El pasado diciembre de 1996 el obispo emérito de Split, mons. Frane Franic celebró su misa de diamante, el sexagésimo aniversario de su sacerdocio. En la concatedral en Split, repleta de feligreses, estuvieron presentes el nuncio apostólico en Croacia Giulio Einaudi, el cardenal Franjo Kuharic, el mons. Ante Juric, obispo actual de Split, el delegado del presidente de la República Croacia, algunos obispos de Croacia, más numerosos sacerdotes y hermanas.
Los eclesiásticos y políticos distinguidos hablaron sobre la vida y obra de este audaz testigo de la fe de la época de las más vehementes presiones y persecuciones. El Dr. Jure Radic, vicepresidente del gobierno croata y delegado del presidente de Croacia, luego don Dante, un sacerdote italiano, y fray Ljudevit Rupcic realzaron “los méritos especiales del mons. Franic, atrevido testigo que en los acontecimientos de Medjugorje había reconocido el dedo divino y los había apoyado. Aquella valentía suya provocaba a algunos que le atacaran, pero el mons. Franic, igual como en otras situaciones, siguió la voz de su consciencia y sus convicciones.”
Su valiente testimonio ayudó a muchos a aceptar los sucesos de Medjugorje que luego les abrieron camino hacia la conversión y la paz.El mismo archiobispo Franic, agradeciéndoles a todos, aprovechó esa ocasión también para volver a declarar su fe en la Reina de la Paz de Medjugorje. Los presentes, encantados de su testimonio, saludaron con un fuerte aplauso sus palabras. Entre otras cosas, dijo lo siguiente: “Cada sacerdote tiene que rezar tres, cada obispo cuatro y cada obispo emérito cinco horas al día. Yo aprendí a rezar en Medjugorje, donde la Reina de la Paz Agradezco a Dios por haberme permitido seguir el desarrollo de la teología mística y de los acontecimientos místicos, especialmente en Medjugorje. Acepto la veracidad de los mensajes de la Virgen de Medjugorje.”