Los relatos de curaciones milagrosas en Medjugorje son, sin duda alguna, uno de los acontecimientos más inexplicables de los últimos treinta años, en paralelo con las noticias de apariciones de la Santísima Virgen María.
Más de 600 casos de curaciones ya han sido comunicados. La Santa Sede observa con cautela, pero la documentación acumulada solo aumenta la curiosidad del observador de los sucesos de Medjugorje. De hecho, no se da publicidad a las curaciones de Medjugorje, pero la creencia de que ocurren se desprende de las apariciones, bendiciones, oraciones y subidas a la Colina de la Aparición o la escalada hasta la cima del Monte de la Cruz, distante unos quinientos metros.
En el centro de Información “Mir” de Medjugorje se guardan informes de casos de curaciones acaecidas en personas de todo el mundo, junto con toda la documentación expedida luego por los peritos médicos y teológicos.
Entre los casos más impresionantes, destaca el de la italiana Diana Basile, de Platizza, cerca de Cosenza. Era una enfermera empleada en Milán, que sufría de esclerosis múltiple desde hacía catorce años. Los médicos no podían hacer absolutamente nada por ella; por eso decidió visitar Medjugorje en mayo de 1984 para pedir alguna mejoría a su grave estado de salud. Hasta entonces era incapaz de andar por sí misma ni de arrodillarse; pero durante su estancia en Medjugorje, el 23 de mayo, después de orar con los videntes en el momento de una clara aparición exclamó simplemente: “¡Estoy curada!”.
Y Diana Basile aseveró: “Cuando los videntes se arrodillaron, se produjo un impresionante silencio y yo sentí que tenía fuerzas para arrodillarme.”
Y al día siguiente, Diana, increíblemente, pudo cubrir andando los 12 km que separaban un hotel de Ljubuski, donde se alojaba, hasta el Santuario de Medjugorje. Luego subió por sí sola la Colina de las Apariciones.
Por supuesto que este caso sorprendió a los médicos que la trataban en Milán. Inmediatamente después, un equipo especial de 25 expertos se puso a investigar si estaba del todo recuperada sin necesidad de medicamentos. En Medjugorje hay 143 expedientes similares de curaciones que no pueden explicarse médicamente.
Entre los cientos de casos, sobresale también, sin duda, el del americano Arthur Boyle, de Hingham, cerca de Boston. Se le había diagnosticado cáncer de riñón, que se le había extendido a los pulmones. Los médicos le habían anunciado un rápido desenlace fatal.
Arthur Boyle rememora lo que sigue: “Se me había diagnosticado cáncer en 1999. Me extirparon el riñón. Pensé que todo se había solucionado con la operación, pero ocho meses después, en unas pruebas de seguimiento de la enfermedad, los doctores encontraron tres tumores en el pulmón derecho. Me dieron menos de un 5% de probabilidades de sobrevivir. No había que pensar en radiaciones ni en quimioterapia. Solo cabía una operación para extirpar el pulmón derecho. En aquel trance, mi mejor amigo me preguntó si había oído hablar de Medjugorje. Entonces me acordé de que mi hija, me trajo un libro de Medjugorje, titulado Los mensajes de Medjugorje. Mi esposa me comentó los mensajes, pero no les presté mucha atención. Sin embargo, después de que mi amigo me preguntara por Medjugorje, fui a casa y pregunté a mi esposa: ‘¿Qué es eso de Medjugorje? ¿Qué me dijiste sobre Medjugorje?’. Ella me contó todo lo que sabía acerca de ese lugar de oración, amor, paz y curaciones.”
Una semana después, en setiembre de 2000, Arthur Boyle, derrumbado en su interior por el progreso de la enfermedad, viajó a Medjugorje. Al principio sintió, tras la confesión, una fuerza extraordinaria; luego tuvo un impresionante encuentro con la vidente Vicka y el Padre Jozo Zovko en Siroki Brijeg, no lejos de Medjugorje. Eso le dio fuerza para intentar subir al Monte de la Cruz.
Sigue el relato de Arthur Boyle: “Estaba lloviendo. Según subía, me sentía cansado. Sentía un fuerte dolor en las piernas y pensaba que todo estaba empeorando. El pecho me dolía como nunca, pero llegamos a coronar la cumbre. Nosotros tres eramos los únicos hombres mayores en la cima del Monte de la Cruz. Recé con toda mi alma para que Dios me perdonara y me ayudara a ponerme bien. Orábamos con lágrimas en los ojos. Después llamé a mi esposa por el móvil, porque mis amigos y yo sentíamos la sensación de que algo raro me estaba ocurriendo en el Monte de la Cruz. Entonces ella me dijo que había concertado, cuatro días después de mi regreso de Medjugorje, una operación para extirparme el pulmón derecho. Le pedí que dijera a los cirujanos que me examinaran una vez más antes de entrar al quirófano. También le pedí que lo organizara todo, si era posible, cuando regresara a América. Poco después me llamó la secretaria del doctor y me dijo: ‘Señor Boyle, sabemos que está en Medjugorje y sabemos el motivo. Realmente es encomiable, pero usted tiene un cáncer que no va a desaparecer por sí solo, créame. Le aseguro que necesita está operación’.”
Volvió a casa, en América, convencido de que estaba curado. “Dios me ha curado. Yo estoy curado en el corazón. Estoy curado espiritualmente. En la confesión de Medjugorje me he librado de todo lo podrido y enfermo que tenía”, repetía él.
Luego fue a visitar a su médico que le enseñó los resultados de las antiguas y de las nuevas radiografías. “Me dijo que esperara afuera cinco minutos y luego me invitó a pasar al despacho. Se estaba rascando la barba mientras miraba asombrado. Concluyó diciendo que el cáncer había desaparecido, que se había esfumado. Llamó a todos médicos presentes que tenían que operarme y les informó del caso. Todos aceptaron asombrados el hecho de que estaba curado”. Así lo ha descrito Arthur Boyle. Aquel día, 14 de setiembre de 2000, en vez de entrar en el quirófano para que le extirparan el pulmón derecho, se fue a jugar al golf.
Como este, hay cientos de casos recogidos a lo largo de estas tres décadas en Medjugorje. Las pruebas se archivan en el Centro de Información “Mir”, a la espera de ulteriores exámenes de expertos médicos y teólogos.
Autor: Marijan Sivrić – Ivo Šćepanović
Fuente: https://rosasparalagospa.wordpress.com