la perfección del bien. Seréis más agradables a Dios. ¡Os lo agradezco!”
La Madre por medio de Mirjana nos ha dado nuevamente un mensaje el día dos de mes. Estos mensajes Mirjana no sabe por cuanto tiempo más los recibirá, como tampoco hasta cuando durará la aparición del día dos de mes. Sin embargo, la Virgen si le ha dicho que recibirá una aparición suya hasta el fin de su vida el 18 de marzo cada año.
Se recuerda que el mensaje del dos y la aparición de la Virgen ese día están relacionados con lo “no creyentes” a quienes la Virgen prefiere llamar “los que no han experimentado el amor de Dios en su vida”. Por lo tanto, el día dos de cada mes es un día de oración que la Virgen a pedido por ellos.
En el mensaje de este mes por los “no creyentes” la Virgen dice: “Queridos hijos, hoy el buen Padre los invita, a través de mí para que, con el alma rebosante de amor, emprendan un camino espiritual.” Esta llamada la Virgen la dirige principalmente a todos aquellos que “no han experimentado el amor de Dios” en sus vidas. Es una llamada de atención hecha con amor. La Virgen como Madre sabe, que nada de lo que el mundo moderno puede ofrecer, se puede igualar a la vida espiritual. Los “no creyentes” lo ignoran, pero también resulta paradójico que muchos creyentes, —inclusive practicantes sabiéndolo—, con frecuencia se les pasa por alto. Por lo que el mensaje también la Madre lo dirige a los creyentes, practicantes o no. A este punto conviene hacernos la pregunta sobre ¿En qué consiste emprender un camino espiritual?
Fundamentalmente, el camino espiritual es solamente uno: el camino que Jesús recorrió y el propuso a sus discípulos. Esencialmente, es el camino del amor, de la alegría, de la paz y del bien. En una palabra es el camino de la santidad. Es el camino de María y de los santos. Recuérdese que es el camino que Jesús propone a todos sus seguidores, la Virgen quiere que hoy sea recorrido por cada uno de sus hijos, por los discípulos de Jesús. Consideremos que por eso precisamente aparece. Ahora bien ¿Cuáles serían los pasos para recorrerlo? La Madre, lo dice, lo primero: “arrepentirse sinceramente de los pecados” y luego colmarse de la gracia de Dios.
La Madre dice: “arrepentirse sinceramente”. Esta expresión es clave, porque mucha gente se arrepiente pero no de corazón, sin sinceridad, sin propósito de enmienda, por y por tanto, la conversión no se logra como se debe. El arrepentimiento de los pecados debe ser siempre pleno conforme a la voluntad de Dios. Sin reservas. Dios que conoce al hombre perfectamente, sabe cuando su arrepentimiento es sincero, de corazón y sabe también cuando el arrepentimiento es falso, una comedia. Es esta la razón por la que muchas veces la conversión no se logra. Muchos alaban a Dios, oyen su Palabra pero no se arrepienten, con sinceridad, por las cosas indebidas que hacen. Por lo tanto no hay verdadera conversión.
El mensaje de este mes es una nueva llamada de la Madre a todos, que invita romper de una vez para siempre con el pecado, con todo lo que ofende a Dios. Y para cumplir con este encargo, también hay que doblar las rodillas ante Dios porque la conversión también es una gracia. Es decir, quien siente que no puede responder a la conversión como es debido, debe implorarle a Dios ese don. Inclusive el don de reconocer los pecados, porque muchos que piensan que actúan en virtud, pueden ofender a Dios sin percibirlo. Por ello el mensaje es clave. La Madre dice: “Queridos hijos, llénense de gracia, arrepiéntanse sinceramente de sus pecados y anhelen el bien.”
Sólo cuando el hombre es capaz de arrepentirse con sinceridad de sus pecados es cuando puede ser colmado de la gracia de Dios y no inversamente. Hay muchos que quieren tener mucha fe como para trasladar montañas y obrar milagros, pero, sin embrago, no quieren adelantar en la virtud. María recuerda que lo primero es siempre la conversión, todo lo demás viene por añadidura.
En el mensaje también la Madre dice: “anhelen el bien.” Esto quiere decir, que no solamente hay buscar romper con el pecado, sino que también hay que cultivar cierto anhelo del “bien” en el corazón. Significa: inclinarse hacia la virtud de “lo bueno” por excelencia. Y eso se logra no sólo por cultivar nobles pensamientos sino también por la oración. En el mensaje anterior la Virgen dijo claramente: “Queridos hijos, en este tiempo, cuando de manera especial oran y buscan mi intercesión, los invito hijitos a orar para que a través de sus oraciones, yo pueda ayudarles a que muchos corazones más se abran a mis mensajes. Oren por mis intenciones. Yo estoy con ustedes e intercedo ante Mi Hijo por cada uno de ustedes.” Orar, pues, significa: anhelar el bien.
En el mensaje también dice la Virgen: “anhelen también a nombre de aquellos que no han conocido la perfección del bien”. Sin mencionar los “no creyentes” o “quienes no han experimentado el amor de Dios”, la Virgen los incluye con la expresión “aquellos que no han conocido la perfección del bien”. No es que la Madre introduzca un nuevo concepto. En el fondo, quienes no han conocido el amor de Dios y quienes no conocen la perfección del bien son los mismos, puesto que la perfección del bien es la perfección del amor. Quien ama experimenta el bien y quien procura el bien ama. Santo Tomás de Aquino definió el amor como “desear siempre el bien a alguien”. Luego, la Virgen nos invita a tener en nuestros pensamientos, penitencias y oraciones a quienes no aman y no procuran el bien. La Virgen ha dicho que son ellos los causantes de todos los desórdenes que hoy padece la humanidad. No de quienes “no creen” o “no practican” la fe sino de quienes no aman o no han conocido la perfección del bien. Y bajo ese criterio entran también los creyentes y quienes puedan practicar la fe. Por eso, cuando oramos por quienes no experimentan el amor de Dios o no han conocido la perfección del bien, nos hacemos un favor a nosotros mismo, porque muchas veces, aún en oración, sino se abre al corazón y si no se busca en humildad a Dios, se puede dejar de experimentar su amor.
Al final del mensaje la Virgen dice: “serán más agradables a Dios.” O sea, que a Dios le agrada que oremos por los “no creyentes” y a nombre de ellos se anhele la “perfección del bien.” Sea alabado Jesucristo!
P. Francisco A. Vérar