“Queridos hijos: En este día de alegría os llevo a todos ante mi Hijo Rey de la Paz, para que El os dé su paz y bendición. Hijitos, compartid esa paz y bendición en amor con los demás. ¡Gracias por haber respondido a mi llamada!”
La encarnación de Jesús es un mensaje de Paz para la humanidad. Una paz que hay que compartir con los demás. Conocer al que es el amor y la paz nos lleva inexorablemente a comunicarlo. ¿Cómo lo hacemos en nuestro mundo? ¿Cómo en nuestra familia? El cristiano debe dar a Dios en sus vidas, no sólo con la palabra, también con el testimonio.
La Gospa no se cansa de transmitirnos el Evangelio para que lo meditemos y lo hagamos vida. Desde la humildad, desde la pequeñez podemos descubrir al Señor. Y Cristo quiere regalarnos la vida para siempre, “Dios no quiere egoisticamente los bienes que posee eternamente, sino que quiere hacernos participar en el gozo y posesión de sus bienes eternos” (San Hilario in Ps. 2, 15).
La Virgen nos invita a compartir la Navidad con los demás, la Navidad “es la chispa de luz más profunda de la humanidad a la que Dios ha visitado, esta humanidad acogida de nuevo y asumida por Dios mismo; asumida en el Hijo de María en la unidad de la persona divina: el Hijo-Verbo. La naturaleza humana asumida místicamente por el Hijo de Dios en cada uno de nosotros, que hemos sido adoptados en la nueva unión con el Padre. La irradiación de este misterio se expande lejos, muy lejos; alcanza también aquellas partes y esferas de la existencia de los hombres en las que todo pensamiento acerca de Dios ha sido como ofuscado y parece estar ausente como si se hubiera quemado y apagado del todo” (La Navidad del Señor, catequesis de Juan Pablo II, 27 de Diciembre de 1978).
María nos recuerda siempre el mensaje de Navidad. Un mensaje siempre vivo, siempre actual. Navidad no es sólo el 25 de Diciembre, ¡Navidad es siempre! Navidad es siempre si dejamos que el Espíritu Santo habite en nuestros corazones y vivimos nuestras eucaristías con entusiasmo. Navidad es siempre si rezamos y contemplamos al resucitado para dejar que viva en nuestras vidas. Navidad es siempre si no juzgamos al que tenemos al lado y lo amamos y respetamos tal y como es. Navidad es siempre si sembramos la paz y el amor en nuestro caminar y pensamos en aquellos que necesitan de nosotros. Navidad es siempre si regalamos una sonrisa a los demás aún cuando nos creamos ofendidos. Navidad es siempre si nos damos cuenta que no somos perfectos y que tenemos que mejorar, si vemos nuestra “biga en el ojo”. Navidad es siempre si aprendemos a vivir en la verdad y a decirla con delicadeza. Navidad es siempre si sabemos pedir perdón y perdonamos de corazón. Navidad es siempre si pese a nuestra pobreza estamos dispuestos a alegrar al hermano y vivir con él la alegría de la fe. Navidad es siempre si buscamos por encima de todo el Reino de Dios. ¡Navidad es siempre!
Si seguimos el mensaje de la Reina de la Paz será siempre Navidad en nuestras vidas. ¡Qué ella nos ayude a llevarlo en nuestros corazones y transmitirlo con alegría!
Mn. Ferran Carbonell