1 – Si alguna vez han venido a Medjugorje, sin duda se habrán cruzado con Ruzica, de 82 años, caminando con dificultad por los campos hasta alcanzar su lugar favorito, al borde del caminito de tierra que lleva al Podbrdo, donde vende sus rosarios y mantelitos hechos a mano. Su hermosa cabellera blanca se esconde bajo el tradicional pañuelo local de las abuelas y todo su cuerpo está surcado por arrugas, signo de sabiduría. Ella me contó un día cómo había llegado a tener la espalda encorvada, casi en ángulo recto al nivel de la cintura: mucho antes que los viñedos comenzaran a desarrollarse, las plantaciones de tabaco coloreaban los paisajes de Medjugorje. Su padre y sus hermanos trabajaban duro y parejo el día entero plantando, y cosechando luego las hojas que les aseguraban una vida precaria y frugal. Un día mientras ayudaba a guardar la cosecha, una bolsa de hojas de tabaco le cayó sobre la espalda partiéndosela en dos. En aquella época no había hospital de urgencias, ni medicamentos para atenuar el dolor. El rosario fue su único consuelo. Milagrosamente, con la paciencia y la oración, soportó los dolores hasta que su espalda sanara por sí misma; pero, por falta de cuidados adecuados, su espalda quedó encorvada para siempre, como el mango torcido de una cuchara. Le pregunté cómo podía mostrar tanta entereza frente al sufrimiento. Me respondió: “¡Jesús y María!”
¡Esta es la verdadera fe! Si pudiésemos ver los frutos de la fe, no tendríamos necesidad de ver visiones! Como no-videntes, caminaríamos con aplomo, sabiendo que nuestros obstáculos aparentes son en realidad nuestros más grandes aliados. ¿No nos transmite suficiente paz este ejemplo como para avanzar paso a paso en la fe y cambiar el curso de nuestra vida? En esto radica el secreto de la santidad. Santa Teresita escribió: “La santidad es una disposición del corazón que nos hace humildes y pequeños en los brazos de Dios, conscientes de nuestra debilidad y confiados hasta el extremo de la audacia, en la bondad de nuestro Padre del Cielo”.
2 – Para recibir mensualmente el mensaje del 25 y los reportes quincenales en castellano directamente en su correo, puede escribir a dnolan@childrenofmedjugorje.com
3 – Cuando recibimos el mensaje del 25 de junio, todo el pueblo estaba feliz. La gente exclamaba: “¡La Santísima Virgen está contenta con nosotros!”. Estábamos colmados de alegría, cual pequeñuelos que su madre recompensa por una buena acción. María nos anima a cada uno de nosotros y nos pide que perseveremos: “¡Queridos hijos, … cada uno de ustedes es importante, por eso hijitos, oren y alégrense conmigo por cada corazón que se ha convertido y que ha llegado a ser instrumento de paz en el mundo…” (Ver PS 1)
No digamos: “¡Esto no lo dice por mí! ¡Es para los santos! No soy digno, soy tan poco importante a los ojos de Dios”. Porque de esta forma, nos encerramos en nosotros mismos y ¡quedamos atrapados! Acudamos en cambio a Jesús, y ¡Él nos mostrará hasta qué punto cuenta con nosotros! Un día, mientras santa Teresa de Avila recitaba el rosario, fue detenida por algunas de sus hermanas que le confiaron: “Madre, cuando llegamos al 2do. Misterio doloroso, no sabemos nunca cómo meditar sobre la flagelación de Jesús”. Teresa les respondió: “Jesús estaba solo en su agonía, solo en casa de Pilato. Durante la noche que pasó en la sombría y fría prisión del Sumo Sacerdote, suspendido por los brazos, a la espera del veredicto, pensaba que hasta su Padre lo había abandonado. ¿Cuando comenzó la flagelación, quién se encontraba cerca suyo? ¡Su madre! Permanezcan junto a María, estén simplemente con Jesús, consuélenlo con su presencia”. Cada uno de nosotros es importante para Jesús.
Un día, la Santísima Virgen le pidió al pequeño Jakov, que tenía entonces 10 años, que orara con todo su corazón a cada momento de la jornada. Una semana después, mientras jugaba al futbol con sus amiguitos, recordó el pedido de la Gospa; aunque no sentía deseo alguno de rezar. Sin embargo, se recogió y dijo rapidamente un Avemaría para complacer a la Virgen. Esa tarde, en el momento de la aparición, la Virgen le agradeció su esfuerzo y, para animarlo, le dijo que se había valido de su oración, aunque cortita, para hacer el bien. Le mostró entonces un hombre en Asia que había podido ser salvado gracias a su pequeña oración. Jakov sólo era un niño cuando las apariciones comenzaron; hubiera podido pensar que era el menos importante de los videntes. Pero, a su gran sorpresa, él fue el primero en oír que la Virgen le dijera: “¡Eres importante para mí!”
Hoy la Santísima Virgen nos sigue exhortando: “Cada uno de ustedes es importante”. Nuestra debilidad y nuestra pobreza son las que nos dan la audacia para ofrecernos al Señor tal como somos. Precisamente porque somos pobres y no tenemos nada, nos lo quiere dar todo, para que podamos regocijarnos y que irradiemos Su amor por todos los hombres. Teresita dijo: “Porque eres débil… haz como yo: Gánate al Señor por el corazón! Arrójate en sus brazos y pídele que te “castigue” con un beso. ¿Cómo podría El resistir? Cuando arrojamos nuestras faltas en ese horno ardiente con total confianza filial, cómo podrían dejar de ser consumidas para siempre? (Ver PS 2) Ignoramos lo que nos espera, en particular en los momentos más oscuros de nuestra vida. Pensamos que debemos conformarnos con lo que el mundo considera importante. Nos han preguntado a menudo: “¿A qué se dedica? ¿Cuánto gana? ¿En qué etapa de su vida espiritual se encuentra?” Y entonces, nuestra importancia es medida según la escala de valores del mundo. ¡NO! ¡Somos importantes porque somos hijos de Dios, creados a su imagen y semejanza! ¡Porque Jesús ha vertido su sangre por nosotros! ¡Nos ama a cada uno en particular como la pupila de sus ojos! Y su mayor alegría consiste en unirse a nosotros en el amor, siempre y cuando se lo permitamos. La Madre Teresa de Calcuta solía decir que santa Teresita era su mayor modelo porque tenía muchos secretos para compartir sobre la manera de irradiar el amor de Dios. La Madre Teresa decía: “Un cristiano es un tabernáculo del Dios Vivo. El me ha creado, me ha elegido, ha venido a habitar en mí porque me quería. Ahora que saben hasta qué punto Dios está enamorado de ustedes, es completamente natural que por el resto de sus vidas irradien ese amor” y también “Para poder transmitir Su paz, Su alegría, Su amor, debemos primero tenerlos nosotros mismos, porque no podemos dar lo que no tenemos”
Cada uno de nosotros tiene un gran rol en el plan de Dios para la salvación de la humanidad y la Gospa nos ayuda a descubrir esa misión en su plenitud, como lo dijo en su mensaje del 25 de enero de 1987 (Ver PS 3). Para eso Jesús la ha enviado a Medjugorje. Cuando nos pide de alegrarnos con ella “oren y alégrense conmigo por cada corazón que se ha convertido y que ha llegado a ser instrumento de paz en el mundo…”, ella espera que estemos junto a Jesús, pero también que estemos llenos del Espíritu Santo, que irradiemos a Dios al igual que los Apóstoles cuando el Fuego los consumió y los hizo arder de amor por dentro. El hecho de irradiar a Cristo forma parte del Nuevo Pentecostés de Amor. Teresita de Lisieux lo explicaba así: “Conoces los torrentes, o mejor dicho los océanos de gracia que han venido a inundar mi alma. ¡Ah! Desde ese día bendito, me parece que el AMOR me penetra y me rodea. Me parece que a cada momento, este amor misericordioso me renueva, purifica mi alma, eliminando todo rastro de pecado. (ver PS 2)
Querida Gospa, ayúdanos a mirar hacia Él
¡y a irradiar su Luz!
Sr. Emmanuel
© Children of Medjugorje 2004
PS1 Mensaje del 25 de junio de 2004
”¡Queridos hijos! También hoy hay gozo en mi corazón. Deseo agradecerles por hacer que mi plan sea realizable. Cada uno de ustedes es importante, por eso hijitos, oren y alégrense conmigo por cada corazón que se ha convertido y que ha llegado a ser instrumento de paz en el mundo. Los grupos de oración son fuertes y a través de ellos puedo ver, hijitos, que el Espíritu Santo obra en el mundo. Gracias por haber respondido a mi llamado.”
PS2 Extractos de Cartas de Santa Teresita del Niño Jesús y de Historia de un Alma.
PS3 Mensaje del 25 de enero de 1987
“¡Queridos hijos! Quiero invitarlos a todos a que desde hoy vivan una nueva vida. Queridos hijos, deseo que comprendan que Dios los ha elegido a cada uno de ustedes como instrumento para Su plan de salvación de la humanidad. Ustedes no pueden entender cuán importante es su puesto en este plan de Dios, por eso, hijos queridos, oren para que en la oración puedan comprender el plan de Dios para ustedes. Estoy con ustedes para que puedan realizarlo plenamente. Gracias por haber respondido a mi llamado.