La sentencia del Papa sobre las apariciones de Medjugorje se acerca. El pasado jueves fue recibido en el Vaticano el cardenal bosnio Vinko Puljic, arzobispo de Sarajevo. Desde entonces, está también en Roma el cardenal Josip Bozanic, arzobispo de Zagreb. Fuentes croatas contaron después que el dosier que ha redactado la comisión coordinada por el cardenal Camillo Ruini no tardará en estar sobre la mesa de Francisco. Todo con gran sigilo, dada la delicadeza de su contenido y la importancia del tema. Han sido cuatro años de trabajo para el grupo de teólogos, médicos, psicólogos y expertos en mariología. Fueron llamados por Benedicto XVI para estudiar el fenómeno, para decidir si en las llamadas apariciones de la Virgen, en una pequeña aldea de Bosnia, hay algo de sobrenatural. Algo pasa desde hace más de treinta años y Roma no ha dado aún ninguna respuesta definitiva.
El tema más delicado y controvertido es que el fenómeno no ha terminado. Es continuo, regular, y deslocalizado. Es decir, los videntes ven a la “dama joven y bellísima”, estén donde estén. Aunque sea a miles de kilómetros de Medjugorje, o al otro lado del océano. Esta cuestión ha llevado, el pasado octubre, al prefecto de la Congregación de la Doctrina de la Fe, el teólogo Gerhard Müller, a prohibir a los católicos americanos que participen en “reuniones, conferencias y celebraciones públicas” en las cuales se den por verdaderas las apariciones de Medjugorje. El objetivo de la carta enviada al nuncio de Washington, monseñor Viganò, era evitar la participación de la gente en los eventos donde estuviera Ivan Dragicevic, uno de los videntes que asegura estar en contacto con la Virgen.
La postura de la Iglesia actualmente es la misma que en 1991, explica Müller: hasta que el Sumo Pontífice no se pronuncie, no es posible clasificar estos fenómenos como sobrenaturales. Una medida como la que se ha dado en América, se ha tomado también como ejemplo en Europa. Los obispados de Madrid, Sevilla y Toledo clarificaban que “para evitar escándalo y confusión entre los fieles”, hubiera sido mejor publicar una nota oportuna. En virtud de esto, se lee en el comunicado del arzobispado de Toledo -que es también la sede del primado español-, “no le está permitido al clero, ni a los fieles, participar en encuentros o conferencias en los cuales se den por sentadas tales apariciones”. No ayuda demasiado el hecho de que el clero esté dividido, como en dos frentes. Si el obispo de Mostar está convencido de que en aquel monte no hay nada de sobrenatural ni místico y que la Virgen no se ha aparecido nunca en aquellas colinas, hay príncipes de la Iglesia que dicen justamente lo contrario. El cardenal Schönborn, por ejemplo, es el que hace hablar más veces al año a los videntes en la catedral de San Esteban de Viena, con un público que llega a las cinco mil personas.
En todo esto, hay un gran enigma. ¿Qué dirá el Papa Francisco? ¿Cómo juzgará el dosier que ha llevado tanto trabajo a la comisión instituida en 2010 por el entonces Papa Benedicto? Poco antes de viajar a Roma para el Cónclave, el pasado marzo, el cardenal Bergoglio autorizaba a los fieles de la capital argentina a participar en reuniones y conferencias con Ivan Dragicevic. El 4 de marzo de 2005 hubo un importante evento en el Microestadio Malvinas, además en 2010 se realizaron diversos actos en el Luna Park de Buenos Aires, también con la presencia del vidente. Todo con la aprobación del arzobispo. El programa de los eventos es siempre el mismo: Rosario, Santa Misa y aparición de la Virgen. No es irrelevante además saber que el confesor de Bergoglio en 2010 fuera el padre Berislav Ostojic, franciscano que fue a Argentina desde Citluk, pueblo situado nada lejos de Medjugorje. Y los franciscanos, favorables al reconocimiento de las apariciones, hace treinta años que están en desacuerdo con la jerarquía eclesiástica local. Pero esto era antes del 13 de marzo de 2013. Una vez elegido papa, Bergoglio ha dado a entender que, sobre esta cuestión, es necesario ser prudentes.
Así se contaba, el 14 de noviembre pasado, en Santa Marta: “La curiosidad nos impulsa a desear que el Señor está aquí, o bien allí, o nos hace decir: ‘Yo conozco un vidente, una vidente, que recibe cartas y mensajes de la Virgen’. ¡Pero si la Virgen es Madre! No es mensajera de Correos, para enviar mensajes, aquí y allí. Estas novedades nos alejan del Evangelio, de la paz y de la sabiduría, de la gloria de Dios, de la belleza de Dios”. Porque “Jesús dice que el Reino de Dios no viene a llamar la atención: viene de la sabiduría”.
Fuente: https://medjugorjetuttiigiorni.blogspot.it
Traducción del italiano a cargo del equipo de www.virgendemedjugorje.org