“¡Queridos hijos! Despierten del sueño de incredulidad y pecado, ya que este es un tiempo de gracia que Dios les da. Aprovechen este tiempo y pidan a Dios la gracia de la curación de vuestro corazón, para que con el corazón miren a Dios y al hombre. Oren de manera especial por los que no han conocido el amor de Dios y con vuestra vida testimonien a fin de que ellos también conozcan a Dios y su inmenso amor. ¡Gracias por haber respondido a mi llamado!”
Saludo a todos los que esperan el mensaje de María y que tratan de comprenderlos y vivirlos. Antes de meditar este último mensaje, me gustaría recordar el mensaje del 25 de enero. En ese mensaje, María nos invita a la oración continua. Podemos entender esto y ver que es posible si sabemos que la oración es un encuentro con Dios. Todos sabemos que no es posible rezar el Rosario en forma continua. No podemos estar en la Iglesia o leer la Biblia en forma continua. Pero si nos encontramos con Jesús cuando rezamos el Rosario, cuando estamos en la Misa, en la adoración, cuando nos confesamos – este encuentro puede producirse en todas partes: en la naturaleza, en cualquier tipo de trabajo – porque Dios nos ha dado los dones y los talentos para trabajar – y cuando trabajamos por amor a Dios y a los demás, nos encontramos con Dios. El encuentro con Dios se produce especialmente cuando nos encontramos con los demás. Jesús dijo que aquello que hacemos o dejamos de hacer a los demás, se lo hacemos a Él (Mt. 25:31). Nuestro encuentro con los demás pone a prueba y confirma nuestro encuentro con Dios en la oración. Y nuestro encuentro con los demás es el criterio más importante para la oración. Por ello, debemos orar para que seamos capaces de reconocer y amar a Jesús en los demás y así agradecer a Dios por esos buenos encuentros y pedir perdón por aquellos encuentros malos en donde está presente el pecado. Al orar, dice María, estaremos más cerca de Dios y Él nos llenará de paz, porque Él da la verdadera paz. En este mensaje, María quiere que tomemos conciencia de que todo lo que recibimos de Dios debemos darlo a los demás y que , de este modo, demos testimonio del amor de Dios. Habiendo intentado vivir este mensaje, nos decidimos por la oración continua para poder sentir la cercanía de Dios continuamente.
Vicka que está en Medjugorje, Marija que vive en Italia e Ivan que aún permanece en los Estados Unidos continúan teniendo las apariciones diarias. Mirjana, Jakov e Ivanka se encuentran en sus casas viviendo una vida normal de familia. Mirjana se está preparando para su aparición anual del 18 de marzo. Nuestra Señora le informará la hora exacta en la aparición del 2 de marzo. Como saben, Mirjana ora el día dos de cada mes con Nuestra Señora por los no creyentes.
A pesar del invierno largo y frío, siempre tuvimos varios grupos de peregrinos que tuvieron el coraje de venir. Ahora que el tiempo lentamente mejora, vienen cada vez más peregrinos de todas partes del mundo. En este momento, tenemos grupos provenientes de Francia, Austria, Italia, Estados Unidos, Inglaterra y Corea. Cada vez vienen más y más croatas. En este momento Fr. Jozo está dirigiendo unos seminarios del domingo a la noche hasta el jueves a la mañana para distintos grupos. Yo también tengo varios grupos que asisten a los seminarios de ayuno.
Monseñor Roberto Rivas, Obispo de Kingstown en la Isla Caribeña de Granadinas, vino a Medjugorje. Conversando con él, abiertamente confirmó que cree en Medjugorje y prometió tomar parte en el Festival de la Juventud de este año, porque como obispo trabaja mucho con los jóvenes.
Pido a todos los grupos de oración que oren especialmente por el Retiro de Sacerdotes que se llevará a cabo la primer semana de julio y por el Encuentro de Oración de los Jóvenes.
En este mensaje de febrero, María nos dice…
DESPIERTEN DEL SUEÑO DE INCREDULIDAD Y PECADO
En la Biblia está presente este llamado. A los profetas les pide que despierten al pueblo y que no lo dejen dormir. Jesús Mismo habla en muchas parábolas sobre el estar despierto y no quedarnos dormidos. Está claro que este llamado no se refiere al sueño físico, sino más bien al sueño espiritual. Cuando uno duerme, no ve nada, no oye nada y está inconsciente. Los antiguos griegos tenían un proverbio que dice: “El dormir es similar a la muerte”. Se puede decir lo mismo del “sueño espiritual” que surge de la incredulidad y del pecado. El no creyente no puede ver y por lo tanto vive como si fuera un ciego. No ve a Dios, no reconoce la verdad fundamental de la existencia de Dios, Creador del Universo, no reconoce la propia estructura humana, y como no reconoce el Espíritu, se pone a sí mismo y a los demás en el nivel de los animales y las cosas. Así, un no creyente se fija objetivos equivocados en la vida, la mayoría de los cuales son degradantes humanamente, y así elige los medios equivocados con los que pone en peligro a los demás y a sí mismo. El no creyente toma caminos que no conducen a la realización del anhelo humano que Dios ha puesto en su corazón, y termina decepcionado en un pozo negro. El pecado en sí mismo, no deja que las personas vean el valor de la vida y separa el hombre de sí mismo, de los demás y de Dios. En esta separación, que se produce por causa del pecado, el hombre permanece solo y no se siente bien. El pecado hiere al corazón humano y en un corazón herido nace el comportamiento negativo y destructivo. Debemos tener en claro que no solo las personas que no conocen a Dios, sino que también aquellas que dicen conocer a Dios y no viven conforme a Su Palabra, están dormidos espiritualmente. Podemos decir que muchas personas que en teoría son “personas creyentes”, los Cristianos, van por el mismo camino equivocado que los no creyentes y terminan en un pozo negro de destrucción. Si observamos la situación en el mundo y en la Iglesia hoy, vemos todos los resultados terribles en las vidas de las personas, en las familias y en la humanidad en general que son consecuencia de la incredulidad y del pecado: guerras, cada vez más violencia, abortos, problemas con las drogas, pérdida de valores espirituales, etc.
María continúa diciendo…
YA QUE ESTE ES UN TIEMPO DE GRACIA QUE DIOS LES DA
A pesar de que todos nosotros y el mundo entero sufre por las consecuencias de la incredulidad y del pecado, Dios no quiere la muerte del pecador, sino que quiere que se convierta y viva. Podemos decir que Dios no nos abandona. Nos ama como Padre bueno, y como Dios de la Vida, no quiere que permanezcamos en un sueño de la muerte. Primero envió a los profetas para que despertaran a Su pueblo, en Su Nombre, del pecado y lo conduzcan a la vida. En la plenitud de los tiempos, envió a Su Hijo para abrir las puertas de la salvación para nosotros. No podemos dejarnos llevar por la desesperación ante la situación del mundo y de la Iglesia, por el contrario, esta difícil situación debería despertarnos y no dormir espiritualmente más. Nosotros los Cristianos no debemos perder el tiempo lamentándonos o juzgando, sino que debemos apoyarnos en la esperanza, permanecer despiertos, y en la medida de lo posible despertar a los demás. Debemos conscientemente dar gracias a Dios por todos aquellos cuya fe, a través de Medjugorje, se ha despertado y se han levantado del sueño del pecado por medio de la confesión. Desde la perspectiva de Dios, el tiempo de gracia es cada momento de nuestra vida, pero desde nuestra perspectiva hay diferencias. Podemos estar dormidos espiritualmente cuando estamos bien y también cuando estamos mal. El tiempo de gracia comienza para nosotros en el momento en que comprendemos que debemos cambiar nuestras vidas. Si escuchamos los relatos de la vida de aquellos que han experimentado la conversión, siempre escuchamos lo mismo, “Antes, no veía, no comprendía, no sabía, ahora veo mi vida diferente y la vivo diferente”. Si analizamos nuestro camino para ver dónde estamos parados, deberíamos preguntarnos diariamente si hemos sido capaces de reconocernos mejor a nosotros mismos y a los demás, si defendemos el bien más valientemente y luchamos sin temor en contra del mal. Si nos dejamos intimidar por la mentalidad del mundo, si no tenemos valor y esperanza, aún existe algo que está dormido y que hay que despertar. Si creemos que una situación de pecado es normal, porque todos piensan lo mismo y hace lo mismo, entonces somos como esas personas embriagadas o aturdidas que no ven la realidad bajo la luz de Dios. Por ello, no debemos olvidar que este es el tiempo de gracia, el tiempo de despertar del sueño y tomar un nuevo camino.
María nos alienta…
APROVECHEN ESTE TIEMPO Y PIDAN A DIOS LA GRACIA DE LA CURACIÓN DE VUESTROS CORAZONES PARA QUE CON EL CORAZÓN MIREN A DIOS Y AL HOMBRE
Todo hombre tiene heridas. La mayoría de las heridas crecen por nuestra naturaleza, nosotros ansiamos el amor infinito e incondicional que no se puede alcanzar en este mundo. Así el corazón permanece herido. En un corazón herido hay lugar para todas las cosas negativas. Este anhelo de amor frustrado crea el odio, el anhelo de paz frustrado conduce al espíritu de discordia y violencia, la confianza frustrada causa inseguridad, temor y la falta de un objetivo. Entonces el hombre no puede vivir su vida dignamente. Todos necesitamos sanar nuestros corazones. Si la herida no sana, surgirán más heridas para uno mismo y para los demás. Y de este modo aparece la cadena fatal del desastre alcanzando a sus víctimas de generación en generación. Solo Dios puede romper esta cadena de pecado y sanar el corazón. Con la sanación del corazón cobra sentido la frase, “todo volverá al bien”. Frecuentemente encontramos esto especialmente en la vida de los Santos, quienes primero experimentaron la profundidad del pecado y luego abrieron sus corazones completamente a Dios. En concreto, debemos pedir por la sanación de las heridas que llevamos desde nuestra niñez y pedir también por la sanación de todas las demás heridas que hemos acumulado a lo largo de nuestra vida. También es importante pedir por la sanación de las heridas de las familias. No debemos olvidar que las heridas que no han sido sanadas generalmente permiten la entrada de malos espíritus quienes toman provecho de esta situación y causan un desastre aún mayor. Debemos reconocer estos casos y orar por la liberación. La sanación del corazón nos brinda una nueva óptica. El pecado y las heridas nos enceguecen y no podemos ver correctamente. A través de la sanación del corazón vemos a Dios y a los hombres de manera diferente. La sanación significa la liberación interior de cualquier esclavitud, significa sacar los anteojos negros y ver claro nuevamente. Con la vista clara, veremos las cosas de manera diferente.
Se dice que una vez un maestro le preguntó a sus alumnos, “¿Cuándo comienza el día?”. Los alumnos dieron distintas respuestas. Uno dijo, “Cuando uno puede distinguir un árbol de otro árbol”, y el maestro no estuvo satisfecho. Otro dijo, “Cuando uno puede distinguir una hoja de otra hoja”, y el maestro no estuvo satisfecho. Un tercer alumno dijo, “El día comienza cuando podemos ver los colores”, esta respuesta tampoco satisfizo al maestro. Luego de una pausa, el maestro dijo, “El día comienza en el momento en que uno reconoce a su hermano en la cara de una persona”.
La pregunta que nos debemos hacer y responder es, “¿Cómo veo a Dios y a las personas?”. El escritor, Antoine de Saint Exupery, dijo que uno sólo puede ver bien con el corazón. Si nuestro mirar brota de un corazón puro, amoroso, misericordioso y lleno de paz, veremos a Dios y al hombre de manera diferente y este será el momento de un nuevo comienzo. También podemos preguntarnos qué es lo que no nos permite ver, y así, como el ciego en el Evangelio, decir: “Maestro, sana mis ojos para que pueda ver” o “Sana mi corazón, para que pueda verte a Ti y a los demás”.
María continúa…
OREN DE MANERA ESPECIAL POR LOS QUE NO HAN CONOCIDO EL AMOR DE DIOS Y CON VUESTRA VIDA TESTIMONIEN A FIN DE QUE ELLOS TAMBIÉN CONOZCAN A DIOS Y SU INMENSO AMOR
Conocemos muy bien esta intención. María ora junto con Mirjana el día dos de cada mes por los no creyentes, para que conozcan el amor de Dios. Ella repite esta intención en este mensaje. Muchos Cristianos pertenecen a esta categoría. Sabemos lo que tenemos que hacer, pero muchas veces no lo hacemos, por maldad o por debilidad. María nos pide que no juzguemos, sino que oremos para que cada corazón se abra al amor, porque solo el amor puede despertarnos de este sueño de incredulidad. María nos invita a orar para que experimentemos el amor de Dios. Muchas personas han tomado seriamente esta intención. Solo de esta forma podremos entender porqué muchas personas han comenzado en Medjugorje una nueva relación con Dios. Esto ocurre porque alguien ora por ellos, y no solo porque han escuchado algo nuevo. En Medjugorje nadie dice que no sabe que tiene que orar, pero muchos dicen que han comenzado a orar. En esto descubrimos el significado más profundo de Medjugorje. Es nuestra ayuda en el camino hacia Dios.
María no solamente nos pide que oremos sino que, a través de nuestra vida, ayudemos a las personas a conocer a Dios y Su inmenso amor. San Pablo escribe el la Segunda Carta a los Corintios 3:2-3, “… escrita en nuestros corazones, conocida y leída por todos…” Es así como habla María. El libro más importante que podemos leer y comprender es nuestra propia vida. Si vivimos los mensajes de María y nos convertimos en hombres de paz, entonces las personas comprenderán y reconocerán la obra de Dios en nosotros, aún cuando no hablen nuestro idioma. Todos los libros que se han escrito sobre Medjugorje no son de tanta ayuda como el buen ejemplo de una persona que ha aceptado el mensaje y lo vive. En estos tiempos, en general y en la Iglesia en particular, hay muchos papeles, hay muchos libros, explicaciones, declaraciones que no son en realidad útiles, salvo que demos testimonio con nuestras propias vidas. Debemos dar gracias por todas las personas que fueron capaces de dar testimonio con sus vidas desde que comenzaron un nuevo camino en Medjugorje. Cada persona que ha comenzado a orar, cada grupo de oración, cada vocación, cada esfuerzo humanitario y de caridad, que ha comenzado a través de Medjugorje enriquece el árbol que se reconoce por sus frutos. El reconocimiento oficial de Medjugorje también depende de esto. Una carta Apostólica dice, “Los frutos serán numerosos y duraderos”. Cada uno de nosotros es importante, esto es lo que María dice en Su mensaje.
Oremos,
Señor nuestro Dios, Te damos gracias y Te alabamos porque enviaste a Tu Hijo y porque nos ha revelado a Ti, Amadísimo Padre. Ahora Te pedimos que nos reveles Tu amor hacia nosotros para que podamos creer en Ti con todo nuestro corazón. Despiértanos con Tu Espíritu del sueño de incredulidad y pecado. Te traemos a Ti, en nombre de Tu Hijo, como María nos pide, todas nuestras heridas y Te pedimos que digas la Palabra que sane nuestro corazón. Saca de nosotros aquello que nos impide creer en Tu amor, para que así podamos verte a Ti y a todos los hombres con el corazón. Perdónanos por las veces que vemos con un corazón sucio y lleno de pecado. Sánanos, para que nuestras vidas se conviertan en un testimonio para los demás de que Tú eres nuestro Padre y que nos amas inmensamente.
(En silencio, pensemos en nuestras heridas concretas y en las heridas de nuestra familia, y en las heridas que hemos causado a los demás por nuestro comportamiento).
Te rogamos, Padre, que reveles Tu amor a todos Tus hijos que aún no conocen Tu amor, para que ellos también encuentren fuerza en Tu amor y se despierten del sueño de la muerte. Bendice, oh Padre a todos aquellos que has llamado, para que muestren a los demás cual es el caminos hacia Ti. Bendice al Papa, a los obispos, a los sacerdotes, a los miembros de las órdenes religiosas, a los catequistas y misioneros, y a todos los padres y educadores para que puedan proclamar a través de Tu Espíritu la fuerza de Tu amor. Libera a Tu Iglesia en esta año del jubileo de todo sueño y pecado, para que pueda proclamar Tu amor al mundo. Bendice a los videntes, al párroco de Medjugorje y a todos los peregrinos, para que podamos comprender el mensaje y vivir para el bien de todos y en Tu honor, Amen.
Fr. Slavko Barbaric
Medjugorje, febrero 28, 2000