1- A fines de setiembre antes de dejar Medjugorje para irme en misión, fui a ver a Mirjana y le pregunté si tenía algo importante para transmitir a los americanos en mis conferencias. Sin siquiera tomarse el tiempo para reflexionar, surgió de su boca esta respuesta: “¡Infúndeles confianza! ¡Dales amor!” Evocando algunas de las cargas y problemas de la gente de Occidente, me hizo remarcar la epidemia del miedo que afecta a tantos corazones en la actualidad. Sabemos cómo Mirjana, al igual que los otro cinco videntes, no andan con medias tintas cuando se trata de compartir las palabras exigentes de la Santísima Virgen. Sin embargo, esa mañana, Mirjana me sorprendió cuando dijo: “Quienes tienen miedo no son creyentes”. Al principio, esas palabras pueden parecer duras, pero reflexionando sobre ellas, nos ofrecen buenas razones para regocijarnos y reavivar nuestra esperanza. Es muy sencillo: cuanto más nos unimos a Jesús, menos miedo tenemos. Más nos acercamos a Dios, y más se aleja el miedo de nosotros. Debemos lograr que nos entre en la cabeza que el miedo y el amor son incompatibles. Allí donde hay amor, el miedo está ausente y puesto que Dios es amor puro, el verdadero amor elimina el miedo.
Mirjana me hizo recordar ese maravilloso mensaje recibido en los años 80: “Aquellos que toman a Dios Padre como padre de su familia, que me toman a mí (María) como madre, y que consideran a la Iglesia como su casa, no tienen nada que temer del porvenir, nada que temer de los secretos” ¡Ojalá que estas palabras fueran enmarcadas en cada hogar! Me gusta sobre todo la forma con la cual san Pablo sintetiza esto: “Si Dios está con nosotros, ¿quién estará contra nosotros?” (Rom 8,31)
Efectivamente, el único temor que deberíamos permitir entrar en nuestro corazón es el temor de estar separados de Dios (por el pecado grave y el rechazo de su misericordia). Estar separado de Dios es el único verdadero desastre. La Sma. Virgen lo subraya así: “Les ruego, no permitan que derrame lágrimas de sangre a causa de las almas que se pierden en el pecado”. (22 marzo 1984)
Luego hablar sobre el miedo, Mirjana dijo enfáticamente: “Sabes, no hay nada que no podamos obtener por medio de la oración y el ayuno. A veces la gente me pregunta: “Mirjana, ¿qué puedo hacer en esta situación, además de orar? ¡Preguntan esto porque no han comprendido aún el gran poder de la oración! ¿Por qué buscar otro medio cuando tenemos a nuestro alcance el mejor y más poderoso? ¡Nuestro esfuerzo debería consistir en orar más, mejor, y con mayor confianza en Dios, que nos guía como un padre a sus hijos! Esta confianza elimina por completo el miedo y hace que nuestra oración sea tan potente.
Al escucharla, decidí permanecer vigilante y que cuando se filtren temores en mi corazón, recurriría inmediatamente a la oración en lugar de dar rienda suelta a mi imaginación.
Mirjana agregó: “Muchos peregrinos italianos me preguntan: Mirjana, ¿por qué la Virgen pide esto o aquello en sus mensajes? Pero nosotros, los videntes, ¡no nos cuestionamos sobre los por qué! A ninguno de nosotros se nos ocurriría pensar en ello, porque sabemos que nuestra vida está en manos de Dios”.
Mirjana tiene razón; no tenemos necesidad de comprenderlo todo. He notado que esta gran sabiduría de los videntes es patrimonio de la mayoría de los croatas creyentes. Esto proviene sin duda del sentido de la trascendencia divina que han sabido conservar. Para ellos, la Virgen sabe por qué pide hacer esto o aquello y les basta. Están en paz y lo realizan con sencillez. Podemos adoptar esta actitud, porque obedeciendo comprenderemos el bien contenido en lo que nos es pedido. Nunca nos equivocamos cuando obedecemos a la voluntad de Dios! Pero si cuestionamos a Dios sobre sus intenciones antes de ponernos en camino hacia él, entonces seremos los grandes perdedores. Luego de 23 años de apariciones, algunos peregrinos no han aún comenzado a ayunar porque continúan cuestionándose por qué deberían hacerlo. Durante ese tiempo, cuántas gracias han sido concedidas a aquellos que, con fe de niño, simplemente han ayunado.
2 – ¡Gracias Señor! ¡Hemos finalmente iniciado el Año de la Eucaristía! ¡Fijemos más que nunca nuestra mirada en Jesús Eucaristía! La Hna. Briege McKenna (USA) me dijo recientemente por teléfono que el Enemigo hará todo para distraernos e impedirnos que vivamos plenamente este Año de la Eucaristía. Sin embargo, dijo, es lo más importante que debemos hacer hoy en día, por nosotros y por el mundo.
El Santo Padre nos manifiesta una vez más su comunión de espíritu con la Santísima Virgen al haber declarado el presente año, el Año de la Eucaristía. Podemos mostrar desde ahora nuestra unión con él dejando más lugar en nuestra vida a la Eucaristía. Durante los primeros años de las apariciones, la Virgen expresó el deseo de que en cada parroquia haya adoración del Santísimo Sacramento. En la actualidad hay lamentablemente aún muchas parroquias que no ofrecen esta posibilidad de los fieles. Sugiero por lo tanto que cada uno se comprometa a orar humildemente por su parroquia y por su diócesis, hasta que el deseo de la Gospa se vuelva realidad. El 15 de marzo de 1984 la Virgen dio el siguiente mensaje: “Adoren sin cesar al Santísimo Sacramento del Altar. Estoy siempre presente cuando los fieles están en adoración. En ese momento se reciben gracias especiales”
Existen muchas maneras de manifestar nuestro amor por Jesús en la Eucaristía, y podemos pasar muy concretamente a la acción. Por ejemplo, conozco una mujer que no tiene muchos recursos pero que desde hace años se comprometió a llevar flores frescas a todos los sagrarios de su pueblo, en signo de amor hacia Jesús Eucaristía y hacia María, su Madre.
Por tu oración, querida Gospa, Madre de la Eucaristía,
¡que nuestra vida pueda ser una misa y nuestra alma, una hostia!
Sr. Emmanuel
© Children of Medjugorje 2004
PS El próximo reporte será enviado el 15 de noviembre, a menos que haya un acontecimiento mayor para compartir.