Queridos hijos, los amo con amor materno y con paciencia maternal espero vuestro amor y vuestra unidad. Oro para que sean la comunidad de los hijos de Dios, de mis hijos. Oro para que como comunidad se vivifiquen gozosamente en la fe y en el amor de Mi Hijo. Hijos míos, los reúno como mis apóstoles y les enseño cómo dar a conocer a los demás el amor de mi Hijo, como llevar a ellos la Buena Nueva, que es mi Hijo. Entréguenme sus corazones abiertos y purificados y yo los llenaré de amor hacia mi Hijo. Su amor dará sentido a vuestra vida y yo caminaré con ustedes. Estaré con ustedes hasta el encuentro con el Padre Celestial. Hijos míos, se salvarán sólo aquellos que con amor y fe caminan hacia el Padre Celestial. ¡No tengan miedo, estoy con ustedes! Tengan confianza en vuestros pastores, como la tuvo mi Hijo cuando los eligió, y oren para que ellos tengan fuerza y amor para guiarlos. ¡Les agradezco!
(1) En este sentido podemos estar convencidos que la que era inminente guerra en el Medio Oriente fue detenida por la jornada de oración y ayuno pedida por el Santo Padre.
(2) Ello no significa que la Iglesia no sea jerárquica. Lo es porque así la quiso y la fundó el Señor. Esto se pone también de manifiesto en este mensaje así como en los anteriores donde pide orar por los pastores (obispos, sacerdotes) y cuando la Santísima Virgen dice que su triunfo será con los pastores.
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P. Justo Antonio Lofeudo
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¡Bendito, Alabado y Adorado sea Jesucristo en el Santísimo Sacramento del Altar!
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