“Queridos hijos, aquí me tenéis. Estoy aquí entre vosotros, os miro, os sonrío y os amo como solo una Madre puede hacerlo. A través del Espíritu Santo, que viene por medio de mi pureza, veo vuestros corazones y los ofrezco a mi Hijo. Desde hace tiempo, os pido que seáis mis apóstoles y que oréis por quienes no han conocido el amor de Dios. Pido la oración hecha con amor, que realiza obras y sacrificios. No perdáis el tiempo en pensar si sois dignos de ser mis apóstoles. El Padre Celestial juzgará a todos, pero vosotros amadle y escuchadle. Sé que todo esto os confunde, como también mi permanencia entre vosotros, pero aceptadla con gozo y orad para comprender que sois dignos de trabajar para el Cielo. Mi amor está en vosotros. Orad para que mi amor venza en todos los corazones, porque este es un amor que perdona, da y nunca termina. ¡Os doy las gracias!”
¡Alabado sea Jesus!
Apreciados hermanos: en la aparición, aunque sólo la vidente ve a la Virgen, ocurre algo muy hermoso, la Gospa ve y contempla a todos y cada uno. Ademas lo hace con ternura y actitud de madre: “los miro, les sonrío y los amo como sólo una Madre puede hacerlo. Mientras lees este mensaje, Ella también te contempla, te sonríe y te ama. Ojalá puedas llorar de alegría al saber cuanto te ama. Sus palabras son acogedoras: “aquí me tienes”, “aquí estoy entre ustedes” y al mismo tiempo esta disponible a nuestra atención y necesidades.
El Espíritu Santo y la Santísima Virgen trabajan siempre unidos. Juntos nos dieron a Jesus y juntos hoy nos ofrecen de nuevo al Redentor. El Espíritu de Dios viene desde el corazón del Padre por medio del Hijo y con la intercesión del puro y maternal corazón de María. Contemplan nuestros corazones y con nuestro “si” quieren ofrecerlos a Jesús .
La Reina de la Paz necesita tu colaboración de verdad. ¿Se la estás dando? Pide que seas apóstol, para que los que no han experimentado el amor de Dios, lleguen a sentirlo en sus vidas. Eres apóstol con la plegaria hecha con amor, con el sacrificio y las buenas obras, aceptando la cruz, viviendo y difundiendo sus mensajes. ¡No esperes a ser perfecto para comenzar! ¡No hay tiempo que perder!
El mensaje del Padre lo escuchamos y amamos. ¡Animo! Que gran dignidad es ser elegidos para trabajar por el cielo. El amor de la Madre también está en nosotros, pero debe reinar en todos los corazones; amor que perdona, da y nunca se agota.
Gocemos de su permanencia entre nosotros y nunca nos desanimemos,
Padre Inocencio Llamas