«¡Queridos hijos! Os he elegido, apóstoles míos, porque todos lleváis dentro de vosotros algo hermoso. Vosotros me podéis ayudar a fin de que el amor por el cual murió mi Hijo, y luego resucitó, venza nuevamente. Por eso os invito, apóstoles míos, a que en toda criatura de Dios, en todos mis hijos, procuréis ver algo bueno y a que intentéis comprenderlos. Hijos míos, todos vosotros sois hermanos por el mismo Espíritu Santo. Llenos de amor hacia mi Hijo, podéis hablar de lo que sabéis a todos aquellos que no han conocido ese amor. Vosotros habéis conocido el amor de mi Hijo, habéis comprendido su Resurrección y ponéis vuestros ojos con alegría en Él. Mi deseo maternal es que todos mis hijos estén unidos en el amor a Jesús. Por eso os invito, apóstoles míos, a vivir la Eucaristía con alegría, porque en la Eucaristía mi Hijo se os da siempre de nuevo, y con su ejemplo os muestra el amor y el sacrificio por el prójimo. ¡Os doy las gracias!»
A mi entender, este mensaje tiene seis puntos que son claves para vivir la santidad sacerdotal, en sintonía con lo que inspira el Espíritu Santo y nos pide la Reina de la Paz. Y aunque en este jueves sacerdotal, la Gospa se dirige especialmente a los sacerdotes, el mismo mensaje puede aplicarse a las religiosas y a los laicos.
Estos seis puntos centrales del Mensaje, son:
1. Descubrir lo hermoso que hay en uno mismo.
2. Descubrir lo hermoso que hay en toda criatura de Dios.
3. Vivir como hermanos, unidos en el amor.
4. Narrar el amor de Dios a quienes no lo conocen.
5. Poner los ojos con alegría en Jesús.
6. Vivir la Eucaristía con alegría.
1. Descubrir lo hermoso que hay en uno mismo, pues la Madre nos dice que todos llevamos en nosotros algo hermoso. Este es un camino de aprendizaje que consiste en abrirnos a la experiencia del amor de Dios que nos sana y nos enseña a mirarnos de modo diferente a como lo hacemos normalmente, mirarnos con ojos de misericordia, aprendiendo a descubrir nuestros talentos y capacidades, y a convertir nuestras debilidades, apoyados en su gracia.
2. Descubrir lo hermoso que hay en toda criatura de Dios, es un don que se nos concede a partir de lo anterior, es decir amándonos a nosotros mismos, así como el Señor Jesús nos ama, lo cual será la medida para amar a nuestros hermanos. Pero llama la atención que en su Mensaje la Reina de la Paz nos habla de descubrir todo lo hermoso que hay -no solo en las personas-, sino también en todo el resto de la creación: animales, vegetales y todo lo que creado por Dios. Ella parece animarnos a entrar en una comunión con todo lo creado y a cuidar la creación.
3. El tercer punto es un llamado a recordar que todos somos hermanos. Por lo cual en este jueves santo, día sacerdotal en que es dado el mensaje, la Madre llama especialmente a los sacerdotes a ser constructores, modelos y maestros de comunión y unidad en el Clero, en las Congregaciones Religiosas, en sus parroquias y en todos los ambientes. Recordemos las palabras de San Juan Pablo II: “Lo que nos une es mucho más que lo que podría separarnos”. El anhelo de la Virgen vuelve a ponerse en evidencia cuando casi al final del mensaje, dice: “Mi deseo maternal es que todos mis hijos estén unidos en el amor a Jesús.” No podemos llamarnos cristianos, ni discípulos de la Reina de la Paz, si no somos constructores de unidad en todos los ambientes.
4. El cuarto punto me parece más misionero, ya que la Gospa nos pide: Narrar el amor de Dios a quienes no lo conocen. Y esto implica coherencia entre la narración y la vida, entre la palabra y el testimonio que debemos dar, para mostrar que realmente creemos en el amor de Dios.
5. Otra cosa que la Madre nos pide, es poner los ojos con alegría en Jesús. La alegría es un punto dominante en este mensaje. Es penoso ver sacerdotes tristes o con enojo crónico, religiosas o laicos -como dice el Papa Francisco- con cara de pepinillos en vinagre. Todos pasamos por momentos de tristeza, enojo o mal humor, el problema es si esto se transforma en algo crónico en nuestras vidas y no tratamos de cambiarlo con la ayuda del Señor, de su Madre, y con una adecuada dirección espiritual.
6. En el último punto que quiero mencionar, la Madre nos pide vivir la Eucaristía con alegría, celebrarla con alegría y que los frutos de esa Eucaristía sean fuente de paz y gozo para el camino de la vida.
No tengo dudas que la Reina de la Paz que nos hace estos pedidos, estará intercediendo por ti, por mí y por cada hermano, para que la gracia del Señor nos ayude a seguir transformándonos de día en día. Amén.
Que el Señor te conceda una Semana Santa colmada de la presencia del Espíritu Santo y una muy bendecida Pascua de Resurrección.
P. Gustavo E. Jamut,
Oblato de la Virgen María