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Testimonios del Clero
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Boletín nº 145 – 14 de Junio de 2000
Del 1 al 4 de junio estuvo en Medjugorje Mons. Waldemar Chaves de Araujo con un grupo de peregrinos de Brasil. Antes de abandonar Medjugorje, Fr. Slavko conversó con Mons. Araujo. Damos a conocer el texto completo de la conversación.
S.B.: Su Excelencia, diga a nuestros lectores algo de usted
WCH: Yo soy Mons. Waldemar Chaves de Araujo, obispo en la diócesis de Sao Joao del Rei, de Brasil. Estudié en Brasil y en Bélgica. La situación en mis diócesis es buena. He desarrollado con mis sacerdotes, religiosos y laicos buenas relaciones y tenemos diversos grupos de gente activa que actúan en diversos ámbitos. En este tiempo organizamos encuentros especiales con comunidades parroquiales, y también en el ámbito de la región y de la diócesis. En mi diócesis hay alrededor de 300.000 fieles, con 304 comunidades. He venido en peregrinación con un pequeño grupo de Brasil que ha peregrinado a este lugar consagrado por la presencia de María. Rezamos juntos, meditamos, permanecemos en silencio. Esta es mi primera venida a Medjugorje.
S.B.: Cuándo y cómo oyó Ud. hablar de Medjugorje y cuál es su experiencia?
WCH: He leído informes de Medjugorje acerca de las apariciones y todo lo que acontece, he conversado con la gente, que ha peregrinado a este lugar. Yo creo que la Virgen se aparece aquí. Ella es la Madre de Jesús y nuestra Madre. Ella desea ayudarnos. Por eso vine con este grupo y vivimos estos días conscientes de que Ella de manera especial está con nosotros como Madre. Mi experiencia es de que este lugar es verdaderamente un lugar de oración. Puedo decir que siempre he venerado a María, pero aquí he renovado y profundizado esta veneración. En verdad, no tengo dificultades para creer que Ella se aparece en este lugar. Dios obra como quiere y cuando quiere y de esa manera Él decidió obrar en Medjugorje.
S.B.: Tiene algún mensaje para los parroquianos, peregrinos y gente en general?
WCH: Mi mensaje desde Medjugorje es un mensaje de esperanza. Todo aquel que se decida por una verdadera devoción hacia María y hace lo que Ella pide, encontrará a Jesús, quién da la esperanza. Todo aquel que comience a vivir los Sacramentos, como he visto que aquí se vive – celebración eucarística, confesión, adoración, oración – el camino de su vida estará lleno de paz y esperanza. Con María nuestro camino es seguro. Acepten lo que Ella pide, Ella conoce el Camino, conoce a Su Hijo y nos ayudará en nuestro camino hacia la patria celestial. Que Dios los bendiga a todos. Rezaré por todos ustedes.
Boletín nº 140 – 25 de Marzo de 2000
Del 18 al 23 de marzo estuvo en Medjugorje Mons. Franziskus Eisenbach, obispo auxiliar de Mainz. Acerca de sus impresiones dijo lo siguiente:
“Aquí estoy como peregrino. Deseo conocer Medjugorje y orar en este lugar. Desde hace años conozco y sigo los acontecimientos de Medjugorje y deseaba venir antes, pero esperaba una señal segura para decidirme a visitar Medjugorje. En esta ocasión fui expresamente invitado, por eso he venido. Ya la primera impresión es que la iglesia está continuamente llena en todas las misas, y especialmente en la adoración. Es evidente que mucha gente ha comprendido de que este es un lugar especial de oración. La experiencia de muchos es que su oración personal mejora y que es llevada por la experiencia de la oración comunitaria. Conozco a mucha gente que en Medjugorje han renovado su fe y aprendieron a orar de nuevo. Y ahora personalmente he podido experimentar cómo Medjugorje ayuda en ese sentido. La otra experiencia, que es muy importante para mí, es que en Medjugorje no se trata únicamente de la oración, sino que la oración produce también frutos al servicio del hombre, particularmente al hombre agobiado. Fue para mí especialmente importante haber conocido la “Aldea de la Madre” en la que madres con sus hijos, niños abandonados y huérfanos de guerra han encontrado un refugio, y todo está enlazado con una gran guardería en la que suceden encuentros entre los niños que provienen de familias completas y aquellos que por diversas razones han perdido sus familias. Me he dado cuenta de que aquí los niños tienen la oportunidad de aprender a vivir. Y eso es muy importante. También me provocó una profunda impresión la comunidad de Sor Elvira en la que los adictos a la droga y otros males encuentran un lugar de refugio y curación. Celebré con ellos la Santa Misa y recé la oración matutina. Es muy hermoso perdibir con cuánta fuerza oran y con cuánta alegría celebran la Santa Misa. Comprendí que el método fundamental de curación es la profundización de la fe y la vivencia del espíritu comunitario en la oración y en el trabajo.
Fue importante para mí escuchar acerca del Padrinazgo de los niños, es decir, la acción de ayuda a los niños de los defensores caídos, en la que participan muchas familias de Alemania, ayudando mensualmente con sus donativos a las familias afectadas y a sus hijos. Esta obra de amor activo hacia los necesitados me demuestra a mí personalmente que en Medjugorje existe un espíritu verdadero de oración. El amor hacia Dios que se manifiesta en la oración ha producido frutos que se reconocen en el cuidado por el hombre.
Ciertamente he querido comprender mejor el fenómeno mismo de la aparición, por lo que he procurado encontrar al menos a alguno de los que hablan acerca de sus experiencias y afirman que ven a la Virgen. Me reuní con una de las videntes, hablé con ella y estuve presente en la aparición. Cuando vi a Marija por primera vez en su casa, estaba trabajando en el huerto y calzaba botas de goma. Ella es una persona totalmente normal, una mujer joven, madre de tres hijos. Al conversar con ella, me di cuenta de que es una persona muy despierta, sabe plantear preguntas y hablar sobre sus propias experiencias y sabe diferenciar bien las cosas, ve lo que es bueno y lo que no lo es. Me invitó a participar en la oración en su casa, con la que se prepara para el encuentro con la Virgen, encuentros que datan de más de 18 años. Rezamos en la capilla de su casa en la que para esa ocasión se había reunido mucho gente. Rezamos el Rosario en varios idiomas y esperamos el momento de la aparición. Marija nos advirtió brevemente que se había acercado el momento de la aparición y después de la oración, que ella conducía, permaneció en silencio. Después de la aparición nos dijo que la Virgen había orado por todos y había bendecido a todos. El encuentro con Marija me demostró que ella es una persona perfectamente normal, una mujer joven que está con los pies bien puestos en la tierra y cuida bien a sus hijos. Me di cuenta de que tiene una buena relación con su familia y los peregrinos. Sencilla y natural, pero también clara y comprensible cuando habla acerca de sus experiencias. Después de todo puedo decir que es una mujer a la que se le puede creer, que es auténtica por lo que no tengo dificultades creer en lo que habla, en lo que ve, y que es verdadero. Este es para mí una experiencia muy importante, por lo que he concluido que este lugar de oración se sustenta en la experiencia que como un don estos jóvenes recibieron y que transmiten a los demás de manera convincente.
María, la Virgen, se venera en Medjugorje como la Reina de la Paz. Esta denominación y todo lo que Ella pide, debería haber preparado este mundo a esta terrible experiencia de guerra. Diez años después de la primera aparición se desató la guerra en Croacia y en Bosnia-Herzegovina. Medjugorje es un lugar en que se ora continuamente por la paz. El mensaje de Medjugorje para todo el mundo es claro: hay que superar las guerras y los conflictos con la fuerza del amor. Se tiene la impresión de que en Medjugorje se toca al hombre en su totalidad: en el corazón, en el espíritu y en el alma. Las oraciones y los lugares de oración aquí abarcan a todo el hombre. Por tanto Medjugorje, en ese sentido, lleva un mensaje a toda la Iglesia: permitir a Dios y a la Virgen que nos toquen en nuestra realidad total de seres humanos y a María que nos dé Su amor, y así poder aprender a amar con todo el corazón. Por tanto puedo decir que nadie debe sentir temor hacia Medjugorje, aunque aún no ha sido reconocido por la Iglesia. Aquí verdaderamente se reza de una forma que mueve al hombre. Es por eso que a este lugar vienen muchos fieles que desean aprender a orar. Yo deseo que este mensaje y esta experiencia se transmita también en Alemania, ya que nosotros, los alemanes, tendemos al racionalismo más que a los sentimientos. Y aquí se trata de un mensaje para el hombre en su totalidad, algo que es realmente necesario para todos.
Boletín nº 139 – 25 de Febrero de 2000
Del 3 al 5 de marzo en visita privada estuvo presente en Medjugorje Mons. Joao E. M. Terra, obispo auxiliar de Brasilia, Brasil. Esta es su segunda visita a Medjugorje.
Boletín nº 137 – 25 de Enero de 2000
Monseñor Robert Rivas, obispo de Kingstown, Caribe, llegó a Medjugorje a mediados de febrero y permanecerá dos semanas. En la Santa Misa vespertina del 13 de febrero, Mons. Rivas predicó ante los fieles reunidos. Es esa ocasión dio su testimonio acerca de la experiencia de fe y de conversión que experimentó en el encuentro con un enfermo de lepra.
Mons. Robert Rivas visitó Medjugorje en febrero de manera privada. A Medjugorje acuden muchos peregrinos, entre ellos muchos sacerdotes, religiosos y religiosas. Y lo que es del todo natural, vienen también cada vez más obispos. Según la declaración de Zadar de abril de 1991, los obispos deben seguir los eventos de Medjugorje a fin de saber adónde se dirigen sus fieles. Aprovechamos la ocasión y conversamos con Mons. Robert Rivas, obispo de St. Vincent y Grenadines del archipiélago del Caribe, que estuvo unos diez días en Medjugorje. Le agradecemos su disposición para compartir con nosotros su testimonio. Con el obispo Rivas habló Fr. Slavko Barbaric. Damos a conocer parte de esa conversación:
SB: ¡Le ruego se presente a nuestros lectores!
RR: Mi nombre es Robert Rivas. Nací en junio de 1946 en Trinidad-Tobago. A los 18 años ingresé a la orden dominicana. Terminé el noviciado y los estudios en Irlanda. Fui ordenado sacerdote en 1971. Posteriormente fui a Roma y terminé mis estudios en el Angelicum y obtuve una licenciatura en Teología.
Debido a que me interesaba mucho el trabajo en la radio y televisión, estudié comunicaciones en Irlanda. Cuando después de casi nueve años regresé a Trinidad, mis superiores me dijeron que había estado durante mucho tiempo en el exterior y que debía nuevamente tomar conocimiento de los problemas de Trinidad. He trabajado siete años en tres comunidades parroquiales. Posteriormente fui dos años director del servicio de comunicaciones. He sido diez años completos profesor de novicios. Durante esos 10 años, 6 años fui director espiritual de estudiantes. Después recibí la tarea de organizar y conectar en las Islas del Caribe las diversas comunidades dominicanas, que en ese tiempo eran seis, pero aún no había sido constituida la provincia. Trabajé en ese campo cuatro años, y entonces llegué a ser obispo de St. Vincent, una isla en el mar Caribe.
SB: ¿Cuándo y cómo se enteró por primera vez de Medjugorje?
RR: En Trinidad acontecen muchas cosas con relación a Medjugorje, ya a partir desde los primeros días de las apariciones. Uno de los peregrinos me había invitado como sacerdote. Respondí a las invitaciones solamente en 1988. Me sentí muy feliz y satisfecho con la primera visita a Medjugorje, ya que experimenté la renovación de la fe y de la vida sobre la base de la fe mostrada por los peregrinos. La gracia especial de Medjugorje es que los sacerdotes que vienen con los grupos llegan a ser capaces de servir como sacerdotes, poniéndose a disposición de los fieles para la confesión y el diálogo. La más grande gracia de Medjugorje es precisamente la confesión. Los peregrinos con su venida a Medjugorje llegan a estar preparados para ser más activos en sus parroquias – y respecto a la oración y a la vida sacramental, y en general a las actividades parroquiales. Por todo lo que he experimentado de las personas, debo decir que aquí existe una obra de gracia especial y que María está presente. Yo verdaderamente creo que la Virgen aquí habla.
SB: ¿Qué ha sido lo que lo ha convencido y ayudado más para aceptar Medjugorje?
RR: Lo digo nuevamente: han sido los peregrinos que aquí comenzaron a cambiar su vida y decidieron vivir la fe.
SB: Ahora está por segunda vez en Medjugorje y no como sacerdote solamente sino también como obispo. ¿Qué puede decir ahora?
RR: He decidido en esta oportunidad venir, estar en silencio y permanecer “de incógnito”. He querido aquí realizar ejercicios espirituales y estar en silencio. Sin embargo, eso no sucedió puesto que los peregrinos me buscaron para la confesión y además prediqué. He comprendido que también mi papel como sacerdote ha cambiado. Me ha tocado profundamente el amor de los peregrinos hacia su obispo. Quién ama a su obispo, ama la Iglesia. El Espíritu Santo está obrando en este lugar. La Virgen también lo está haciendo aquí. Personalmente deseo estar continuamente bajo Su protección.
SB: ¿Desea enviar algún mensaje desde Medjugorje?
RR: Lo que yo procuro realizar en mi vida es la simplicidad. Pienso que he aprendido en mi sacerdocio la simplicidad en el padecimiento, y he crecido en un profundo amor hacia Dios, la Virgen, la Iglesia y una total entrega a Dios. Todo lo que quiero es cumplir con la voluntad de Dios y la obra de Dios. Mi mensaje a la comunidad parroquial, los videntes, los sacerdotes de la parroquia y todos los peregrinos es que sean capaces de entregar completamente su vida a Dios y ser libres para el amor, que vivan el Evangelio en una completa simplicidad y hermosura. Nosotros los católicos debemos ser capaces de mostrar al mundo la belleza de nuestra fe con la ayuda de la Virgen. Les recomiendo a todos que vengan a Medjugorje, ya que en este lugar profundizarán su fe hacia la Iglesia y hacia la Virgen, y de tal forma, llegarán a ser buenos testimonios de la Buena Nueva para con los demás. Y en Medjugorje la Buena Nueva es: la paz.
SB: Gracias a Ud. por esta conversación y le prometemos nuestras oraciones.