Por miedo a no tener contrato, Graziano Gasparre empezó a doparse. Pronto se enganchó a otras drogas y estuvo a punto de perder incluso a su familia.
Graziano Gasparre es una víctima más del dopaje y la presión que se ha ejercido durante años en el mundo del ciclismo, algo que ha destrozado la vida a muchos de estos deportistas. Sin embargo, tocar fondo hizo que este profesional italiano tuviese que recurrir a Dios y gracias a Él ha podido reconciliarse él mismo, con los demás y contar su historia al mundo para que no vuelva a repetirse.
La Virgen María y su experiencia
El dopaje masivo le llevó incluso a engancharse a otro tipo de drogas como la cocaína y las anfetaminas. Perdió totalmente el control de su vida, incluso con su familia y sus hijos. Un cáncer a consecuencia de tantos años de dopaje fue la gota que colmó el vaso. La recuperación física, anímica y espiritual ha sido lenta y ha sido tras una peregrinación a Medjugorje cuando se ha decidido a contar su historia, su bajada a los infiernos y advertir a las jóvenes generaciones de los riesgos que corren y de las consecuencias que pueden tener por el dopaje.
La “tentación” del éxito”
Gasparre era una de las grandes promesas del ciclismo italiano llegando a ser campeón de Europa. Llegaba al mundo del profesionalismo apuntando muy alto y rápidamente consiguió un buen contrato. Sin embargo, chocó de frente con la realidad. El mundo del ciclismo profesional era más competitivo de lo que esperaba y no conseguía los resultados esperados.
En ese momento surgió la tentación. “Ahí empezó mi experiencia como dopado: por debilidad personal y también para adaptarme a un sistema que no te deja demasiadas opciones. Estaba el consejo desinteresado de un directivo, el deseo de mantener la promesa que nos habían hecho de juniors, el miedo a estar sin contrato: era todo demasiado tentador”. Y como además “todo el mundo lo hacía” decidió embarcarse en un barco que no llevaba a buen puerto.
Enganchado a otras drogas
De este modo, comenzó con el tristemente conocido EPO, con la hormona del crecimiento y también testosterona. Y a partir de ese momento entró en una espiral: para aguantar los duros entrenamientos empezó a tomar anfetaminas y luego cocaína con el objetivo de perder peso en invierno. Pero lo único que consiguió fue una adicción. Cada vez más sustancias dañinas circulaban por su organismo.
Pese a ello, Graziano Gasparre asegura que “nunca tuve remordimientos. No me sentía un dopado y no tenía ningún sentimiento de culpa, simplemente actuaba como los demás”. Pero aunque no quisiera percatare “una vez que se ven los efectos, es difícil salir por el miedo a permanecer sin contrato”.
“La adicción a la cocaína ha permanecido conmigo durante años. No podía parar y de repente estaba perdiendo a mi familia, mi esposa y a mi hijo”, cuenta ahora tras ver de Dios que debía contar su historia.
Una ayuda para salir de la fosa
Pero una serie de acontecimientos fueron pasando en su vida y que si a primera vista parecen desgracias también pudieron ser el comienzo de su salvación. De lleno en el dopaje y sin conseguir destacados premios en el ciclismo, Gasparre sufrió en 2005 una gravísima caída que truncó su carrera tras romperse varias costillas y el tendón rotuliano de su rodilla derecha.
Cuando parecía que todo acababa para él apareció Ivano Fanini, líder del equipo Amore Vita, cuyo patrón honorífico era Juan Pablo II y que contra viento y marea ha defendido los valores cristianos. De hecho, su oposición firme y tajante al dopaje le valieron el desprecio del resto de equipos y ciclistas. “Me dio una oportunidad después de la lesión. Me puse en manos de él cuando se sospechaba que me dopaba pero le demostré que estaba limpio y hubo paz. Ivano estaba muy cerca de mí y fue una de las personas que más me ayudó en estos momentos difíciles”, asegura sobre este director que siempre ha pretendido transmitir al deporte los valores que propugna la Iglesia.
Un tumor a causa del dopaje
En 2009 finalmente se retiró pero sus problemas no acabaron ahí. Los actos suelen tener consecuencias. Y tantos años de dopaje tuvieron sus efectos. Recientemente, comenzó a sentir molestias en la nalga izquierda. Cuando los dolores se hicieron más evidentes decidió acudir al médico y le fue detectado un tumor que debía ser operado rápidamente. Finalmente, la operación salió bien.
El doctor dijo que las constantes inyecciones intramusculares y las constantes sustancias dopantes durante años pudo provocar la aparición del cáncer. “Acepté este doble sistema y tomar medicamentos para una satisfacción personal estúpido. Un error que me estaba destruyendo mi vida. Es algo que no puede suceder. Por eso hoy hablo. Y espero que alguien me escuche”.
Su peregrinación a Medjugorje
Habla ahora después de acudir a encontrarse con la Virgen María en Medjugorje. Sólo tras este encuentro íntimo entre madre e hijo ha querido contar al mundo su historia para contribuir a que muchos jóvenes no sean engañados como él y sepan buscar la Verdad. Él experimentó que a pesar de estar en lo profundo de la fosa, Dios nunca abandona a sus hijos y en el peor momento le ofreció un equipo como Amore Vita apadrinado por Juan Pablo II y con unos valores que justamente necesitaba para poder salir de esta muerte. ¿Cuánto bien habrá hecho el beato Juan Pablo II en todos estos años?
Fuente: www.religionenlibertad.com