Esa ayuda nos permite crecer y avanzar en la vida interior cuando aceptamos los consejos de los demás. El valorar la corrección del otro es humildad que va forjando un corazón místico, que contempla sus propios errores para entenderlos y corregirlos.
Lo que nos falta es mística y humildad para recibir las correcciones. Al vivir esas dos cualidades lograremos un entendimiento arraigado de nosotros mismos que nos llevará a la perfección descubriendo la sabiduría y la dirección para actuar en una absoluta libertad que luego nos llevará al santo abandono.
Esto une nuestra voluntad a la de Dios, que es la regla y medida de toda perfección haciendo que podamos crecer mucho más para ver en todo la divina voluntad de Dios. San Francisco de Sales la define así: “El abandono es la virtud de las virtudes; es la flor y nata de la caridad, el perfume de la humildad, el mérito, así parece, de la paciencia, y el fruto de la perseverancia; grande es esta virtud y la única digna de ser practicada por los hijos más queridos de Dios”.
Vivir los mensajes de María Reina de La Paz es abandonarnos en sus brazos, para de esa forma aprender a vivir el abandono que ella vivió. María es modelo por excelencia del santo abandono y a eso nos está invitando en cada mensaje. Vivamos sus mensajes y seremos lo que ella tanto anhela de cada uno de nosotros. <<Os invito a que os decidáis por Dios y a que día tras día descubrías Su Voluntad por medio de la oración. Deseo, hijos míos queridos, llamaros a todos a la conversión total para que la alegría reine en vuestros corazones>> 25/6/90.
Fuente: www.centromedjugorje.org