“Queridos hijos, mientras que una gran gracia del cielo os es prodigada a vosotros, vuestros corazones permanecen duros y sin respuesta. Hijos míos, ¿por qué no me entregáis completamente vuestros corazones? Sólo deseo poner en ellos paz y salvación: poner a mi Hijo. Con mi Hijo, vuestras almas alcanzarán nobles metas y nunca se perderán. Aún en la mayor oscuridad encontraréis el camino. Queridos hijos, decidíos por una nueva vida con el nombre de mi Hijo en vuestros labios. Gracias.”
La filmación de la aparición a Mirjana del 2 de enero puede verse en:
www.dmisericordiamed.it/mirjana2gen09.htm
¿A quién va dirigido este mensaje? En un primer momento parece que fuera a aquellos que no escuchan a la Madre de Dios y que permanecen indiferentes, duros, sin responder a estos llamados que viene haciendo cada vez con más urgencia. Pero, en una lectura más atenta nos damos cuenta que la Virgen emplea una palabra –“completamente”- y aquí sí que hay tema para sentirse interpelado.
¿Es que estoy yo verdaderamente entregado “completamente”? ¿Es que le he dado a la Madre celestial todo mi corazón? ¿Estoy seguro que no me he quedado con un resto, con una parte de mi vida en la que voy a mi aire haciendo lo que me viene en ganas? ¿No estaré así actuando bajo mis instintos y dejándome llevar por lo que más me place llegando a estar en contra de lo que Ella me enseña y Dios quiere de mí? ¿No será que yo sigo en mi dureza de corazón porque no me siento aludido cuando leo estos mensajes recriminatorios? ¿Soy realmente merecedor de sus agradecimientos, plenamente merecedor, cuando dice “gracias por haber respondido a mi llamado”?
Lo otro que llama la atención y que, según mi opinión, le da al mensaje particular carácter de perentorio, de urgente, es cuando dice “aún en la mayor oscuridad encontrarán el camino”. Aquí caben dos interpretaciones posibles. Una es la de una advertencia eventual, podría ocurrir que en alguna ocasión o circunstancia alguien se encontrase en una gran oscuridad exterior e incluso interior y teniendo a Cristo que es la Luz, estando consagrado a María (habiéndole dado su corazón), encontrará un rumbo a seguir, el de la salvación, que le será mostrado y al que será guiado. La otra interpretación sería que la Santísima Virgen está anticipando un tiempo de gran oscuridad, muy tenebroso, para todos. Entonces, ya no sería una cuestión personal contingente, que podría o no ocurrir, sino un evento futuro al que la humanidad se encamina por haber abandonado a Dios. Personalmente creo que se refiere a esto segundo.
¿Cuál conclusión sacamos de todo lo dicho? Simplemente que estando el mensaje dirigido a todos y advirtiéndosenos que nos esperan tiempos aún más difíciles, debemos abandonarnos plenamente, con absoluta confianza, a la Santísima Virgen, y hacerlo ya mismo. Debemos abrirnos por entero y darle toda nuestra vida, todo nuestro corazón y dejar de pensar que este mensaje no me incumbe. Creo que cada uno debe hacer un examen profundo de conciencia para ver hasta dónde este mensaje va dirigido a su persona y abandonar definitivamente la mediocridad siendo cristianos a medias. No puede uno hacerse su propia ley y luego juntar las manos para pedirle a Dios cuando algo va mal o no va según los propios modelos de vida que ha concebido.
Ella nos exhorta a decidirnos por una vida nueva con el nombre de Jesús en los labios. Vendrá el nombre de Jesús a nuestros labios de la plenitud del corazón como oración y también, en momentos de grandes pruebas, como invocación de salvación. La Madre de Dios nos llama a una vida nueva, a “ser santos con cuantos en cualquier lugar invocan el nombre de Jesucristo, Señor nuestro y de ellos” (1 Cor 1:2).
“Si confiesas con tu boca que Jesús es el Señor y crees en tu corazón que Dios lo resucitó de entre los muertos serás salvo” (Rm 10:9), es decir, serás salvo al nombrarlo como Señor creyendo firmemente que Él está vivo, glorioso, con todo poder y que responde. Nombrar a Jesús es invocar la salvación, porque ése y no otro es el nombre del único Salvador de los hombres. Porque “no hay bajo el cielo otro nombre dado a los hombres por el que nosotros debamos salvarnos” (Hch 4:12). Ya que “al nombre de Jesús toda rodilla se dobla en los cielos, en la tierra y en los abismos y toda lengua confiesa que Cristo Jesús es el Señor, para gloria de Dios Padre” (Cf Flp 2:10-11).
Ser auténticamente de Cristo, estar seguro de seguir sus pasos y de que nuestros pasos sean por Él guiados, es entregarse completamente a María, con todo el corazón. Entonces sí viviremos en paz aún en medio de grandes guerras, encontraremos siempre el camino en la mayor oscuridad y seremos salvados. Para eso, no nos conformemos con nuestro estado actual diciendo “yo creo, yo escucho, yo promuevo y difundo los mensajes, yo estoy de su lado”, más bien veamos cada uno qué estamos haciendo de los que se nos pide y en cuáles ocasiones seguimos nuestro propio rumbo.
Que a todos nos aproveche este mensaje.
P. Justo Antonio Lofeudo
www.mensajerosdelareinadelapaz.org