Danko Kustura, de Split, llegó a Medjugorje por primera vez poco después de que comenzaran las apariciones y ha continuado viniendo por lo menos dos veces al año desde entonces. Vivió su vida de forma cristiana, pero con las apariciones de Medjugorje su fe se fortaleció. Lee regularmente periódicos católicos y, a pesar de que su pensión es modesta, regala con mucho gusto a su familia y amigos, una suscripción anual a “Glasnik mira”, el boletín mensual de Medjugorje. Nos contó que las noticias sobre Medjugorje, al principio, se extendieron rápidamente, y que llegó aquí por primera vez el 10 de abril de 1983. “Me sorprendió ver a multitudes de personas que llegaban en autobús, coches y que también lo hacían caminado hasta este pequeño y pobre lugar en Herzegovina.
A pesar de que estaba lleno de gente, sin embargo, había un orden y una paz que no se podía lograr por la influencia humana. ¡Era algo que era la obra de Dios mismo! Durante el día, los peregrinos rezaban en voz alta en grupos, en el área alrededor de la iglesia, y sin embargo no se molestaban entre sí y nadie se avergonzaba de orar en voz alta. ¡Simplemente, nos sentíamos como si realmente estuviéramos en el paraíso en ese momento! La iglesia estaba siempre llena y siempre cantábamos juntos, llenos de alegría en el corazón y muy elevados, especialmente el himno a la Virgen de Medjugorje, que lo hacíamos siempre como un alma entera y unida.
Danko también añadió que solía subir El Monte de las Apariciones y el Krizevac siempre con los pies descalzos, y que nunca sintió las rocas afiladas o las espinas. “Era como si siempre pisase, alfombras de algodón suave, nunca en las rocas duras y afiladas de Herzegovina. Lo más destacado era la Santa Misa y la oración sobre los enfermos que hacía el P. Slavko Barbaric por la tarde. Era imposible volver a casa sin notar cambios en ti. Aquí es donde el corazón se me llenó de tanto amor, alegría y paz.”
Fuente: www.centromedjugorje.org