El 23 de febrero será el evento, dedicado particularmente a las poblaciones de Sudán del Sur y del Congo. Llamado por la vida: «Son pocos los que luchan por ella en un mundo en el que se producen cada día armas y avanza la “cultura del descarte”»
«No a la violencia». El Papa Francisco se hace escuchar desde la ventana del Palacio Apostólico, en donde recitó el Ángelus con 20 mil fieles reunidos en la Plaza San Pedro. «¡Las victorias obtenidas con la violencia son falsas victorias; mientras trabajar por la paz le hace bien a todos!». Y, viendo con preocupación el perdurar de «situaciones de conflicto en diferentes partes del mundo», anunció una Jornada de oración y de ayuno por la paz, que será el próximo 23 de febrero, el viernes de la Primera Semana de Cuaresma, ofrecida particularmente a las poblaciones de la República Democrática del Congo y de Sudán del Sur.
Una iniciativa que se parece mucho a la histórica vigilia por la paz en Siria, convocada por el Pontífice argentino para el 7 de septiembre de 2013, cuando acababa de comenzar su Pontificado. Como en aquella ocasión, Bergoglio invitó «también a los hermanos y a las hermanas no católicos y no cristianos a asociarse a esta iniciativa en las modalidades que consideren más oportunas».
Asegurando que «nuestro Padre celeste siempre escucha a sus hijos que gritan a Él en el dolor y en la angustia», Francisco dirigió un fuerte «llamado para que también nosotros escuchemos este grito y, cada uno, en la propia conciencia, frente a Dios, se pregunte: “¿Qué puedo hacer por la paz”. Seguramente podemos rezar; pero no solo: cada uno puede decir concretamente “no” a la violencia». «Porque –exclamó con vigor Francisco– ¡las victorias obtenidas con la violencia son falsas victorias; mientras trabajar por la paz le hace bien a todos!».
Antes de rezar la oración mariana del Ángelus el Papa Francisco explicó que el Evangelio de este V domingo del tiempo ordinario prosigue con la descripción de una jornada del Señor en Cafarnaúm, que corresponde a un sábado, fiesta semanal para los hebreos. Y dijo que tal como lo relata el Evangelista San Marcos, pone de relieve «la relación entre la actividad taumatúrgica de Jesús y el despertar de la fe en las personas que encuentra». Sí, porque con los signos de las curaciones que realiza en favor de todo tipo de enfermos, el Hijo de Dios quiere suscitar la fe como respuesta.
En cuanto a la conclusión de la jornada de Jesús en Cafarnaúm que termina con la escena de la gente que lleva a todos los enfermos a la casa en la que se alojaba, el Papa Bergoglio afirmó que se trata del «ambiente vital» en el que realiza su misión hecha de palabras y gestos que curan y consuelan.
Y añadió que a una pobre humanidad marcada por tantos sufrimientos se dirige esa «acción poderosa, liberadora y renovadora de Jesús». Además, el Pontífice consideró que Jesús no presenta su misión de modo triunfalista, puesto que antes del alba del día siguiente, se retira a un lugar apartado para rezar.
De manera que la conclusión de este pasaje evangélico indica que el anuncio del Reino de Dios por parte de Jesús encuentra su lugar más propio en la calle. La calle como lugar del feliz anuncio del Evangelio coloca la misión de la Iglesia bajo el signo del «ir», del «movimiento» y jamás de la inmovilidad.
E invitó a pedir a la Virgen María que nos ayude a «estar abiertos a la voz del Espíritu Santo, que impulsa a la Iglesia a poner cada vez más su propia tienda en medio de la gente para llevar a todos la palabra sanadora de Jesús, médico de las almas y de los cuerpos».
Fuente: www.lastampa.it