1- Madre Teresa de Calcuta tenía un don especial para hacer cambiar a la gente con una simple palabra. Su permanencia diaria por largas horas frente al Santísimo (¡en sequedad sensible, debemos subrayarlo!), la llenaba de la Palabra viva de Dios y esta Palabra emanaba de ella y se derramaba sobre su entorno a lo largo de su jornada.
Cierto día, una mujer hindú muy adinerada vino a verla, cubierta de costosas joyas y revestida con un magnífico sari. Esta mujer quedó sorprendida por la luz que emanaba de Madre Teresa. Quiso esa luz para sí, y deseó acercarse a Dios. Le propuso a la madre Teresa darle mucho dinero, pero ella le respondió que lo importante no era su dinero, sino su corazón. ¡Es el corazón que debe transformarse!
– “¿Cuánto cuesta el sari que tienes puesto?, le preguntó Madre Teresa.
La mujer pensó un momento y luego dijo un precio exorbitante.
– “Bueno, le dijo Madre Teresa. La próxima vez que vengas a verme, ven con un sari menos caro”.
– “¿Es todo?” contestó muy sorprendida la mujer. Se esperaba a que le dijera una palabra radical, como se ve en la vida de los santos.
Cambiar la calidad de su sari le parecía realmente poca cosa, pero sin embargo la picaba un poco en su orgullo femenino. Se atuvo a ese consejo tan sencillo y con frutos, ya que al cuidar que su atuendo fuera más sobrio, se dejó alcanzar poco a poco por la gracia de Dios. Había abierto la puerta de su corazón y, en forma espontánea, otros elementos de su vida se transformaron. Volvió a visitar a Madre Teresa con un sari más discreto y ésta le volvió a recomendar lo mismo: “¡La próxima vez, ponte un sari aún más sencillo!” Y así durante varias ocasiones. ¡Finalmente, Madre Teresa tuvo que insistirle para que la mujer no se vistiera con un sari aún más pobre que el suyo! En la reiteración de ese pequeño esfuerzo, la mujer vivió una conversión radical de su vida y se convirtió en un maravilloso instrumento de Dios en Calcuta.
Madre Teresa había dado en el clavo: esta mujer no hubiera podido perseverar en un cambio inmediato demasiado radical. Hubiera seguramente bajado los brazos al primer contratiempo y habría rápidamente perdido el combate contra el desaliento. Pero la sabiduría de este camino humilde, de este pequeño esfuerzo reiterado, le permitió hacer que todo cambiara en su vida, según el ritmo de la capacidad de amor del momento, en la bendición de Dios. Una pequeña elección atrajo a otra, y se produjo un crecimiento que respetaba el ritmo del corazón. Como una flor que ansía los rayos del sol, pero que se abre según sus leyes internas. Sucede frecuentemente que las flores que se abren muy pronto duran menos tiempo.
La Gospa nos invita a todos a la conversión del corazón (ver mensaje en PS). ¿Qué cambio voy a hacer en mis costumbres? Veamos, a partir de hoy, ¡voy a hacer algo que hasta ahora no hacía!, por ejemplo:
– Mientras me dirijo a mi oficina, voy a transmitir una bendición a todos los que viajen conmigo en el bus o en el metro, encomendando sus vidas a la Santísima Virgen.
– Cuando les esté dando de comer a mis hijos o a mis nietos, les contaré una historia de Jesús tomada del Evangelio, y los ayudaré a encontrar ocasiones concretas para imitar a Jesús a lo largo del día.
– Cada noche leeré un salmo antes de ir a dormir y memorizaré el versículo que más me haya llegado para conservarlo en mi corazón.
– Utilizaré parte del tiempo que reservaba para ver la tele o leer revistas inútiles para orar por los moribundos que están angustiados a fin de que se abandonen a la misericordia de Dios, y voy a enviarles mi ángel de la guarda para reconfortarlos (ver PS 2).
– Etc. (ver la continuación en el PS 4).
Hay algo que me fascina en las computadoras, que por otra parte no gozan de mi simpatía: cuando uno está escribiendo un texto, basta con agregar una palabra para que todo se reordene y vuelva colocarse en el lugar preciso. La armonía del texto queda preservada, como si esa palabra siempre hubiera estado allí, a pesar de que ninguna de las otras palabras se encuentren en el lugar anterior. Toda comparación es defectuosa, por cierto, pero en la vida espiritual sucede lo mismo, si me decido a cambiar en un solo aspecto, todo cambiará en mi corazón, ese pequeño sol que introduzco va a tocar cada zona de mi vida y, poco a poco, el fuego del amor acabará por abrirse camino y abarcarlo todo!
2 – Acabo de regresar de una bella misión en España. En una de las iglesias donde hemos podido dar testimonio de los mensajes de la Gospa, el cura párroco me preguntó al final de la velada: “¿Qué debo hacer para conservar tan llena mi iglesia como lo está hoy?” En la oración, hemos transmitido la inquietud al Señor y a la Santísima Virgen y hemos charlado sobre la escuela de María en Medjugorje. Me conmovió mucho la soledad de este sacerdote: “Soy el único sacerdote en este barrio y ya soy viejo”. Una pregunta se formulaba incesantemente en mi corazón: “¿Dónde están los que han sido llamados? Pues el Señor llama hoy al igual que en el tiempo en que los seminarios desbordaban, pero el ruido de la vida y las distracciones multiplicadas ahogan muy fácilmente el dulce murmullo de la voz de Jesús en los corazones. ¡Y ya no se escucha su llamada, no se toma tiempo para detenerse a conversar sencillamente con Dios y conocer los deseos de su corazón!
Me parece que un buen debut, para iniciar un cambio radical en nuestra vida, sería arrodillarnos y pronunciar varias veces estas simples palabras hasta que penetren profundamente en nuestra consciencia y se conviertan en un verdadero deseo: “Señor, ¿qué quieres que haga por ti? ¡Aquí estoy! ¡Que tu voluntad se cumpla en mí, muéstrame el camino a seguir!”
Una vez más, la Gospa nos indica en su mensaje el camino de la felicidad plena.
La mística francesa Marthe Robin, cuya causa avanza en Roma, hablaba magnificamente de este abandono a la voluntad de Dios, ella, que supo vivirlo hasta el extremo:
“El abandono, decía, es vigilante, activo, atento a las exigencias más secretas, más íntimas de Dios” “En el abandono no se trata de dar sólo lo que uno tiene, sino de ofrecer hasta la raíz misma de lo que uno es, que viene del Padre, que es para el Padre. No se trata de dar sólo lo superfluo, una parte, aunque sea una gran parte de nuestra vida, de nuestra actividad, de nuestro apostolado, sino de dar toda la esencia de nuestro ser”.
“Abandonarse, es llegar hasta el sumum de las exigencias de Dios”.
Querida Gospa, sóplame por qué debo comenzar,
¡y lo haré hoy mismo, por amor a ti!
Sr. Emmanuel
© Children of Medjugorje 2004
PS2 El Papa Juan XXIII acostumbraba, antes de iniciar una tarea importante o difícil, pedir a sus allegados que le enviaran sus ángeles de la guarda para asistirlo. Muchos otros santos, como santa Teresita del Niño Jesús, han expresado su familiaridad con su ángel cuando era el caso de ayudar a alguien a distancia. ¡El Padre Pio vivió esta gracia de manera sorprendente!
PS3 No habrá Reporte el 1° de octubre. El próximo reporte será enviado el 15 de octubre.
PS4 Otras propuestas:
– ¿Por qué no limpiar, abrazar, colgar y colocarle flores a ese crucifijo lleno del polvo y abandonado? Cada mañana le dirigiré una plegaria salida del corazón.
– Voy a colocar este billete de 10 euros en el buzón de esta madre de familia en dificultades. De esta forma ni siquiera sabrá que este don proviene de mí! Me propongo darle algo a alguien todos los días.
– Llueve a cántaros y debo salir… En lugar de protestar, bendeciré al Señor: “Gracias Señor, por la bendición de la lluvia! Decido que cada día, a la primer contrariedad que se presente, bendeciré a Dios.
– Voy a revisar mi ropero y retirar de él todo lo que he comprado con intenciones impuras. De ahora en más le pediré a la Santísima Virgen que me acompañe cuando salgo de compras, será más seguro!