El pasado miércoles escribí un post sobre María Visión que, una vez releído, me doy cuenta de que no estuve nada elegante. Pido perdón a quien pudiese ofender. De verdad, creo que mi intención fue más desahogarme de un malestar que aportar algo. Pero claro, este no es el sitio que procede. Lo siento.
Emilio Burillo procede de una gran familia mexicana dedicada a las comunicaciones y, más en concreto, a los grandes grupos de Comunicación.
Su tío, el “Tigre” Azcárraga, controló el mayor grupo de medios de comunicación en habla hispana del mundo, que hoy, casi cuarenta años después de su muerte, controlan sus hijos y/o nietos, primos de Emilio Burillo. Hablo de Televisa.
En la actualidad, Televisa tiene pactos multimillonarios con Univisión, La Sexta, EMI, Nextel, Volaris, Cartoon Network… Posee editoriales y no hay lugar donde se hable castellano en el mundo en el que no haya un poste de radio emitiendo alguna de sus señales.
Este entramado familiar, un auténtico imperio, no ha crecido por casualidad. Las formas y maneras no me las sé, ni viene a cuento, pero a buen seguro que entre ellas hubo trabajo, mucho trabajo, y saber hacer. Visión de futuro y mano izquierda y derecha.
Burillo formó parte del empresariado familiar desde joven. Mamó televisión desde el otro lado de la pantalla, desde donde se crea. Y no hablo solo de los platós. Hablo de los despachos y los salones familiares. Entiende perfectamente lo que es un share, una audiencia, una estrategia de mercado, una limpieza de imagen, un apuesta de futuro, una competencia, una evolución, todo eso en el mundo de la televisión, porque son los fogones entre los que ha crecido.
En septiembre de 1985, un terremoto de mas de 8 grados en la escala Richter dobló el DF hasta casi partirlo en dos mitades. Murieron ese día unas diez mil personas en la capital. Más de ochenta de ellas eran empleados directos de Emilio Burillo, personas con las que el joven empresario trabajaba y trataba. De la noche a la mañana, ya no estaban, se fueron, y eso sacudió profundamente el corazón de Emilio Burillo. Le hizo pensar, tal vez por primera vez en su vida, que había algo más que trabajar y crecer, que hacer dinero y cosechar éxito. Que Televisa no lo era todo en la vida.
Uno siete años después, Bosnia y Herzegovina se despezaba a morterazo limpio. Serbios, bosnios y croatas del mismo país se mataban puerta a puerta. Vecinos de toda la vida, cuñados, sobrinos y nietos se mataban a bocajarro ante la atónita mirada de Occidente, que no sabía hacer nada a parte de celebrar unas Olimpiadas.
Emilio Burillo fue a Bosnia, no sé con qué cometido, pero cometió un error que no estaba en su guión, y fue visitar Medjugorje. La experiencia bosnia de Burillo, entre la guerra fraticida y el genocidio, y ese pueblo donde las bombas no caían, le dio la vuelta como a un calcetín a este hombre de negocios, recio, fuerte, emprendedor. Sobrino de un tío conocido como El Tigre.
Emilio Burillo se convirtió. Ser rindió al amor más grande en medio del odio más funesto y tremebundo. El Amor de Dios Padre y el de su Hijo, Jescucristo.
Al volver a casa, nada podía ser igual. O al menos, no el contenido. Él, lo que sabía hacer, era televisión, pero se había convertido. Así que decidió que el contendor seguiría igual, y lo llenó de su nuevo contenido. Nació María Visión, una televisión católica, de contenido espiritual y familiar, que es vista por más de cuarenta millones de telespectadores en Latinoamérica, que es rentable, que crece, que va a más, sin ingresar ni un céntimo por conceptos de publicidad.
Ese milagro es de Dios, y su instrumento, nombre y apellido: Emilio Burillo.
Durante unos pocos meses hemos podido disfrutar en España de ese milagro en nuestras casas. En medio de la basura televisiva, Burillo vino a poner a disposición de los católicos españoles su dinero y sus conocimientos, basados en una experiencia, no en un libro o en una teoría.
Alguien, aún no ha quedado nada claro quien, ha decidido que se acabó.
Yo le doy las gracias a Emilio Burillo, porque durante unos meses, me he dado el gustazo de llegar a casa y encontrarme entre la basura un pastel que llevarme a la boca. Una oración del rosario, un tertulia sobre la vida, un spot del Camino de Santiago, un testimonio de un converso, una familia rezando a la Divina Misericordia… Eso, en el panorama televisivo español, se llama milagro. Encima con ese nombre que siento tan mío, tan y tan mío: María.
Deseo a la nueva etapa de Popular TV lo mejor, que salga a flote, que se recupere y cubra un espectro que sigue vacío. Tal vez, la impresión de todo así tan de golpe fue demasiado para nosotros. Pero no anda muy lejos el camino que marcó Burillo. La audiencia entre un modelo y otro así lo demuestra.
Por estos meses, y pidiendo perdón por mi post anterior, gracias María Visión.
Jesús García. Autor del libro “Medjugorje”. (Ed. LibrosLibres)