Mensaje de María Reina de la Paz en Medjugorje el 25 de Octubre del 2009
“¡Queridos hijos! También hoy os traigo mi bendición y os bendigo a todos, y os invito a crecer en este camino que Dios comenzó, a través de mí, para vuestra salvación. Orad, ayunad y testimoniad alegremente vuestra fe, hijitos, y que vuestro corazón esté siempre colmado con la oración. ¡Gracias por haber respondido a mi llamada!”
En el tiempo actual, cuando nos sentimos tan impotentes ante las tremendas crisis, violencia, robo e inmoralidad, nos ha llegado el mensaje que comienza con las palabras: “¡Queridos hijos, os traigo mi bendición!” Es parecido al mensaje del capitán del barco o del avión que en los momentos de peligro se dirige a los viajeros asustados con las palabras: ¡no tengáis miedo, estamos a salvo!
Dándonos su bendición, la Virgen nos invita a crecer en el camino comenzado. Ese camino no es una teoría de la fe, de Dios, de los sacramentos, de la oración y ayuno, sino la vida cotidiana, una práctica diaria que nos lleva a la salvación. El camino sin meta y hacia lo desconocido crea inseguridad en el corazón humano. Por tanto, necesitamos de esa seguridad, necesitamos de la ayuda de la Madre, de su consuelo y enseñanza.
Una vez más la Virgen acentúa lo que nosotros podemos y tenemos que hacer de nuestra parte: dar testimonio alegre de la fe. Y eso lo puede solamente aquel que vive según la fe. Eso incluye la oración y el ayuno, y la renuncia de toda índole. Los programas que hoy, a través de los medios de comunicación, nos lanzan ciertos grupos políticos, económicos y otros, promueven una falsa libertad a través de la violencia, del placer y un egoísmo ciego. De esa manera nuestra generación ensalza unos personajes negativos como ejemplos e ideales.
Esos programas y sus contenidos están en conflicto con la naturaleza del hombre y de la fe que nos fue dada, revelada y que anuncia la Iglesia. En estas circunstancias desesperadas, la fe y el creyente tienen mucho que dar a su generación. El no se pone al lado opuesto, más bien ilumina alegremente la oscuridad de los tiempos. El no critica ni maldice, mas bien difunde la esperanza que vive en su corazón. El creyente es aquel que conoce el camino y que tiene una tarea privilegiada – dar testimonio del camino recto con su propia vida.
Eso no se puede hacer por dinero o por formación, por prestigio, sino por el amor alegre y la fe responsable. Así lo hicieron los santos en su época y en su generación. Así lo hizo san Francisco también hace 800 años, cuando el mundo estaba lleno de guerras, fuego, inquietud y desesperación. Todos esos horrores fueron superados por la voz de un hombre pequeño, pero poderoso que dejó todo, porque había encontrado a Jesús. Un enamorado de Jesús que se hizo pacificador y constructor de nuevas relaciones en la sociedad y la Iglesia.
¡¡El tiempo de hoy es tan parecido al de san Francisco!! ¿Quién puede ayudar hoy? Únicamente aquel que ora, que imita a Jesús y a san Francisco, a los santos. Por tanto estamos agradecidos por la llamada de la Madre y su enseñanza: “que nuestro corazón esté siempre colmado de oración”. Somos afortunados porque nosotros como grupo de oración hemos respondido a la llamada de la Gospa, la Reina de la Paz, y porque día y noche intentamos, con más amor aun y fervor, responder con nuestra propia vida a su llamada y a los mensajes.
Este mes pediremos por las siguientes intenciones:
1. Por el santo padre el Papa Benedicto que en este periodo se encontrará con los responsables de Medjugorje, para que el Espíritu Santo los guíe e ilumine y que sin ningún peso conozcan Medjugorje como don a la Iglesia y signo de este tiempo.
2. Por todos los miembros de la Hermandad, para que sigamos dando testimonio con alegría y amor. Por todos aquellos que tal vez se han cansado y pensado que no pueden seguir ayunando y rezando, para que reconozcamos que no existe otro camino y con un amor entusiasta renovemos el ayuno y la oración.
3. Por los videntes, para que fielmente y valientemente den testimonio de los mensajes con su palabra y vida, y de la presencia de la Virgen en Medjugorje. Por todos los peregrinos, para que encuentren lo que han perdido; que descubran lo que no habían vivido; que amen lo que no conocían: a Jesús y a su Iglesia.
Hermandad de la Visitación