“¡Queridos hijos! Aún hoy los invito a orar y a ayunar por la paz. Como ya lo he dicho, se los repito también ahora hijitos, sólo por la oración y el ayuno aún las guerras pueden ser detenidas. La paz es un don precioso de Dios, búsquenla, oren, y la recibirán. Hablen de la paz, y lleven la paz en sus corazones. Cuídenla como una flor que necesita agua, ternura y luz. Sean quienes llevan la paz a los demás. Estoy con ustedes e intercedo por todos ustedes. ¡Gracias por haber respondido a mi llamado!”
Las palabras de la Virgen y el amor de la Virgen hacia nosotros, sus hijos, han permanecido inalterables. Como en el mensaje anterior, hoy también nos llama a la oración y al ayuno. Se presenta aquí como la Reina de la Paz que nos trae y nos dona la paz. Muchos en sus corazones pudieron experimentar y vivir eso. Han llevado esa paz a su cotidianidad. Aunque en sus mensajes se dirige a todos: queridos hijos, Ella como madre le habla a cada persona, a cada corazón. A partir del individuo la paz comienza a difundirse en la familia, y de la familia al pueblo y a toda la sociedad. Es importante como individuo responder a ese llamado. Todo empieza a partir del individuo. No debemos esperar que los demás se conviertan, que los demás lleguen a ser mejores, que los demás crean, sino es importante que yo como individuo vuelva mi corazón a la Madre, que nos conduce al Rey de la Paz – Jesús. Ella percibe bien lo que amenaza al hombre, a la paz en el corazón humano. Sabe que la ausencia de paz y el odio provienen de un corazón sin paz. Ella nos ofrece también la medicina para tal estado del corazón.
La Virgen no ha descubierto aquí nada nuevo ni ha traído algo desconocido. La Virgen nos llama a lo que ya nos llamaban los profetas del Antiguo Testamento: la conversión del corazón, la fe, el ayuno y la oración. Según el testimonio de los videntes, la Virgen nos ha llamado a todos a la paz, al ayuno, a la oración, a la conversión y a una fe firme. Desde el comienzo de las apariciones hasta el 14 de agosto de 1984, se ayunaba una vez por día. En la vigilia de la festividad de la Asunción de la Virgen del año 1984, a través del vidente Ivan nos dio este mensaje: “Deseo que la gente ore conmigo en estos días. Oren más. ¡Oren todo lo que puedan! Ayunen los miércoles y viernes y cada día recen al menos, un Rosario completo: los Misterios gozosos, dolorosos y gloriosos…”
Hay muchos mensajes en que la Virgen ha llamado al ayuno. El 20 de septiembre de 1984, la Virgen llama: “¡Queridos hijos! Hoy los invito a que comiencen a ayunar con el corazón. Hay muchos que están ayunando, pero sólo porque otros lo hacen. Se ha hecho una costumbre que nadie quiere dejar.”
“…Sobre todo, practiquen el ayuno, porque con el ayuno obtendrán que se realice completamente el plan que Dios ha trazado aquí en Medjugorje, y me darán una gran alegría…”
“¡Queridos hijos! Hoy los invito de nuevo a la oración y al ayuno. Sepan, queridos hijos, que con la ayuda de ustedes puedo conseguirlo todo y obligar a que Satanás no los induzca al mal y ahuyentarlo de este lugar… Por eso, queridos hijos, los invito a que cada día sea solamente oración y abandono a Dios…”
En el mensaje del 25 de julio de 1991, la Virgen dice: “¡Queridos hijos!… En este momento la paz está amenazada de manera especial y Yo aspiro a que ustedes renueven el ayuno y la oración en familia. Queridos hijos, deseo que comprendan la seriedad de la situación y que comprendan que mucho de lo que va a suceder depende de vuestra oración. ¡Pero ustedes oran poco! Queridos hijos, estoy con ustedes, y los estoy invitando a comenzar a orar y ayunar seriamente como en los primeros días de mi venida…”
En el mensaje del 25 de abril de 1992, nos dijo: “¡Queridos hijos! Hoy también los invito a la oración. Sólo con la oración y el ayuno la guerra puede ser detenida…”
Es necesario recordar las palabras de la Virgen y es aún más necesario ponerlas en el corazón y ponerlas en práctica en la propia vida. Sucede que nos olvidamos de las palabras, pero si las consideramos seriamente, entonces esas palabras nos conducirán y llevarán a la fuente, a Jesús, del cual María nos trae la ansiada paz de alma y de corazón.
La Bienaventurada Virgen María, nos llama a menudo al ayuno y son aún más frecuentes sus llamados a la oración. El ayuno es la oración del cuerpo. El ayuno por sí mismo no tiene existencia propia. El está siempre relacionado a la oración, a la caridad y a las obras de amor. Jesús mismo habla del poder que tiene el ayuno (ver Mc 9,29). La Virgen dice en sus mensajes que con la oración y el ayuno también las guerras pueden ser detenidas. El Santo Padre Juan Pablo II también ha llamado y llama a todos los cristianos a orar y ayunar por la paz del mundo. Es el único camino para la superación de las difíciles y profundas crisis que aquejan al mundo: por medio del ayuno lograr la conversión del corazón y la detención de las guerras que nacen en el corazón del hombre. Para el mundo, los que oran son más útiles que los que hacen la guerra, y si las cosas en el mundo están mal o se ponen peor, es por el hecho de que existen más guerreros que orantes. Convirtámonos en guerreros de la escuela de amor y de oración de la Virgen, a fin de que nos acerquemos cada vez más a Dios y seamos más de Dios, y a través de nosotros, también este mundo.
Fr. Ljubo Kurtovic
Medjugorje, 26.02.2003