11 de diciembre de 2014
St. Damaso I, Papa
¡Querida Familia de María!
2 de diciembre de 2014
“Queridos hijos, recordad lo que os digo: ¡el amor triunfará! Sé que muchos de vosotros estáis perdiendo la esperanza porque veis junto a vosotros sufrimiento, dolor, celos y envidia… Sin embargo, yo soy vuestra Madre. Estoy en el Reino, pero también aquí con vosotros. Mi Hijo me envía nuevamente para ayudaros. Por lo tanto no perdáis la esperanza, al contrario, seguidme, porque el triunfo de mi Corazón es en el nombre de Dios. Mi amado Hijo piensa en vosotros como siempre ha hecho: ¡creedle y vividlo! Él es la vida del mundo. Hijos míos, vivir a mi Hijo significa vivir el Evangelio. Eso no es fácil. Conlleva amor, perdón y sacrificio. Eso purifica y abre el Reino….”
La Virgen es honesta. No envuelve de azúcar la vida del cristiano. Vivir como Jesucristo significa llevar la cruz. Significa amar, incluso cuando este amor no es devuelto. Significa perdonar, incluso cuando sabemos que podemos ser heridos otra vez. Y significa sacrificio, incluso cuando el sacrificio no se nota o no se lo valora y parece que no cambia nada.
Este es un camino difícil. Pero la Virgen dice, que si vivimos su Hijo, seremos purificados y estaremos preparados para el Reino. Esta ruta lleva al camino estrecho, pero es el camino del gozo, porque es el camino hacia el cielo.
Caryll Houselander habla de vivir Jesús y del amor, perdón y sacrificio de Jesucristo hacia nosotros en forma de sufrimiento:
La presencia o la ausencia de Dios se nota por el efecto del sufrimiento en nosotros, especialmente del sufrimiento pequeño de cada día, como el “leve” que trata de corroer a aquellos que tratan de soportarlo con su propia fuerza. Pero para aquellos que permanecen en Cristo, es Cristo el que sufre cada humillación; para ellos no hay cicatrices psicológicas, la Humildad de Cristo las viste con su majestad y las corona.
No es lo que se sufre lo que redime y cura sino quien sufre. Una lágrima de Cristo podría redimir el mundo entero: todas las lágrimas del mundo que no son suyas no son suficientes para reconfortar a un niño.
Lo que importa no es lo que sufrimos, sino que tanto si sufrimos poco como si sufrimos mucho, Cristo sufre con nosotros. Cristo sufre siempre que nosotros sufrimos. No importa si nuestras vidas son pequeñas o se han vivido de una manera heroica, lo que importa es que se hayan vivido en Cristo. Por lo tanto, la manera de compartir el dolor del mundo, y de mitigar el dolor de este, no es otra que fomentar y cuidar el Niño Cristo en nuestras almas.
Porque el Cristo en nosotros es el Niño Cristo, porque es en nuestras pequeñeces que llegamos a la Cruz; es en nuestra impotencia que somos crucificados con Él.
Amar, perdonar y sacrificarse en unión con Cristo, que vive en nosotros, es el camino hacia el Reino. Y también es la manera de que otros también lleguen al Reino. Porque este tipo de vida intercesora, lleva a gracia a todo el mundo. ¡Esta es la manera de que el amor gane!
Esta Navidad, podemos invitar al Niño Jesús a vivir en nuestros corazones, para que podamos vivir Jesús. Encontraremos una nueva fuerza y dignidad porque vamos a tener la intención de amar a Jesús dentro de nosotros y en nosotros. Él nos amará en nosotros, perdonará en nosotros y se sacrificará en nosotros, y nosotros le dejaremos que nos lleve en el Reino.
¡En Cristo, María y José!
Cathy Nolan
©Mary TV 2014
Traducción del inglés a cargo del equipo de www.virgendemedjugorje.org