“¡Queridos hijos! Hoy oro por vosotros y con vosotros para que el Espíritu Santo les ayude y aumente vuestra fe, para que acepten aún más los mensajes que les doy aquí, en este lugar santo. Hijtos, comprendan que éste es un tiempo de gracia para cada uno de vosotros, y conmigo, vosotros estáis seguros. Quiero conducirlos a todos por el camino de la santidad. Vivan mis mensajes y pongan en vida cada palabra que les doy. Que éstas les sean preciosas porque vienen del cielo. ¡Gracias por haber respondido a mi llamado!”
María en este mensaje suyo nos dice que ora por nosotros y con nosotros a fin de obtener la fuerza y el poder de lo alto, del Espíritu Santo. Solamente por el Espíritu Santo podemos creerle a Dios. Sin espíritu no hay vida, amor, confianza, unión ni vida compartida. El problema del Espíritu es el problema fundamental de nuestro tiempo, de nuestro ambiente, de todo el mundo y de nuestra vida en este mundo. Solamente en la fuerza y en el poder del Espíritu Santo podemos acercarnos a la Madre, la Reina de la Paz, que viene a visitarnos a este lugar. No podemos poseer al Espíritu Santo sino hacer que El nos posea. Dios lo da a quienes lo desean y lo buscan. Por medio del Espíritu conocemos a Dios, a nosotros mismos y a este mundo. Orar al Espíritu no es agradable porque nos hace descubrir cómo es poco profunda y superficial nuestra fe, como a menudo nos es ajeno el Espíritu del cual Jesús y María nos hablan, y lejana la paz que nos prometen. Como alguien dice: no oremos por el don del Espíritu si deseamos que todo quede tal cual.
El Espíritu Santo actúa en los lugares donde María está. Eso lo sabemos por las palabras del ángel Gabriel: “El Espíritu Santo descenderá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra.” (Lc 1,35), y por las palabras de Jesús a los apóstoles que les decía que se quedaran en la ciudad hasta la venida del Espíritu prometido, gracias a lo cual ellos se quedaron esperando Pentecostés en oración con María en la sala de la Ultima Cena. Con María, estamos seguros, es su promesa expresada a nosotros. Porque quien ama a Jesús, amará a María, y quien reza a María será llevado a Jesús.
El tiempo de la Iglesia es el tiempo del Espíritu Santo y el tiempo de María, Madre de la Iglesia. Ella, al pie de la Cruz, se convirtió en Madre de la Iglesia. Al recibir a Juan de las manos de Jesús, nos recibió a todos nosotros. Jesús en la cruz nos dice: Todo se ha consumado, eso sucede solamente después de que El confió Juan a María y María a Juan, como queriendo decir que esa maternidad de María está en el plan de Dios para la salvación del mundo. Precisamente como el jefe del hogar que debe viajar, y que reúne a sus hijos para decirles: en mi ausencia, obedezcan a vuestra madre. Hagan todo lo que Ella les diga, pero la esencia de todos los mensajes de la Virgen pueden ser resumidos en las palabras de la Virgen pronunciadas en Cana de Galilea: Hagan todo lo que El (Jesús) les diga.
Gracias, María, porque no nos abandonas. Te pedimos que nos lleves por el camino de la santidad y que tus mensajes sean una señal indicadora y una luz en este valle de lágrimas a fin de que podamos vivir juntos y alegres contigo hasta el objetivo final donde tú nos esperas.
Pronunciemos, mejor dicho, recemos el agradecimiento a la Reina de la Paz que expresó el difunto Padre Slavko Barbaric con motivo del XV. Aniversario de las apariciones de la Virgen, y que rezamos hoy 6 años después: “Estoy sentado en tu Podbrdo, oh María, en el lugar en que te vieron por primera vez los niños asustados. Deseo expresar hoy mi agradecimiento: Gracias, oh María, por cada una de Tus venidas. Gracias por cada uno de tus mensajes, y por cada palabra tuya, y especialmente porque nos llamas tus hijos queridos. Gracias porque verdaderamente puedo creer que somos queridos por Ti y que nos amas. Gracias porque nos has dicho que oremos y que así podremos comprender Tu amor y entonces llorar, brincar de alegría. Gracias porque has dicho que somos importantes para Ti y que sin nosotros, no puedes hacer nada. Mi alma en Tu Podbrdo Te canta un canto de agradecimiento y bendice al Señor contigo, porque Te ha enviado a nosotros. Sé que eres una humilde servidora del Señor, pero permíteme alabarte y bendecirte. Bendita seas, oh María, Reina de la Paz, clama mi alma con Isabel y con toda la comunidad parroquial y con todos los peregrinos. De dónde tanta gracia, que ha hecho que nuestra Madre haya venido a nosotros. Te bendigo con los videntes y sus familias. Te bendigo con todas las familias que Te han recibido y viven en paz. Te bendigo con todos los grupos de oración del mundo, ya que nos enseñas a orar. Te bendigo con todos aquellos que han acudido desde lejos y desde cerca a orar con nosotros en este lugar. Te bendigo con todos aquellos que se han confesado y reconciliado con el Señor, con todos aquellos que gracias a Tu intercesión han encontrado la salud espiritual, del alma y del cuerpo.
Te bendigo con todos aquellos que celebran este aniversario aquí y en el mundo. Te bendigo por todo lo que el Señor aún hará a través de Ti. Te bendigo con todos aquellos que han sido contrarios o aún son enemigos de Tus venidas, porque también a ellos les manifestarás tu amor materno. Contigo pido al Señor que tranquilice cada corazón y le conceda la paz a mi pueblo. Contigo pido al Señor por todos los enfermos de cuerpo y alma. Contigo pido al Señor por todos los afligidos de esta guerra, todos los perseguidos, todos los inválidos. Contigo pido al Señor por todos los defensores caídos y las víctimas de la violencia. Contigo pido al Señor que Tu Corazón Inmaculado triunfe en el mundo y que por Tu intercesión conceda la paz al mundo. Bendito sea Dios Omnipotente por los siglos de los siglos. Amén.”
Fr Ljubo Kurtovic
Medjugorje 26.06.2002