“Queridos hijos, con perseverancia y amor materno os traigo la luz de la vida, para que destruya en vosotros la tiniebla de la muerte. No me rechacéis, hijos míos. Deteneos y miraos vosotros mismos, y ved cuán pecadores sois. Reconoced vuestros pecados y orad por el perdón. Hijos míos, no queréis aceptar que sois débiles y pequeños, pero sin embargo, podéis ser fuertes y grandes cumpliendo la voluntad de Dios. Dadme vuestros corazones purificados para que pueda iluminarlos con la luz de la vida, Mi Hijo. ¡Os lo agradezco!
Antes reflexionar sobre el mensaje de este 2 de mes, se debe tener en consideración que la Virgen ha pedido que el día 2 de cada mes se tenga oraciones especiales por “quienes no experimentan el amor de Dios en sus corazones”. Es de desear por tanto, que cada 2 de mes se pueda rezar el Rosario, celebrar Eucaristías, Horas Santas, ayunos… por esta intención. Orar por “quienes no experimentan el amor de Dios en los corazones” es un apostolado fundamental para todo hijo de María Reina de la Paz.
El mensaje que la Virgen dio este 2 de mes, comienza recordando de nuevo la importancia de su venida a la tierra. La Virgen dice: “Queridos hijos, con perseverancia y amor materno les traigo la luz de la vida, para que destruya en ustedes la tiniebla de la muerte”. La expresión “con perseverancia y amor materno” pone en evidencia la labor ministerial que la Madre desempeña desde Medjugorje para toda la humanidad. El próximo año se cumplirán 30 años de esta visita extraordinaria. Estamos viviendo en la Iglesia una especial Hora de María y este “tiempo de gracia” tiene dos connotaciones especiales: la presencia diaria de la Madre y los mensajes mensuales que se reciben de Ella. Se recuerda a este tenor: que aún tres videntes tienen la aparición diaria y otros tres una vez al año. Mirjana además tiene la aparición mensual el día 2 de cada mes. Mirjana no sabe por cuánto tiempo más proseguirá con este don. Los peregrinos y quienes siguen el desarrollo de los acontecimientos de Medjugorje, no pueden ver a la Virgen. Sin embargo, si la pueden escuchar. Y esto también es un don. Los videntes que aún tienen las apariciones diarias, no tienen necesidad de recibir mensajes de Ella porque la ven cotidianamente, y cotidianamente les habla. Sin embargo, el resto de los peregrinos y los devotos de la Madre sí tenemos necesidad de escuchar sus mensajes. Esto es importante subrayarlo, porque cuando la Madre habla no está hablando a los videntes, y probablemente, tampoco a los parroquianos de Medjugorje sino a todo bautizado y a todo hombre de buena voluntad. En este mensaje pues, nos exhorta a todos.
La expresión “tiniebla de la muerte”, teológicamente tiene dos acepciones principales. La primera hace referencia a la muerte física, la segunda a la muerte espiritual ocasionada por la obstinación en el pecado. En relación a la primera acepción la Virgen destaca que está con nosotros para ayudarnos a conquistar el Paraíso. Y esta misión la ha recordado muchas veces. Por ejemplo, el 25 de Octubre de 1987 dijo: “¡Queridos hijos! Hoy deseo invitarlos a que cada uno de ustedes se decida por el Paraíso. El camino es difícil para aquellos que no se han decidido por Dios. Queridos hijos, decídanse y crean que Dios Se ofrece a ustedes en toda Su plenitud. Ustedes están invitados y es necesario que respondan al Padre que los invita a través mío. Oren, porque en la oración, cada uno de ustedes puede alcanzar el amor pleno. Los bendigo y deseo ayudarlos a que cada uno de ustedes se encuentre bajo mi manto.” María como Madre quiere entonces, salvar a cada uno de sus hijos de la muerte eterna, está preocupada por el destino final de todos, por eso dice: “No me rechacen, hijos míos”. Entonces cuando dice: “Queridos hijos, con perseverancia y amor materno les traigo la luz de la vida, para que destruya en ustedes la tiniebla de la muerte” está haciendo la invitación a que nos decidamos por el Paraíso acogiendo a Cristo que destruye el pecado.
La segunda acepción está vinculada a la primera. El Apóstol Pablo menciona en Romanos 6:23 que “el salario del pecado es la muerte; pero el don de Dios, la vida eterna en Cristo Jesús” Es decir, el apego desordenado al pecado es la antesala de la muerte física. El pecado mortal se llama mortal porque hace referencia a la muerte “espiritual” del alma (separación de Dios). Si estamos en estado de gracia nos hace perder esta vida sobrenatural. Si morimos sin arrepentirnos, perdemos a Dios por la eternidad. Cuando la Madre dice: “Queridos hijos, con perseverancia y amor materno les traigo la luz de la vida, para que destruya en ustedes la tiniebla de la muerte” está invitando a salir de toda situación de pecado mortal que es muerte espiritual, y de continuar el alma en ese estado, pierde la vida eterna. El Catecismo de la Iglesia Católica advierte, que si el estado de gracia no es “rescatado por el arrepentimiento y el perdón de Dios, causa la exclusión del Reino de Cristo y la muerte eterna del infierno; de modo que nuestra libertad tiene poder de hacer elecciones para siempre, sin retorno”. CIC 1861. En realidad las dos acepciones están relacionas, sólo que especifican dos momentos de la privación del estado de gracia. La Madre quiere rescatar a sus hijos de ambas realidades por medio de Jesús: de la muerte espiritual y de la muerte física que excluye el alma del Paraíso.
En el mensaje la “Gospa” también dice: “Deténgase y mírense ustedes mismos, y vean cuán pecadores son. Reconozcan sus pecados y oren por el perdón”. La Virgen no exagera con estas palabras sino que intenta la conversión de todos. Este mensaje está muy relacionado con el del 25 de octubre pasado cuando mencionó: “Mi invitación quiere ser para ustedes, hijitos, una invitación para que se decidan a seguir el camino de la conversión”. En realidad, quien se detiene y ve cuán pecador es, es quien está dispuesto a convertirse. Los Santos nunca dejaron de tener conciencia de la miseria que los envolvía. Cuando una persona no ve el pecado tiene que preocuparse porque algo anda mal. María dice: “Deténganse y mírense ustedes mismos y ven cuán pecadores son. Reconozcan sus pecados y oren por el perdón”. Lo que significa que hay que buscar a toda costa que es lo que no marcha según la voluntad de Dios y cambiar.
Para poner en práctica este mensaje hay que hacer un inventario de las faltas actuales. No se debe pasar por alto que la Madre no está hablando para dos categorías de personas: los pecadores graves y los veniales. Cuando pide detenerse, examinar y reconocer el pecado quiere que cada uno de sus hijos considere, a la luz del evangelio, que es lo que no marcha en su vida de acuerdo a lo que Jesús predicó. Nadie debe evaluar su propia vida a la luz de su criterio o del criterio de los demás; y menos aún, sobre el criterio de la sociedad, sino según la mente de Cristo Jesús, según aquello de lo que ya nos previno es Apóstol: “nosotros tenemos la mente de Cristo” 1Cor 2:16.
Y para comprender la exhortación de María de este 2 de mes, hay que volver sobre el tema antiguo que el cristiano en el mundo reproduce la vida de Jesús y no la suya. De ahí que la conversión no es otra cosa que asumir poco a poco la vida de Jesús. Quien con el Evangelio en mano compara su vida con la del Señor, encontrará mucho de qué arrepentirse. No tendrá excusa para reconocer sus pecados. El Catecismo de la Iglesia Católica recomienda, antes de ir a la confesión, “preparar la recepción de este sacramento mediante un examen de conciencia hecho a la luz de la Palabra de Dios. Para esto, los textos más aptos a este respecto se encuentran en el Decálogo y en la catequesis moral de los evangelios y de las cartas de los apóstoles: Sermón de la montaña y enseñanzas apostólicas (Rm 12-15; 1 Co 12-13; Ga 5; Ef 4-6, etc.). CIC 1454. Esto nos puede ayudar a todos a responder a la invitación de la Madre.
La Virgen dice: “Hijos míos, no quieren aceptar que son débiles y pequeños”, se refiere a aquellos que no toman en serio la conversión y tienen dificultad para hacer el debido examen de conciencia. El mensaje de este 2 es un verdadero desafío espiritual. En él la Virgen espera que sus hijos no descuiden la conversión personal. Obsérvese como indica: “Denme sus corazones purificados para que pueda iluminarlos con la luz de la vida, Mi Hijo”. Aunque de suyo no lo mencione, todo católico sabe que la manera como el corazón se purifica es por medio de la confesión sacramental.
El próximo sábado es Primer Sábado del mes y sabemos que la Madre en Fátima pidió la Comunión Reparado el Primer Sábado de cada mes por medio de la Confesión mensual. También estamos cerca del inicio del Adviento que siempre tiene una connotación ascética y penitencial como preparación a la Navidad. Por tanto, tomemos con seriedad este mensaje para que la luz de Jesús llegue al corazón a través de la intercesión de Su Madre.
¡Sea alabado Jesucristo!
P. Francisco A. Vérar