15 de julio de 2008 Queridos Hijos de Medjugorje, ¡Alabados sean Jesús y María!

1 – El 2 de julio Mirjana Soldo recibió su aparición mensual en el Cenáculo, y luego nos transmitió el siguiente mensaje: “Queridos hijos, con amor maternal, deseo alentarlos a amar a vuestro prójimo. Que mi Hijo sea la fuente de ese amor. Él, que podría haber hecho todo por la fuerza, eligió el amor y les dio el ejemplo. También hoy, a través mío, Dios les manifiesta una inmensa bondad y ustedes, hijitos, deben responderle. Compórtense hacia las almas que encuentran con igual bondad y generosidad. Que vuestro amor los convierta. Así mi Hijo y su amor resucitarán en ustedes. Gracias.

La Santísima Virgen agregó: “Vuestros pastores (refiriéndose a los sacerdotes) deben estar en vuestros corazones y en vuestras oraciones”.

2 – Laura sobre el Monte Krizevac En la primera semana de agosto, miles de jóvenes llegarán a Medjugorje para participar del Festival de Jóvenes. ¡Tienen gran necesidad de nuestras oraciones! Comparto a continuación con ustedes la bella experiencia vivida por Laura, una de aquellas jóvenes, en un Festival Anterior:

”Me convertí en el 99. A partir de ese momento, comencé con todo mi empeño un profundo camino espiritual. A pesar de ello, seguía siendo esclava de cierto pecado que cometía frecuentemente, aún cuando lo detestaba. Era muy frustrante para mí porque ese pecado parecía formar parte de mí misma, de mi psicología, y no podía evitar de caer en él, a pesar de que por amor al Señor, lo intentaba denodadamente. Cierto sacerdote me aconsejó que mirara de frente la realidad: me sería prácticamente imposible sanarme de él y tendría que cargar con valor aquella debilidad por el resto de mi vida, porque estaba demasiado anclada en mis heridas.

Hoy en día seguiría cometiendo ese pecado si el Señor no hubiera intervenido mediante una gracia especial de sanación interior. El milagro aconteció al año siguiente, en el Festival de los Jóvenes del 2000. Vine con la intención de depositar aquel pecado en las manos de Jesús y de María y de realizar una ‘confesión general’ en la que pudiera revisar toda mi vida. Después de largo tiempo de espera frente a los confesionarios, me llegó finalmente el turno, y cuando salí del cuartito eran las 18:40 ¡la hora precisa de la aparición de la Virgen! Inmediatamente mi corazón saltó de alegría y se lo agradecí profusamente a María, pidiéndole que me liberara de aquel pecado.

El 5 de agosto, día del cumpleaños de la Sma. Virgen según lo que afirman los videntes, subí al Monte Krizevac rezando el Vía Crucis con mis compañeros de peregrinación. Deseaba hacerle un regalo a María por su aniversario y decidí escalar el monte descalza, orando por sus intenciones. Como de costumbre, nuestra Madre del Cielo no se dejó vencer en generosidad, y en respuesta a mi mini regalo, ¡me ofreció otro invalorable, infinitamente más hermoso que mi pequeño sacrificio! Han pasado ya varios años y nunca más he cometido aquel pecado. Fui liberada de él. La Santísima Virgen me ha verdaderamente sanado.”

3 – “Ah, si mi pueblo me escuchara” (Sal 80,14)
Ahora como nunca, este grito de Dios en los Salmos resuena en nuestro mundo de hoy. Y el 25 de junio, la Sma. Virgen dijo una palabra típicamente bíblica que debemos comprender cabalmente. Dijo: “Escuchen mis mensajes” (ver PS 1). ¡Pero no la malinterpretemos! “Escuchar” en boca de una mujer completamente empapada de la Biblia como ella, no es oír una información más en la radio, o relajarse con un walk-man en las orejas. Para captar cabalmente este pedido de la Virgen y responder a él consecuentemente, quisiera compartir con ustedes un aspecto de lo que nos revela la palabra escuchar en la lengua hebrea.

Cuando un escriba interroga a Jesús acerca del más grande de los mandamientos, la primera palabra que surge de su boca es precisamente “Escucha, Israel…” (Mc 12, 29). Sin esta escucha, los otros mandamientos no pueden ser vividos, porque en el espíritu bíblico y en el contexto de Jesús, muchas realidades son indisolubles, los siguientes verbos van siempre juntos: ESCUCHAR (Shama) – GUARDAR (shamar) o RECORDAR (sacar) – HACER, poner en práctica (assah), y podríamos agregar VIVIR (hayah).

Por ejemplo: “Por eso, escucha, Israel, y empéñate en cumplir todos los preceptos y mandamientos. Así gozarás de bienestar y llegarás a ser muy numeroso en la tierra que mana leche y miel, como el Señor tu Dios te ha prometido” (Dt 6,3). Y también esta palabra de Moisés al pueblo: “Escucha, Israel, los preceptos y las leyes que yo promulgo hoy en presencia de todos ustedes. Apréndanlos para ponerlos en práctica cuidadosamente” (Dt. 5,1). Y también: “El Señor te bendecirá abundantemente… con esta sola condición: que escuches su voz, practicando cuidadosamente todo este mandamiento que hoy te prescribo (Dt. 15,5). “El Señor te pondrá al frente, no detrás. Siempre estarás arriba y no abajo, con tal que obedezcas los mandamientos del Señor, tu Dios, que hoy te ordeno practicar cuidadosamente, sin apartarte, ni a la derecha ni a la izquierda, de las palabras que hoy te prescribo, y sin ir detrás de otros dioses para servirlos” (Dt 28, 13-14). En el Evangelio, “el que escucha la Palabra y no la pone en práctica, se parece a un hombre que construyó su casa sobre arena… y el desastre que sobrevino a esa casa fue grande” (Lc 6,49)
En el pensamiento hebreo, puede decirse que el verbo “escuchar” (Shama) prácticamente significa “obedecer”. Por ejemplo se dice “shama be qol Adonai” (escuchar la voz de Adonai) para decir “obedecer a Adonai”.

Es evidente que la Madre de Jesús conoce estos versículos y sabe del poder de la verdadera escucha. Es por ello que, en el seno de nuestro mundo bombardeado por 1.000 informaciones pero tan pobre en sabiduría, en el seno de una generación desorientada y atormentada, nos suplica que tomemos en serio sus mensajes y que los vivamos. Es el clamor de una madre que ve que su hijo es sordo y distraído, que va a cruzar una avenida en donde el tráfico es intenso y que los vehículos se desplazan a toda velocidad, y que no ha visto el semáforo y hace caso omiso de las reglas básicas de seguridad… ¡entonces grita desde lo más profundo de sus entrañas de madre para protegerlo y permitir que camine en la paz!

Para ello nos ha indicado una dosis cotidiana, o sea: “Queridos hijos, lean cada día uno de mis mensajes y vívanlo a lo largo de la jornada”. Un mensaje por día para escuchar y vivirlo, ¡he aquí un verdadero remedio contra la mayoría de nuestras enfermedades! ¡Lo he comprobado muchas veces!

Escuchar, es ante todo callarse. Cuando Dios dice “Escucha Israel”, nos está diciendo gentilmente: ‘¡Cállate, que tengo que hablarte!’. Escuchar es silenciar nuestro interior y habitar en nuestro propio corazón, y esto puede llevar horas. ¡Pero el reparar los daños por no haber escuchado toma mucho más tiempo, a veces años!

Escuchar, es captar los susurros amorosos de Jesús que desea hablarle a toda alma, y permitirle que nos guíe por el camino que nos conduce al Cielo; es asirse de su mano y no estar nunca más solo.
Escuchar, es permitir que el Creador rehaga nuestra unidad interior y cure esa dislocación que nos angustia sutilmente. Hay que hacerse violencia para que los oídos escuchen una cosa y que las manos hagan otra. En el Talmud, un rabino interpela así a su colega: “¿Es que tus oídos escucharon las palabras que salieron de tu propia boca?”
Escuchar, es hacer lo que se escucha. ¡Entonces, habiéndolo hecho, uno es capaz de comprender por qué estuvo acertado al hacerlo! El judaísmo insiste sobre este aspecto: hay que escuchar y hacer, para comprender.
Hay que entrar en el espíritu de las Escrituras:
He aquí un orden justo que engendra la verdadera paz: 1) escuchar, 2) llevarlo a la práctica, 3) poder comprender, y luego, ¡Dar gracias a Dios!”

4 – El retiro sacerdotal fue muy bendecido, y al final, los testimonios abundantes. Citaré la exhortación final del padre Bennet (Legionario de Cristo):
”Cinco hombres llegaron con mucho atraso a un aeropuerto y con el riesgo de perder su vuelo. Intentaban llegar a la sala de embarque a toda carrera, cuando uno de ellos tropezó con un canasto de una mujer que vendía manzanas. Las manzanas se dispersaron por el suelo. Estos hombres estaban tan retrasados que no se detuvieron, contentándose con gritar que iban a reparar por ello, desaparecieron. Cuando llegaron al mostrador, el hombre que había tropezado con el canasto empezó a sentir remordimientos y dijo a los demás que partieran sin él, que tomaría el vuelo siguiente, porque primero quería ir a recoger las manzanas y a pagar por los daños. Encontró a la mujer plegada en dos, en silencio, intentando torpemente recuperar sus manzanas. Sin siquiera mirarla, el hombre se puso a levantarlas él también. Levantó la mayor parte de ellas, al tiempo que le pedía disculpas. Al terminar, se incorporó y le dio un billete de 20 euros para cubrir la pérdida de la fruta que estaba muy estropeada. Recién allí la miró a los ojos y con gran sorpresa vio que éstos parecían estar cubiertos por un velo gris… ¡Esa mujer era ciega! Nuestro amigo permaneció contemplándola por un instante, estupefacto, mientras ella le agradecía con una gran sonrisa. Le volvió a pedir disculpas, y se dispuso a partir. Fue entonces cuando la mujer le gritó, reteniéndolo: “Señor, ¡quiero preguntarle algo! Luego, en tono de confidencia, murmuró: “¿Usted es Jesús?”

Y así, con este desafío lanzado a los 200 sacerdotes presentes, el padre Bennet finalizó el Retiro Internacional: “Y nosotros, los sacerdotes, ¿somos Jesús?”

¡Querida Gospa, madre de los sacerdotes, madre del Sumo Sacerdote!
¡Bendice a tus hijos sacerdotes!
¡Ayuda a que cada uno se ofrezca a sí mismo como hostia viva!

Sor Emmanuel +
PS 1: ¡Queridos hijos! También hoy con gran alegría en mi corazón los invito a seguirme y a escuchar mis mensajes. Sean portadores alegres de paz y de amor en este mundo sin paz. Estoy con ustedes y los bendigo a todos con mi Hijo Jesús, el Rey de la Paz. ¡Gracias por haber respondido a mi llamado!

PS 2 – El Niño escondido de Medjugorje en España, puede adquirirse en:
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