Sonia, es una colaboradora de la Fundación desde hace años, ella es peruana; cuando las fronteras de Croacia y Bosnia-Herzegovina se cerraron a causa del coronavirus, ella y su amiga, se quedaron sin poder regresar a su país, «atrapadas» en Medjugorje donde se encontraban pasando unos días. Este es su pequeño relato sobre «El silencio de Medjugorje»:
Si hace un mes alguien me hubiera dicho que sería una de las pocas peregrinas en Medjugorje (ahora mismo no somos más de 10), no lo hubiera creído. Pero… sí, así es…el pequeño pueblo está vacío, casi todo cerrado, la gente local hace sus cosas y regresa a casa. Los niños no tienen escuela, los pocos restaurantes que abren, casi no tienen gente…todo cierra a las 5 p.m. y no hay taxis a partir de esa hora.
La parroquia funciona normal, pero para el programa vespertino hay poquísima gente, unas 40 personas para el rezo del Santo Rosario, unas 100 o poquito mas quizá para la Santa Misa y algo similar para la adoración.
Es triste ver así Medjugorje donde en otras oportunidades hasta es difícil conseguir caminar por las calles, ya no se diga conseguir un espacio en el templo o en la capilla exterior. Es como si todo estuviera apagado, casi sin vida…pero gracias a Dios, la presencia de la Gospa se siente, y aunque sé que está triste, al mismo tiempo, sé que también está velando por todos nosotros.
En las Misas nos hablan del amor, de la esperanza, la solidaridad y, sobre todo, del amor y también de que éste es un tiempo de responder a la Virgen, de practicar lo que Ella nos está enseñando a lo largo de casi 39 años: a orar, a entregarnos al Señor, a amarnos unos a otros. ¡No la defraudemos!.
Sonia del Pilar Freitas de Pacheco (Fundación Centro Medjugorje).
Fuente: www.centromedjugorje.org