Voy camino ya de cuatro años de conocer Medjugorje, y os prometo que de tantas cosas que han pasado, me parecen lo menos siete.
Gracias a esa aldeucha de Herzegovina he sido protagonista y testigo de numerosos acontecimientos que no han hecho otra cosa más que enriquecer mi pobre persona y descubrir un mundo vivo que yo creía muerto: el de mi propia fe. Sí, es cierto, y es que en esas famosas cinco piedras y en cómo me las transmitió el padre Jozo, se fraguó el poco brillo que luzco hoy dentro de una iglesia. Antes de eso, oscuridad y tristeza. Después, el mismo pecador con otra cara: la de la alegría sosegada; la de la tranquilidad; la de la paz interior que solo Dios te puede dar; la de esa amiga que mira por mí desde el cielo como lo hacen las mejores de la tierra.
De todas las cosas que he conocido en y de Medjugorje, el mayor regalo que me he traído ya estaba aquí: gente.
Personas con nombre y apellido que han hecho que este tramo de vida sea mucho más colorido, diferente y rico. Más humano en cuanto a profundidad de las relaciones. Más divino en cuanto a la búsqueda de Dios por mi parte.
Desde que salió a la venta el libro que me han regalado escribir, titulado Medjugorje, lo he presentado en varias ciudades diferentes de España y en todas, he podido estar con gente que he conocido en Medjugorje y que me han abierto, literalmente, las puertas de sus casa, y las de sus amigos. En Barcelona no cené solo, sino con tres amigos sensacionales que podían haber sido más.
En Jerez se desvivieron y ya soy toda una estrella.
En Sevilla me llevaron al Pizjuan y vi la parada de la historia gracias a Iker.
En Murcia estuve en casa de mi familia guadalupana y conocí a una gran periodista que dará que hablar.
En Córdoba lo que conocí fue una Estrella de Navidad que nos hizo de guía a los peregrinos por toda la ciudad.
En Sevilla estuve una segunda vez.
De Sevilla son Inés y Rocío. Ojito con esta pareja de hermanas.
En Zamora ‘sufrí’ con mi hermano Borja Mec el segundo empacho de mi vida, con la compañía de Carmen Ferreras, una crack.
Ya tengo cerradas o habladas las visitas a Ávila, Cáceres, Trujillo, Valencia y León. Ah! y en Puerto Rico, mira tú. Y en todos esos lugares me esperan con ilusión. A mí, que tantas veces no me aguanto ni yo. Pero lo tengo claro. Me esperan a mí, pero no por mí, sino por Ella. Y por Ella es también por lo que nunca digo que no a un viaje o a una presentación. Aunque a veces me dé pereza, al final siempre me alegro. Dejo atrás a los lectores anónimos y acabo conociendo a magníficas personas. Ellas son mi mejor regalo.
Jesús García. Autor del libro “Medjugorje”. (Ed. LibrosLibres)