“Queridos hijos, hoy os bendigo especialmente y ruego para que volváis por el justo camino a mi Hijo, vuestro Salvador, vuestro Redentor, Quien os ha dado la vida eterna. Pensad en todo lo que es humano, en todo lo que no os permite seguir a mi Hijo, en la transitoriedad, en la imperfección y en el ser limitado, y luego pensad en mi Hijo, en su divina inmensidad. Dignificad el cuerpo y perfeccionad el alma mediante el abandono y la oración. Estad prontos, hijos míos. ¡Gracias!”
Hoy la Iglesia universal celebra la Pasión y Muerte en cruz de Nuestro Señor Jesucristo. Es un día de especial meditación y oración, especialmente en el significado que tiene para el mundo este acontecimiento. La Madre de Dios, que tiene veintinueve años de estarse apareciendo en Medjugorje, también se une desde el Cielo a este aconteciendo, y nos comparte su reflexión.
El mensaje de este Viernes Santo comienza diciéndonos “Queridos hijos: Hoy los bendigo de manera especial”. La razón de esta bendición que la Virgen concede a los peregrinos presentes en la aparición de hoy en Medjugorje, es la Pasión dolorosa de Su Hijo. La humanidad tiende a subestimar el sufrimiento del Redentor por la pérdida del sentido del pecado y la Virgen lo enaltece. Viernes Santo es un día lleno de amor, de paz y de victoria. Día de la Reconciliación de la humidad consigo misma y con su Creador; gracias al sufrimiento vicario de Jesús. La Virgen es la primera en reconocerlo como Madre y Discípula, y también porque fue la primera en acompañar a Su Hijo en esta gesta. La Cruz es el triunfo de Jesús sobre la muerte, sobre el pecado y sobre todo lo que destruye la humanidad. Por eso la Virgen dice: “Queridos hijos: Hoy los bendigo de manera especial”.
Luego dice: “oro para que regresen al camino correcto que lleva a Mi Hijo, su Salvador, su Redentor, a Aquel que les ha dado la vida eterna.” Precisamente por la importancia que tiene cada año la celebración del Viernes Santo y el significado que tiene la Muerte de Cristo por la salvación del género humano, la Madre no puede dejar pasar este significativo día sin elevar plegarias especiales a la Santísima Trinidad por la salvación todos. A María le preocupa que muchas almas se pierdan por el pecado por la indiferencia, por el apego a las cosas materiales y al apego al espíritu del mundo sin Dios. Por eso ora. La Virgen con su ejemplo hace ver a todos la importancia de la oración en este tiempo y en este Día. Y de Ella la humanidad debe aprender.
Como María nos sugiere, este es un día para doblar las rodillas, para arrepentirse de los pecados, para pedir perdón… porque Cristo ofreció su vida como víctima expiatoria de redención por todos. Esa es la única explicación de su sufrimiento, del porqué, siendo inocente, aceptó el suplicio de la cruz. Fue por puro amor. La Madre quiere que hoy todos contemplen al crucificado, que frente a la cruz todos laven sus culpas y comiencen a vivir una vida nueva en gracia, sin ofender nunca más a Dios.
La Virgen María en el calvario tuvo sus ojos limpios fijos en el sufrimiento de su Hijo. Lo vio bañado en sangre, coronado de espinas. Ella sabía que se ofrecía por toda la humanidad; no por Ella, pues no tenía pecado, sino por todos los hombres. Y al “pie de la cruz” oraba para que su sacrificio no fuese en vano y las almas pudieran abrirse a su dolor, a su muerte. También hoy en el cielo la Virgen permanece “al pie de la cruz”, permanece contemplado el sufrimiento de su Hijo Aquel Viernes Santo y no quiere que pase por inadvertido. Quiere, por el contrario, que se un día de conversión, de reconciliación y de regreso a la vida de gracia. Por eso ora de nuevo. Y dice: “oro para que vuelvan al camino correcto de Mi Hijo, Su Salvador, Su Redentor, a Aquel que les ha dado la vida eterna.” La Madre desea que este día los corazones de toda la humanidad se abran al amor de Jesús; sin miedo a perder la vida que el mundo ofrece. La Madre quiere que todos reciban hoy la vida eterna que Jesús brinda. Por eso ora e invita a todos a regresar al camino correcto de Jesús. Recordamos que Jesús es el “Camino, la Verdad y la Vida”. No hay otro Nombre dado a los hombres por el que la humanidad pueda salvarse. María lo sabe y tiene veintinueve años de estarlo predicando en Medjugorje, de venir del Cielo a la tierra por la conversión de la humanidad. Por eso este día Viernes Santo, es clave, es el día de la salvación para muchas almas, del inicio de una vida nueva.
En el mensaje la Virgen le atribuye cuatro hermosos títulos a Jesús: Su Hijo, Nuestro Salvador, Nuestro Redentor, a Aquel que nos ha dado la vida eterna.
El primero recuerda la relación filial de Jesús con María. Ella lo concibió, lo trajo al mundo, lo educó, vivió con El. Estuvo siempre a su lado. Nunca se separó. Como tampoco jamás ningún cristiano se debe separar de Él.
En el segundo, título, “Salvador”, María recuerda de Jesús su dimensión soteriológica, la razón de su venida al mundo: ha venido para salvar. A diferencia de muchos que vinieron antes de él y fueron “ladrones y salteadores” Jn 10:8. Jesús, sin embrago, vino para que todos tuviéramos “vida y vida en abundancia” Jn 10:10. Jesús salva al hombre de todo lo que le impide ser feliz, y por eso ofreció su vida en la cruz.
En el tercer título, “Redentor”, María especifica un aspecto de la salvación que el Señor otorga: la Redención. En su primera acepción se trata de un rescate. Redimir viene de la palabra griega “antilutron” que se utilizaba en la antigüedad para significar “el reemplazo de dinero por un esclavo o prisionero”. Jesús con su muerte en la cruz ha rescatado del mercado de la esclavitud del pecado a toda la humanidad, en la cual todos yacían muertos espiritualmente por la deuda de Adán. Gracias a su Muerte en Cruz, Jesús libra a la humanidad de la corrupción. Por eso este día es significativo: La Virgen no quiere que nadie se quede en las “representaciones” de la Pasión de Jesús sino que todos se decidan en ser parte de ellas lavando sus pecados con la Sangre del Señor.
En el tercer título, “Aquel que nos ha dado la vida eterna”, la Virgen recuerda que Jesús le abrió a todo hombre las puertas del Paraíso. El primero en disfrutar de esta realidad fue el malhechor arrepentido que acompañaba a Jesús en la Cruz. Y las mismas palabras que el Señor ofreció al ladrón también la ofrece hoy a toda la humanidad: “estarás conmigo en el paraíso”, “si te arrepientes de tus pecados”, “si me abres tu corazón”, “si renuncias a todo lo que ofende tu dignidad de cristiano”, “si me aceptas como el Señor de tu vida.”
La tercera parte del mensaje es muy significativa, la Virgen dice: “Piensen en todo lo que es humano, en todo lo que no les permite seguir a Mi Hijo, en la transitoriedad, en la imperfección, en lo limitado y luego piensen en Mi Hijo, en Su divina inmensidad.” La Madre quiere que el día de hoy sea un día de reflexión, que se medite y reflexione sobre las cosas humanas, transitorias, limitadas y se confronte todo eso con Jesús, con lo que Él ofrece y su Divina inmensidad. María quiere que este sea un día de reflexión profunda y que cada hombre descubra, y renuncie a la vez, a todo lo que lo separa de la vida de la gracia. La Madre está preocupada porque hoy, como nunca, muchos van por la vía del error. Por eso habla, por eso se aparece, y con su presencia y palabras quiere rescatar a todos del pecado. Por eso invita a la reflexión, al arrepentimiento, a iniciar una vida nueva. María dice: “abran el corazón a Jesús” Pónganlo a Él en primer lugar en sus vidas”.
La última parte del mensaje es también importante dice: “Con el abandono y la oración ennoblezcan su cuerpo y perfeccionen su alma. Estén pronto, hijos míos. ¡Les agradezco!”. Abandonarse significa poner todo en las manos de Dios, confiar en Él, no tenerle temor. Significa: abrirle el corazón. Como una persona enamora le abre su corazón a su pareja, se entra espiritualmente a ella. María quiere que ante todo, las almas se entreguen a Jesús, que lo conozcan a Él. Que acepten su proyecto de amor.
María quiere que la humanidad se decida en amar a Cristo, que acoja su mensaje, que no lo desprecie. Hoy Viernes Santo es el día en que Jesús demostró radicalmente su amor por todos. Cuando María dice: “con el abandono y la oración ennoblezcan su cuerpo y perfeccionen su alma”, es para que el sacrificio de su Hijo no pase por inadvertido. Si Jesús en la Cruz confió en el Padre que lo iba a resucitar, no podemos actuar diferente ante las incomprensiones, dolor, problemas, dificultades. Quien asiduamente contempla al crucificado aprende a confiar en Dios, a esperarlo todo de Él.
María nos vuele a decir con la mirada en Jesús muerto en la cruz: “Oren”. Para responder a esta invitación hay que tomar hoy el rosario y contemplar varias veces los misterios de dolor, rezar el Vía Crucis, visitar los sagrarios, tomar la Biblia y meditar los pasajes de la Pasión dolorosa de Jesús. Semana Santa no es tiempo de vacaciones, de descanso, de diversión sino de oración, de participación en los oficios religiosos. La sociedad de consumo impone sus criterios por razones económicas y los discípulos de Cristo no deben ser parte del juego.
También la Madre dice: que con el “abandono y la oración se ennoblece el cuerpo y el alma”. Ella lo sabe porque es consciente que muchas almas han manchado su cuerpo y su alma con el pecado y por eso las invita a abandonarse en Dios y a que oren. Y la oración los llevará a reconciliarse con Dios en la Confesión.
Al final dice: “Estén pronto, hijos míos. ¡Les agradezco!”. “Estén pronto” es sinónimo de estar listo, disponibles. Quiere decir que la Madre espera que se responda a su invitación y sobre todo al sacrificio redentor de Su Hijo por nuestros pecados. La mejor Pascua que se puede celebrar es acogiendo a Jesús como Redentor y empezar la vida de gracia. ¡Feliz Pascua de Resurrección 2010!
P. Francisco A. Vérar