Colabora, reza y sufre por tu parroquia porque debes considerarla como una madre que la Providencia te ha dado: que sea una casa de familia eterna y hospitalaria, una casa abierta a todos y al servicio de todos. Contribuye a que todo se realice plenamente.
Colabora, reza y sufre para que tu parroquia sea una verdadera comunidad de fe: respeta a los sacerdotes de tu parroquia aunque se vislumbren miles de defectos: son los delegados de Cristo para ti; míralos con ojos de fe, no acentúes sus defectos, no juzgues con demasiada facilidad sus miserias para que Dios te perdone tus miserias. Toma en consideración sus necesidades y reza cada día por ellos.
Colabora, reza y sufre para que tu parroquia sea una verdadera comunidad eucarística, que la Eucaristía sea una raíz viva sobre la que construir y no una raíz seca sin vida. Participa en la Eucaristía de tu parroquia con todas tus fuerzas. Disfruta con los demás de todas las cosas buenas de tu parroquia. No te dejes llevar por la inercia antes bien ponte manos a la obra para hacer todo lo que te piden.
Recuerda: las ambiciones, las ganas de ser siempre el número 1, la rivalidad, son parásitos de la vida parroquial; detéstalos, combátelos y no los toleres nunca.
La ley fundamental del servicio es la humildad: no importan tus ideas, no tengas ambiciones, sirve desde la humildad. Acepta incluso ser apartado, intenta hacer el bien a todos, si en un momento dado te lo piden. No te cruces de brazos, y esmérate en el trabajo más antipático y más esclavo de todos y ni se te pase por la cabeza la posibilidad de oponerte.
Si tu sacerdote es posesivo y no deja hacer nada, no hagas un drama: la parroquia no va a ir a ningún sitio con esto. Siempre hay lugares y sectores donde algún párroco te deja plena libertad de acción: la oración, los pobres, los enfermos, las personas solas y marginadas: solo que vivas algo de esto, la parroquia se vuelve viva. La oración ni te la condiciona ni te la puede quitar nadie.
Recuerda que con humildad y caridad se puede decir cualquier verdad en la parroquia. A menudo la arrogancia y la presunción frenan cada paso y levantan muros.
La falta de paciencia, a veces, crea rechazo a las mejores iniciativas.
Cuando las cosas no van bien, intenta señalarte con tu propio dedo en lugar de hacerlo contra el sacerdote, contra tus curas o contra las situaciones. Tienes tus responsabilidades, tienes tus propios deberes: si tienes el valor de hacer autocrítica, severa y estricta, quizás tendrás una luz más grande que los límites de los demás.
Si tu parroquia da pena la culpa también es tuya: con un puñado de gente voluntariosa hay bastante para hacer una revolución, con un grupo de gente decidida a darlo todo ya hay bastante para provocar un cambio en la parroquia.
Reza constantemente por la intensidad de tus curas: los curas santos son la riqueza más grande de nuestra parroquia, son la salvación de nuestros jóvenes.
Fuente: https://medjugorjetuttiigiorni.blogspot.it/2013/12/ama-la-tua-parrocchia.html
Traducción del italiano a cargo del equipo de www.virgendemedjugorje.org