Conferencia de Sor Emmanuel Maillard
Parroquia del Espíritu Santo y Santa María de la Araucana
6 de diciembre de 2018
Doy gracias al Señor por estar nuevamente en Madrid y ver vuestras caras, espero que mis palabras llenen vuestros corazones. Quiero comenzar comentando algunos mensajes de la Virgen especialmente llamativos en los últimos meses: La Virgen María ha dicho que “vuestras almas están vacías”. Esta observación es importante y es importante no quedarnos ahí, en el vacío, porque Satanás quiere llenar esos vacíos. Por ese motivo, es mucho mejor llenar esos vacíos del alma con la oración.
Dicho esto, vamos a hacer un recorrido evangélico; vamos a ir a Nazaret y nos vamos a encontrar con Ella justo después de la Anunciación. Entro en su casa de Nazaret y la veo llena de luz, de belleza y alegría y me quedo sorprendida porque Ella se alegra mucho de que yo vaya. Y me dice: “Acompáñame a Ein Kareim”. Le doy la manita y vamos juntitas.
En el camino veo que está muy recogida y centrada en su interior. El diálogo Madre-Hijo ya ha empezado y no se detendrá en toda la eternidad. [Aquí abro un paréntesis: un ser concebido, aunque su cuerpo sea minúsculo, su alma ya está presente en su totalidad; por lo tanto, su conciencia de amor está presente. Es más profunda esa conciencia que la mente, y aunque su cerebro aún no esté desarrollado, el bebé se da cuenta de cómo es acogido y si la madre no quiere esa vida (porque es demasiado joven, o demasiado mayor, o está enferma o es muy pobre…) el pequeñín siente que sobra, que es un error, que su vida no tiene valor. Al recibir el don de la vida, a la vez tenemos que recibir el don del amor. En caso contrario, quedamos heridos: a ese bebé le costará sentirse querido de mayor, o ser estable en un trabajo, o puede tener distintas dificultades con su sexualidad… la lista de dificultades es enorme. Si el pequeñín tiene una madre que le recibe con alegría, entenderá que su vida es importante, que su vida es un tesoro y merece la pena ser vivida. Así podrá crecer con la armonía que el Creador ha puesto en él y tendrá más fuerza y equilibrio en su vida.]
Caminando con la Virgen, puedo decir que el Niño Jesús es privilegiado por tener una Madre así. Se habrá alegrado de estar en ese Sagrario, que es el seno virginal de María. Puede que yo esté más o menos herido y ¿qué hace nuestra Madre del Cielo por nosotros? Aquí conviene recordar que la Madre que nos dio Jesucristo no es de escayola, ni de porcelana ni de plástico. Es de verdad y conoce el proyecto de Dios para mí: Y nos dice: “igual que Yo llevé a mi Hijo, así quiero llevaros a cada uno de vosotros por el camino de la santidad”. Una madre da la vida por sus hijos. Nuestra madre de la tierra nos da la vida. Nuestra Madre del Cielo nos pone en el mundo y nos da la Vida en el Espíritu Santo; una vida que no acabará, pero que empieza en la tierra. Ella es más mi madre que mi madre de la tierra. Y nos regala esta palabra de consuelo: “os amo a cada uno tanto como amo a mi hijo Jesucristo”. Cuando leí este mensaje pensé: “Esto no es posible: yo he torturado a Jesucristo con mi pecado ¿cómo puedes amarme tanto como a Él?”. Pero luego encontré una manera para entender que esto es posible: Jesucristo dijo “amaos unos a otros como Yo os he amado”. La Virgen María vive el Evangelio en plenitud, por eso me ama como Jesucristo nos ha amado: hasta dar la vida por nosotros. Ese amor de María es lo que me va a salvar. Si acepto a María como Jesucristo me la da, podrá comunicarme la ternura que Ella tiene por Jesús y esa ternura me va a sanar en la frustración de amor. Todos tenemos frustraciones y nos hemos ido torciendo por el pecado a lo largo de nuestra vida. La Madre nos da nuestra verdadera identidad porque conoce el proyecto de Dios para nosotros y nos endereza; nos devuelve lo que nos dio el Salvador.
Seguimos caminando y soy invitada a dejarme llevar. San Bernardo decía que “nacemos al entrar en el cielo. En la tierra nos lleva el Seno de la Madre de Dios”. Os comunico, por tanto, una cosa un poco rara: que no habéis nacido aún. Por eso, “acoger a María en vuestra casa” significa que aceptáis ser llevados en el Seno de la Virgen en esta vida sobre la tierra para nacer definitivamente en la otra vida. Así en ese tiempo, Ella nos restaura y nos libera.
Llego a casa de Zacarías y Ella e Isabel se saludan. Hay una enorme efusión del Espíritu Santo y os hago esta pregunta: ¿quién recibe primero la efusión? ¿Isabel o Juan? ¡Juan! Porque Juan, al ser un bebé, tenía esa conciencia de amor no aplastada todavía por el pecado, y por lo tanto, tenía antenas más finas para percibir el Amor, el Espíritu Santo. Los bebés tienen una gran delicadeza para percibir el amor: los niños tienen amor por su vida si su madre les ama. La mamá da al niño el amor por su vida. Si aceptamos que Ella nos acoja en su Seno materno, habitaremos con Jesús y con el Espíritu Santo. Al recibir a María, recibimos también al Espíritu Santo. Por eso San Luís María decía que cuando el Espíritu Santo ve en un alma el amor de María, allá que va Él. Por eso os digo: “aceptad que Ella os lleve en su seno materno”.
Aquí puede surgir una dificultad: y es que hay personas que rechazan a la Virgen María porque tuvieron una madre “maligna”; por este motivo, vamos a hacer un minuto de silencio para decirle a la Virgen María: “Madre ven” y entrar en su seno. Ella espera que le digamos “sí” (que nos dejemos acoger en su seno y llevar por Ella). María es el gran don de Jesucristo y Él se pone muy contento si acogemos a su Madre. Si tenéis a Uno, tenéis al Otro: es una unidad indisoluble.
La Madre nos invita a rezar tres veces: “orad, orad, orad”. No es porque está ya muy mayor y se repite, sino que cada uno de estos “orad” tiene su sentido: hay tres grados en la oración.
El primer grado de oración: es donde se queda la mayoría de la gente. Descubrimos que Dios es Amor y todopoderoso y que le podemos pedir de todo: “dame trabajo, salud…”. Esta oración es buena, porque al Padre le gusta que su hijo le pida, pero aquí hacemos como un monólogo y le decimos casi lo que debe hacer con nosotros. A veces, si no responde, nos enfadamos. Muchas veces oigo que alguien dice “Dios no me escucha”. Sin embargo, Dios escucha toda oración por pequeña que sea. Por eso, la Virgen María nos dice: “Si vierais el valor de una simple oración estaríais rezando sin parar”.
El segundo grado de oración: Aquí tenemos que hacer un cambio de marcha y surge un problema: vamos a abrirnos a la voluntad de Dios… igual Dios tiene un plan para nosotros, que puede ser distinto al nuestro. Un ejemplo: le digo a Dios “quiero casarme pero igual tú tienes otro plan”. En este nivel aceptamos escuchar en el corazón a Dios y el problema es que ahí puede haber algo de miedo: “¿qué me va a pedir Dios?”. Surge un miedo a que nos lleve por caminos que pensamos que no nos gustarían. Ese miedo viene de Satanás.
Para aclararos este punto os voy a contar que una vez Mirjana, en Sarajevo, esperaba la llegada de la Virgen, pero la Virgen no vino. Viene un hombre elegante, bello, seductor… y le dice: “no deberías seguir a la Virgen, porque serás desdichada en amores. Si me sigues, te irá mejor, serás afortunada en el amor”. Entonces Mirjana, cuando se dio cuenta de que le estaba poniendo en contra de la Virgen dijo “NO”. Y Satanás salió gritando, porque ese hombre joven era Satanás. La trampa era sutil y recoge esta idea que muchos tenemos en el fondo del corazón: el pensamiento de que si nos acercamos demasiado a Dios seremos desdichados. Esto es una enorme mentira, porque Satanás es el Padre de la Mentira. La Verdad es lo contrario: que Dios es la fuente de la auténtica felicidad y Satanás es el origen de todas las desdichas. Entonces vino la Virgen y le pidió perdón. Ella le explicó que el autor de los divorcios, de los abortos, de las divisiones… es Satanás. Y fue una lección para Mirjana ver cómo actúa Satanás. Por eso, es muy importante rechazar todo miedo a la voluntad de Dios en nuestro corazón.
Recuerdo cuando le dije a mi mamá que tenía vocación y dijo: “Ay, pobrecita”. Es exactamente un reflejo de ese pensamiento. Y vosotros… ¿qué pensáis? ¿Os parezco desgraciada? Es importante que no nos equivoquemos sobre qué es la verdadera felicidad. Por eso ahora, le voy a pedir a la Virgen María que pase por los bancos y recoja nuestros temores. Vamos a sustituirlos por la confianza, porque Dios es nuestro mejor amigo. En este punto es cuando llega la auténtica paz, cuando soltamos el control de nuestra vida y se lo damos a Dios. Sabemos que Dios dirige mejor y vamos a poner nuestra voluntad en Él, vamos a experimentar la providencia de Dios y caminaremos en la santidad, porque ponemos primero la voluntad de Dios. Esa es la auténtica paz divina. Recordemos que estamos todavía en el segundo nivel. Entonces, si ya podemos ser santos, ¿para qué vamos a pasar al tercero?
El tercer grado de oración: este grado lo podemos pedir, pero aquí el que toma la iniciativa es Dios. Si Él ve a alguien que no teme sacrificarse por Dios, entonces Jesús va a coger el corazón de esa persona y va a poner el Suyo en el nuestro. Vosotros sois españoles y tenéis que conocer la experiencia de la Transverberación de Santa Teresa. Como decía San Pablo: “Es Cristo quien vive en mí”. Esa es la mejor definición de ese nivel. Pocos lo alcanzan, pero puedo deciros que conozco a gente que llega ahí. Es un amor que es como una llama y una gran felicidad; sentimos a la vez el sufrimiento y la felicidad de Dios. Por ejemplo, Santa Faustina, si se le acercaba una persona en pecado mortal, notaba a Jesucristo agonizando en ella. Y si, por el contrario, estaba cerca de una persona que había experimentado una gran conversión, ella sentía una alegría celeste.
Os cuento esto para que sepáis que existen estos tres grados y podáis elegir dónde queréis estar. Espero que escojáis el mejor… pero es una decisión fuerte porque hay que hacer sacrificio y esfuerzo para rezar en este mundo.
La oración con el corazón es como un tubo al Corazón de Cristo. El vacío de nuestro corazón es una tortura para nosotros porque hemos sido creados para contener a Dios y ¿qué ponemos en el corazón? Si rezamos con el corazón ponemos un tubo al Corazón de Cristo por el que vienen las riquezas de Dios. Él sufre por lo contrario: quiere darnos toda su riqueza, pero su deseo de unirse a nosotros se desconoce, no puede volcarse en nosotros. Gracias a esa oración, vamos a recibir de Él y nosotros podremos dar lo que recibimos.
El “tubo” puede tener diámetros diferentes: puede ser muy finito y sólo daremos paso a un goteo (que ya es algo) o, según la cantidad y la calidad de nuestra oración, pueden ser tubos muy grandes. Por eso, la gente que es capaz de orar así, está cerca de Dios, llena de Dios y, por eso, irradia a Dios.
La Virgen María nos acaba de decir: “Queridos hijos: rezáis muy poco: rezad más y con el corazón”. Hoy, de forma especial, para unos nuevos tiempos de los que habla y no sabemos cómo serán. Sólo sabemos que habrá paz y yo espero ese tiempo con impaciencia. Y también se sabía que cuando los secretos sean revelados, el poder de Satanás se habrá acabado. Marija ha dicho que el triunfo del ICM ya ha comenzado. Ella reúne a los que quieren seguirla y nos llama “apóstoles de su amor”.
Si queréis la bendición de Dios para toda la vida: poned a Dios en el primer lugar. Para eso hace falta trabajo. ¿Qué está en el centro de vuestro corazón? ¿El trabajo, la salud, la esposa/el esposo, los planes de futuro…? Lo que sea hay que desplazarlo y poner a Dios. Dios es como un sol: sus rayos cubrirán lo que esté alrededor, pero ponemos delante otras cosas. Jesús es humilde y respeta el lugar en el que le ponemos. María nos invita a examinar nuestra vida para poner al Dador de la Bendición en el centro.
Mucha gente va a los santuarios con paquetes de desgracias que lleva a la Virgen. Pero si examinas verdaderamente su vida, te das cuenta de que no han puesto a Dios en el centro y que es necesario hacer una buena mudanza: hay que dejarle sitio a Jesús, que es la fuente de la alegría. En el matrimonio id juntos a esa fuente de amor. Esto nos ahorra tantos divorcios. Dios tiene el mejor plan y en la oración nos ponemos a la escucha. Él habla a todas las almas, pero como dijo “algunas hablan tanto y tienen tanto ruido dentro que no pueden escuchar el murmullo de mi voz.”
También nos habla la Virgen casi siempre de los sacerdotes y nos pide que recemos mucho por ellos. El plan de Satanás es destruir la Iglesia. Los sacerdotes son puentes que nos permiten pasar… ¿de dónde a dónde?: de este mundo a los nuevos tiempos. Si los puentes se derrumban, ¿cómo pasaremos? Por eso la Virgen María nos pide que recemos por ellos. En septiembre, la Virgen y Mirjana lloraron mucho por los escándalos de los sacerdotes porque ¿qué vamos a hacer para llegar a los nuevos tiempos?: debemos adoptar a un sacerdote en nuestro corazón. Gloria Polo nos explica que ella vio cómo en cada aborto se liberan demonios para atacar a los sacerdotes. A más abortos, más sacerdotes caerán.
Otra gran mística francesa, Marta Robin, decía que la Iglesia va a atravesar un momento muy difícil. No quedará nada aparentemente, salvo pequeños hogares de fervor, evangelizadores de los nuevos tiempos. Pequeños grupos de oración, de personas que quieren hacer la voluntad de Dios. Y esto es el futuro de la Iglesia. Ha dicho la Virgen: “las familias son fuertes, los grupos de oración son fuertes”. No ha dicho “la Iglesia es fuerte, ni el Vaticano es fuerte”… pueden ser 3 o 4 personas. Si estáis bien unidos seréis más fuertes que un centro atómico. Ella crea grupos de oración en los que está haciendo santos. Nuestro futuro es la santidad. El objetivo no es la oración en sí misma considerada, sino la santidad que nos traerá. Todo lo demás pasará. Las familias y los grupos de oración son ayudas a la santidad y pide que nos comprometamos. El objetivo de esos grupos de oración es el amor de caridad entre las personas. El fruto de la oración es la caridad. Es urgente evangelizar para prepararnos para un nuevo Pentecostés de amor, que no irá a los once de Jerusalén, sino al mundo entero: todo el mundo recibirá tanta luz que veremos nuestra alma como Dios la ve. Y esto ya ha empezado. Conozco a personas que ya han vivido esto y su vida cambió.
La Virgen nos prepara para esto.
Es cierto, antes de llegar ahí los tiempos serán más duros. Satanás está destruyendo las familias. Lucía dijo que el último combate del reino de Satanás contra el reino de Dios será combatiendo la familia y el matrimonio. Pero anima saber que el triunfo está cerca. La Virgen María nos dijo en Fátima: “Al final mi Corazón Inmaculado Triunfará”. No nos dijo sobre qué triunfará, pero en la profecía podemos encontrar la respuesta: no se triunfa sobre la paz, sino sobre la guerra. Vicka (que habla con la Virgen María todos los días) dice que el triunfo está muy cerca. Por eso debemos animarnos, mejor, armarnos de valor para este combate. Permaneced en estado de gracia, porque cuando llegue la iluminación de las conciencias, los que estén en gracia estarán contentos y tranquilos, pero para los otros será horrible… verán el horror de las consecuencias de su pecado y les entrará la tentación de la desesperación. Por eso, nos invita la Virgen a una confesión mensual. Ella quiere reunir a sus apóstoles. Son pocos todavía. Ella sigue llamando y tenemos que contestar, decidir y no os arrepentiréis de decirle que sí.
También nos dice: “Quiero reuniros bajo mi manto para que quedéis protegidos de Satanás”. En la Anunciación San Gabriel le dice: “El Espíritu Santo te cubrirá con su Sombra”. Es decir, el poder del Espíritu Santo te cubrirá. Por eso, el verdadero manto de la Virgen María es el Espíritu Santo, Dios mismo!!! Si María está cubierta por Dios, ahí no puede entrar con sus dedos contaminados Satanás y los que vivan ahí quedarán protegidos de igual manera. Si queréis estar ahí, vivid sus mensajes, que es el Evangelio, y nos dice “os doy mi propio corazón para que podáis amar a Jesús como yo le amo y os améis entre vosotros”. Si optamos por colaborar con Ella, Ella os utilizará. Cuando llegué a Medjugorje por segunda vez leí un mensaje: “sin vosotros no puedo ayudar al mundo. Cada uno es importante en mi plan, ayudadme y colaborad conmigo hasta en el más pequeño detalle de vuestra vida. ¡Ayudadme! Me sorprendió… ¿la Madre pidiendo mi ayuda? Yo la necesito a Ella, ¿pero Ella a mí? Y yo le dije “aquí estoy” y llevo 29 años en Medjugorje. Si le decimos que nos puede utilizar, Ella nos pone a trabajar. ¿Estáis dispuestos a trabajar? Ella está contenta de vuestra respuesta.
Ahora, al volver a casa reorganizad vuestra vida, reorganizad y vivid los mensajes, incluso el ayuno porque eso expulsa a Satanás: rosario y ayuno. Si sois fieles en vuestra decisión, seréis apóstoles de los nuevos tiempos. ¡Ayudadme a llevar al máximo de personas a Dios! ¡Estamos en ese combate! Me alegra ver que estáis en el lado bueno ¡y que la bendición de Dios os acompañe siempre!